En el afán de tomar ventaja, el régimen (MORENA-PT-PVEM) y la alianza PAN-PRI-PRD han iniciado actividades proselitistas fuera de los tiempos establecidos en la ley. Se diría que en la guerra y en el amor todo se vale, pero en democracia hay reglas establecidas en las leyes, y en la ausencia de dichas reglas la anarquía vulnera la democracia.
Al ejercer un cargo público (como lo han hecho las personas que participan en la adelantada contienda) se protesta guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanan. Han hecho exactamente lo contrario.
Como si fuera una batalla campal en la que no hay reglas ni árbitro válidos, el régimen y los viejos partidos iniciaron en los hechos sus campañas presidenciales, eligiendo (es un decir) a sus abanderadas en procesos internos que recorrieron el país haciendo campaña prosélita.
Ya veremos si el INE y las autoridades jurisdiccionales se dan por enterados y sancionan, o seguirán el mañoso juego de elecciones adelantadas que inició el presidente López Obrador y que los demás partidos, menos uno, siguieron a pie juntillas.
Ese único partido que ha permanecido terco en respetar las leyes de nuestro país es Movimiento Ciudadano.
Desde la alianza de los viejos partidos y desde el oficialismo, a través del propio Presidente de la República, se tentó al partido naranja a adelantarse también a los tiempos, a hacer precampaña y campaña anticipadamente para convertir la sucesión presidencial mexicana en una competencia de violaciones a las normas electorales.
Pero Movimiento Ciudadano no cayó en el garlito. Hasta ahora, el naranja ha sido el único partido político que ha respetado los tiempos que la ley establece. Es el único que ha respetado la Constitución y las leyes.
Y por respetar la legalidad, le echan montón.
El oficialismo, intentando influenciar en las decisiones internas del partido naranja, con insinuaciones presidenciales incluidas.
La alianza de viejos partidos por otro lado se echó un clavado en un mañoso juego para pedir-casi rogar a Movimiento Ciudadano que se sume a la alianza, y al mismo tiempo a cada rato le agrede de todas las formas posibles en el ámbito político.
Cuando el joven gobernador de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda, en uso de sus derechos como ciudadano y como practicante de la política, expresó su intención de participar en la contienda presidencial, los viejos partidos iniciaron un movimiento para intentar taparle el paso de todas las formas posibles.
Los viejos partidos se mueren de miedo ante la sola idea de que un joven participe en la contienda presidencial.
Un joven que en 2021 empezó la competencia electoral en el último lugar y con apenas un 8% de intención de voto y en tres meses rebasó a todos, a los viejos partidos y a la candidata del régimen, y ganó la gubernatura de Nuevo León con el 36% de la votación.
Y sin ataques sucios.
Muchos factores se conjuntaron entonces, como muchos se están conjuntando ahora. Cada elección es diferente y la decisión estará en manos del electorado, que no es el mismo en Nuevo León que en todo el país, es cierto.
Sin embargo, el pánico de los viejos partidos nos dice mucho de lo que podríamos esperar de una contienda presidencial con más de dos sopas, sobre todo con la llegada de una candidatura fresca y lejos del enfrentamiento que proponen el régimen y los viejos partidos.
Sobre todo, un escenario en que para variar los partidos y quienes participen en la competencia inicien con respetar la Constitución y las leyes. En un país como el nuestro en que tanta falta hace que se predique con el ejemplo, debemos empezar por respetar la ley y no por presumir quién es que la transgrede más para sacar ventaja.