El Covid-19 fue la muestra de que las familias mexicanas enfrentan desafíos sin precedentes y destacó la urgente necesidad de un cambio en la política para atender de manera efectiva las necesidades de nuestro pueblo.
Un ejemplo es el señor Francisco, de más de 70 años, quien en uno de mis recorridos me compartió su dolorosa experiencia de perder a su esposa por el virus y las consecuencias de la vacuna que recibió y como quedó, por varios días, incapacitado y sin posibilidad de brindar cuidados a su hija con discapacidad. No encontré una respuesta que minimizara la angustia que reflejó la última pregunta que me hizo el señor Francisco ¿Qué va a pasar con mi hija si yo muero?
Su pregunta es un llamado no solo a Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto, o cualquier otro aspirante a la presidencia, sino también al relevo generacional de políticos. Es un recordatorio de que la mano del Estado debe permanecer extendida hacia aquellos que más lo necesitan, y que el Estado debe estar siempre presente para sus ciudadanos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha hablado sobre la importancia de este relevo, pero va más allá de seguir una ideología preestablecida. El relevo debe adaptarse a la nueva realidad del país y desterrar la rancia forma de hacer política que favorece el gobierno de opinólogos a quienes les basta enfocarse en la redacción de tweets en lugar de buscar satisfacer las múltiples necesidades de la ciudadanía. También debe desnudar ante la opinión pública a los políticos simuladores, que han hecho de la política un vulgar y descarado teatro de la farsa en donde se apuesta a la pose, la foto, el baile que está “en tendencia” en redes sociales, para conseguir seguidores. El relevo debe arrancar de la política a quienes actúan con prepotencia y desprecio hacia el pueblo.
De 60 millones de personas trabajando en México, poco más de 5 millones trabajan en el sector público. El relevo debe tomar nota de las buenas prácticas de las empresas más exitosas en el mundo que son aquellas que ya nos hablan por nuestro nombre, pues a pesar de la hiperdigitalización que vivimos, como individuos demandamos cada vez más una atención humana, amable, personalizada y hasta nuestros hogares.
¿Qué pasa con la burocracia? ¿Por qué, a pesar de los avances tecnológicos, la mayoría de las autoridades mantienen trámites en donde son los ciudadanos los que deben acudir a las oficinas, muchas veces con procesos de los años noventa que hacen lentísima su atención e imposible el acceso para quien tiene discapacidad?
El relevo generacional encara un desafío titánico: desatar las cadenas del pasado, que han sido corruptas, ineficientes y carentes de visión, frenando el potencial de nuestra nación y truncando los sueños de millones en México. El político del relevo debe trascender los límites de su oficina para sumergirse en las calles de su ciudad, llegando a los hogares donde la necesidad se hace sentir. Debe ser la mano física que materializa la ayuda estatal para satisfacer las necesidades más apremiantes. ¡Es hora de tomar la estafeta, esforzarnos y hacer realidad los sueños que tú y tus seres queridos merecen!
Senador de la República