Hay un saldo principal en la elección del domingo 5 de junio y que se traduce como certeza: AMLO posee la popularidad más alta para un presidente en las recientes décadas. Con él al frente y en cuatro años, Morena gobierna el país, es mayoría en el Congreso y tiene 22 entidades que concentran el 58.6% de la población nacional. El PRI entró en ruta de encogimiento, el PAN se atrinchera en regiones donde el racional de “impedir el avance de Morena” está bien cimentado y se refleja en voto duro, y el PRD tiene mucho tiempo transitando el inframundo.

Movimiento Ciudadano se sitúa frente al reto de la hoja en blanco, ¿hacia dónde ir, por dónde empezar? Apostar al crecimiento en abstracto producto del extravío de una alianza que le habla a la franja minoritaria de la población parece una ganancia parcial y testimonial. Lejos de subvertir el orden actual, el partido de Dante Delgado opta por una posición política poco poblada, con poco calado en los tendidos: el centro democrático.

Con independencia de los porcentajes de participación, las denuncias y los balances escritos por la autocomplacencia de cada cual, no es posible advertir manifestación alguna fuera del guion más o menos por todos aceptado. Tampoco existieron sorpresas narrativas. La idea de “futuro” sigue presente en las diversas ofertas de campaña… sin que necesariamente “el futuro” haya significado mejoras en la vida de millones.

En la introducción al texto “Lo que está en juego”, el historiador Phillipp Blom nos sitúa ante una especie de intuición que podría ser generalizada entre los electores de países de Occidente, como México, respecto a la idea de futuro elaborada, difundida e impuesta por la hegemonía cultural, política y social:

“Nada de la situación actual es natural y necesario; no lo es el famoso orden liberal-democrático, ni la existencia de los derechos humanos, ni el cambio climático ni la digitalización del trabajo humano y tampoco la mejora del nivel de vida y la esperanza de vida en muchos países, ni la idea de que una sociedad tiene que gestionarse como una empresa. Son hechos contingentes y a menudo casuales, producto de anteriores situaciones entremezcladas, estadios transitorios de un futuro aún desconocido”.

Quienes se disputan el voto asumen que las condiciones bajo las cuales se desenvuelven son dadas, invariables. En ese entendido discuten y ponen a disposición del mercado el qué no son, qué rechazan, hacia dónde no quisieran ir. Pero, en la línea de Blom, no intuyen que deben quitarle lo desconocido al futuro.

Una segunda cita de la misma obra:

“¿Y cómo se inventa a los clientes? Se despierta en la ciudadanía normal un deseo que antes no tenía. Se encarga uno de que quieran hacer lo que deben hacer, y lo que deben hacer es comprar. [...] los humanos no son seres racionales, sino un torbellino de emociones destructivas reprimidas, negadas y sublimadas por una educación traumática durante el tiempo necesario para adquirir la apariencia de razón y civilización”.

Y es que los clientes de la democracia liberal generan cada vez más resistencias para validar un sistema que los excluye, usa y empobrece. Los Derechos Humanos son libertades negativas porque no hay condiciones para ejercerlos. La democracia en abstracto es una libertad negativa porque no existen condiciones para ejercerla. El futuro es una entelequia negativa porque, ¿quién ha llegado a él con un saldo favorable? Somos inmigrantes, no tenemos seguridad social, estamos en el subempleo, nacemos endeudados y, para fines estadísticos, moriremos más pobres.

En las elecciones y las reacciones triunfa el sistema, y lo hace determinando la cotidianidad. ¿Cómo asegurarlo? Ni siquiera el presidente antisistema es capaz de adjetivarlo: “...cuando se habla del modelo neoliberal, he llegado a sostener que si se aplicara sin corrupción, no sería del todo malo”: AMLO, 24 de mayo de 2022.

Es evidente que López Obrador no reproduce transversalmente los principios del neoliberalismo, pero también es una realidad inocultable que posee el mismo núcleo racional que le da sustento. Piensa y toma decisiones determinado por el paradigma liberal capitalista que dota al modelo de economía neoclásica de una ceguera según la cual los seres humanos toman decisiones con la misma información y la misma capacidad de análisis.

¿Qué contradicción nos queda como la principal en la coyuntura de las contiendas electorales? Obradoristas y opositores creen y ejercen el mismo modelo, se llevan bien con el sistema. Sin embargo, el presidente asegura que no miente, que tiene amor por el pueblo, y más o menos 62% de mexicanos elige creerle. Lo demás, es lo de menos.

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