Una de las maneras de acercar la historia de México al público en general es mediante películas, cuentos y novelas, siendo Eugenio Aguirre uno de los escritores más prolíficos y reconocidos de nuestro país en la materia, calificativos avalados por más de 50 libros publicados, entre los que podemos mencionar Victoria (2004), que recrea de forma muy interesante la vida del primer presidente de nuestro país y Leona Vicario. La insurgente, que nos permite conocer a la primera periodista en la historia de México y quien está recibiendo el homenaje del Gobierno de México, que decretó al 2020 como el “Año de Leona Vicario, benemérita madre de la patria”.

Abogado por la Universidad Nacional Autónoma de México, Eugenio combió su profesión con la escritura, publicado Jesucristo Pérez (1973) y otras dos novelas; pero un decidió un día alejarse de una profesión que lo conflictuaba mucho, ya que “es terrible estudiar una carrera para impartir justicia y darte cuenta de que la justicia no existe”. Estudió una maestría en letras y además de escribir fue 15 años maestro en la escuela de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), dio clases en el diplomado de Casa Lamm y ha impartido conferencias en universidades de Estados Unidos y Europa, como Cambridge.

Descendiente de los revolucionarios Adrían, Luis y Eugenio Aguirre Benavides, a quien debe su nombre, nuestro escritor estuvo casado durante 27 años con Gisela von Wobeser, “una historiadora muy notable, muy destacada” con la que compartía los mismos afanes y las mismas inquietudes, por lo que en entrevista con la mecionó que aprendió “mucho a través de ella y de grandes historiadores que iban a casa. La historia la llevo en la sangre pero no soy historiador, soy escritor y nada más".

El abogado que decidió ser escritor
El abogado que decidió ser escritor

Por ello no debe sorprendernos que sobre su novela Gonzalo Guerrero (1980) haya dicho el reconocido arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma que “en pocas ocasiones contamos con una obra que, apegada al dato histórico y con ameno manejo literario, nos lleve al mundo novelado del pasado y nos lo presente actual, vivo, latente”.

Y eso es de lo mejor que hace Eugenio, ya que lo mismo nos hace imaginar la manera en que “de las cimas de los templos salía humo de copal y sonidos de oraciones y cánticos” en el México prehispánico de la obra citada anteriormente, que nos lleva al convento de Churubusco en la batalla del 20 de agosto de 1847, cuando:

Estas líneas corresponden a La gran traición. La guerra donde perdimos la mitad de México (2011). Dos años antes publicó Hidalgo. Entre la virtud y el vicio, obra en la que nos muestra a un personaje bastante diferente al que pinta la historia de bronce y mucho más cercano a como fue en realidad: un hombre trabajador e idealista, pero que al mismo tiempo disfrutaba los placeres de la vida, como la música, la comida y el chocolate, que era su debilidad. Esta novela, por cierto, fue base para la película Hidalgo: La historia jamás contada (2010) y su protagonista, Demián Bichir, la leyó atentamente para dar vida al cura de Dolores, según comentó en la entrevista que tuvimos durante la promoción del largometraje.

Comienzan a escasear las municiones. Se le hace saber al general Rincón y este solo mueve la cabeza de un lado a otro y exclama: «¡Ya lo sabía! Por eso pedí al general Santa Anna que, al enviarnos el batallón de San Patricio y el de Tlapa, nos mandara, junto con ellos, un carro con parque». «¡Y sí lo hizo! Solo que el imbécil nos envió municiones de diecinueve adarmes para fusiles que no tienen ese calibre! ¡Los únicos que pueden usarlo son los irlandeses».

La desesperación cunde entre los hombres que quieren seguir combatiendo porque tienen la esperanza de triunfar sobre los atacantes. Muchos se arrojan sobre los cajones de parque, abren los paquetes con sus manos y tratan de meter los cartuchos en los cañones de sus rifles que, desgraciadamente, resultan muy estrechos. El fantasma de una traición vuelve a volar sobre nuestras conciencias.

Muchas son las novelas de este gran escritor, como Templo de Sangre. Una apasionante novela sobre los misterios ocultos del templo mayor (2016), Los burgueses (2017) Marieta, no seas coqueta (2015), en la que nos lleva a la Revolución Mexicana y comienza recordando el corrido de Rosita Alvirez, guapa mujer a la que un tal Hipólito le dio tres tiros por haberle hecho el desaire de no bailar con él. “¡Como si fuera su obligación!”, pensamos al leer las líneas de Eugenio, quien en la obra critica a los salvajes que hoy en día han convertido la vida de muchas mujeres en un infierno y a quienes, como al Hipólito de esta obra, se debería “cortarle los testículos y obligarlo a que se los coma con sus propios dientes”.

Y hablando de personajes despreciables vale la pena recordar la novela que publicó en 2014. Se llama El abogánster y pinta de cuerpo entero a uno de los personajes más siniestros que han pisado los juzgados mexicanos: Bernabé Jurado, un tipo:

Además de muchas otras cosas que hicieron trascender el apodo que recibió y da título a este libro. Y que seguramente le fueron aprendidas por algunos (o muchos, no lo sé) de quienes hasta antes de la pandemia llenaban los juzgados de nuestro país.

Corrupto y rapaz hasta el exceso, depravado y vicioso” que “protagonizó los mejores eventos de las páginas de Sociales, pero también los mayores escándalos que llenaron la nota Roja: la exoneración de William S. Burroughs por el homicidio de su esposa; la sospecha de que era el asesino de Mercedes Cassola; ser el presunto organizador de «la fuga del siglo al sustrer en helicóptero a un preso de la penitenciaría de Santa Martha Acatitla; engullir cínicamente, frente a las autoridades, las pruebas que inculpaban a sus clientes…

Y precisamente ahora que la Covid-19 nos da la oportunidad de emprender nuevos proyectos y actividades, nada mejor que voltear hacia la lectura, una de las costumbres más agradables y redituables que podemos adoptar e inculcar a nuestras familias. ¿Estamos hartos del encierro? Nada mejor que viajar a otras épocas y lugares de la mano de maestros como Eugenio Aguirre.

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