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El lunes 21 de marzo se celebró un aniversario más del nacimiento del Benito Juárez, uno de los personajes más controvertidos de nuestra historia y dos días después me encontré (de nuevo) una publicación en redes sociales que, ilustrada con el montaje de una fotografía en el que se colocaron elementos masónicos a este personaje, asegura que:
Benito Juárez nunca ganó una elección, pero fue presidente por 14 años hasta su muerte natural en medio de una revolución para derrocarlo.
No escribió las Leyes de Reforma y nunca luchó en ninguna guerra, pero provocó tres; una de ellas para imponerse a sí mismo y a una constitución ilegítima en favor de la masonería a la que pertenecía; e intolerante con la Iglesia Católica.
Analicemos las cosas. Si bien es cierto que en su calidad de titular de la Suprema Corte de Justicia, Juárez asumió legalmente la presidencia de la república por el golpe de Estado que Ignacio Comonfort dio en diciembre de 1857 contra la Carta Magna promulgada ese mismo año,1 también lo es que tras la Guerra de Reforma hubo elecciones en las que derrotó a Miguel Lerdo de Tejada y el general Jesús González Ortega, por lo que el 11 de junio de 1861 el Congreso lo declaró presidente constitucional para el periodo que terminaba en 1865.
Sin embargo, meses después nuestro país fue invadido por tropas francesas, austriacas y belgas, que junto a un buen número de mexicanos imperialistas y conservadores trataron de imponer al archiduque Maximiliano como emperador. Por ello fue imposible tener elecciones en 1865 y Juárez, usando las facultades extraordinarias que le otorgó el Congreso dos años antes, tomó la controvertida decisión de alargar su mandato.
En 1867, instalado el gobierno de la república en la ciudad de México tras el triunfo contra el imperio y el fusilamiento de Maximiliano, Miramón y Mejía, se llevaron a cabo las elecciones presidenciales correspondientes y Juárez venció contundentemente al general Porfirio Díaz con 7,422 votos contra 2,709.
Cuatro años después Juárez buscó la reelección y derrotó a Sebastián Lerdo de Tejada y a Porfirio Díaz en las elecciones correspondientes. Pero como ninguno obtuvo la mayoría absoluta, el Congreso eligió al presidente para el periodo 1871-1875, recibiendo don Benito 108 votos contra 5 en blanco y tres de Porfirio Díaz, quien molesto por el resultado se levantó en armas en noviembre de 1871 con el Plan de la Noria, mismo que afirmaba en sus últimas líneas: “que ningún ciudadano se imponga y perpetúe en el ejercicio del poder, y esta será la última revolución”. Algo irónico si consideramos que Díaz estuvo en el poder más de treinta años.
Como podemos ver, es falso eso de que Juárez “nunca ganó una elección”, ya que triunfó en tres. También es mentira que murió “en medio de una revolución para derrocarlo”, ya que si bien en julio de 1872 Díaz y sus partidarios seguían levantados en armas, no podía hablarse de una revolución generalizada.
Centrémonos ahora en la acusación de que “no escribió las Leyes de Reforma”. Para ello hay que señalar que, en un sentido “amplio”, la reforma liberal abarca desde la primera enmienda emprendida por Valentín Gómez Farías en 1833 hasta que Sebastián Lerdo de Tejada incorporó estas leyes a la Constitución en 1874. En un sentido “medianamente estricto” el periodo abarca de 1855 a 1867, desde las primeras leyes publicadas por el gobierno de Juan Álvarez hasta la victoria sobre el imperio. Finalmente, en un sentido “estricto”, se considera que las Leyes de Reforma fueron promulgadas en 1859.
Lo anterior es importante porque en noviembre de 1855 fue expedida la Ley de Administración de Justicia, elaborada por el ministerio que entonces estaba a cargo de don Benito. La también llamada Ley Juárez suprimió, entre otras cosas, los fueros ecle-siásticos y militares, además de los tribunales especiales; por lo que algunos integrantes del clero y el ejército se levantaron en armas contra el gobierno emanado de la Revolución de Ayutla.
Por todo esto, tampoco es cierta la acusación de que don Benito “no escribió las Leyes de Reforma”, ya que ahí está la Ley Juárez. Incluso si consideramos solo las promulgadas en 1859, queda claro que estuvo de acuerdo con ellas, ya que las promulgó como presidente.
En cuanto a que “nunca luchó en ninguna guerra” hay que decir que, en 1829, Juárez se alistó en la milicia cívica oaxaqueña para pelear contra la reconquista española y fue nombrado teniente de una compañía; pero no entró en batalla porque los españoles no atacaron por Tehuantepec sino por Tampico, donde fueron derrotados.
Años después, durante la invasión norteamericana, era diputado por Oaxaca, estado del que en noviembre de 1847 se convirtió en gobernador. Y en la Guerra de Reforma y la Interven-ción francesa ocupó la presidencia de la república, por lo que no le correspondía tomar un fusil y marchar al frente de batalla, sino mantener a flote los gobiernos que encabezaba, motivo por el que viajó penosamente por el país1 y varias ocasiones estuvo en peligro de muerte.2
Es mentira también el que Juárez provocó tres luchas armadas, “una de ellas para imponerse a sí mismo y a una constitución ilegítima en favor de la masonería a la que pertenecía”, ya que tanto en la Guerra de Reforma –iniciada por el golpe contra la Constitución de 1857 dado por los conservadores y Comonfort– como en la Intervención francesa y la rebelión de Porfirio Díaz –tercer conflicto al que podría hacer referencia la publicación–, se limitó a defender al gobierno legalmente establecido.
Ahora, eso de que la Carta Magna del 57 era ilegítima también es falso, ya que la redactó un Congreso Constituyente debidamente convocado y constituido que reunió a personajes tan destacados como Ponciano Arriaga –segundo en la fotografía, sentado de izquierda a derecha–, Valentín Gómez Farías –sentado al centro–, Ignacio Ramírez, el Nigromante –tercero de pie y de izquierda a derecha–, Francisco Zarco, Santos Degollado y Guillermo Prieto.
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1 Por las condiciones de los caminos y los medios de comunicación.
2 Como en Guadalajara en 1858 (capítulo 2) y en Zacatecas en 1867, donde casi cayó prisionero del imperialista Miguel Miramón, quien le escribió a su esposa: “Juárez se nos escapó de las manos”, lamentando su mala fortuna.
Hay que decir que la Constitución tampoco era “intolerante con la Iglesia Católica”,1 pero como sus altos jerarcas y los conservadores estaban acostumbrados a que el gobierno defendiera su monopolio, enfurecieron cuando la nueva ley determinó que el Congreso no podía “dictar leyes estableciendo o prohibiendo religión alguna”.
Finalmente es importante señalar que hasta 1855 la masonería desempeñó en México el mismo rol que hoy tienen partidos como Morena, el PRI o el PAN, ya que permitía organizarse y articularse políticamente a los mexicanos de aquel entonces. Es importante mencionar que Benito Juárez fue un católico convencido y no el monstruo antirreligioso que, 148 años después de su muerte, sus enemigos continúan empeñados en hacernos creer.
Fuentes:
(S/F). Constitución de 1857. Con sus adiciones y reformas hasta 1901. Cámara de Diputados. Extraído el 19 de junio de 2020 de:
http://www.diputados.gob.mx/biblioteca/bibdig/const_mex/const_1857.pdf
El gobierno de Benito Juárez (1867-1872). México: INEHRM & SC.
García, Marta Eugenia (2012) Reacción Social a las Leyes de Reforma (1855-1860). Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Extraído el 12 de julio
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3100/25.pdf
González, Moisés (2006). La Ley Juárez. Historia Mexicana Vol. 55, Núm. 3 (219). Extraído el 18 de junio de 2020 de:
https://historiamexicana.colmex.mx/index.php/RHM/article/view/336
González, Raúl (2012). Reforma Liberal. Cronología (1854-1876). México: INEHRM.
José, Georgette (2012). Candidatos, campañas y elecciones presidenciales en México. De la República Restaurada al México de la alternancia: 1867-2006. México: IIS de la UNAM.
Juárez, Benito (1993). Antología, México: UNAM.
Roeder, Ralph (2010). Juárez y su México. México: Fondo de Cultura Económica.
También pueden consultarse los diarios editados en México durante la época de Juárez, muchos de ellos opositores feroces del oaxaqueño. Están disponibles en la página web de la Hemeroteca Nacional de México y el acceso es gratuito.