Hoy más que nunca, el rol de la mujer a nivel mundial es de vital importancia.
La sensibilidad, lo detallista y la calidez, son características intrínsecas de nosotras las mujeres y son ventajas competitivas en el mundo laboral.
Se ha llegado a decir, que el siglo XXI es un retorno a la espiritualidad y el tiempo de la mujer.
Y es debido, al gran liderazgo, que se ha manifestado, por una entrega de vida, a ideales más profundos.
La gran sensibilidad y el cuidado de los detalles, nos ha llevado a involucrarnos en áreas, antes dominadas por el hombre.
Con el valor agregado de buscar un equilibrio entre la sensibilidad y lo racional.
La educación es una llave y abre muchas puertas. La gran apertura de profesiones nos ha dado las oportunidades para trascender, de forma muy activa, a nivel internacional.
Y es de admirar los muchos intereses en los que participamos, además de la conciencia de formar una familia.
Son muchas las áreas, donde la mujer participa y trasciende.
Abriéndose paso y ganándose un lugar en la historia.
Además de contar con la intuición femenina, en el plano de los negocios, un valor extra, coadyuvando la información, hacia la toma de decisiones más oportuna y eficaz.
Desde el punto de vista de neurociencias, el cerebro femenino es muy diferente al cerebro masculino.
Las conexiones neuronales, hacen que la mujer pueda realizar varias actividades al mismo tiempo, mientras, el hombre se enfoca más a una actividad.
Esas diferencias en la neurociencia generan diferentes puntos de vista y formas de pensar. Y son muy convenientes en un equipo multidisciplinario.
Sin embargo, por nuestra naturaleza, las mujeres somos mucho más emocionales, que los hombres.
Y ese sentir, nos sirve, para involucrarnos y saber comprender nuestras emociones, al vivir un proceso.
Admiro a las científicas, que han realizado investigaciones de cáncer y a su vez, resultan afectadas por la enfermedad.
Trabajan con su conocimiento, para erradicar el cáncer y todavía dan testimonio de su vida, de la forma en que enfrentaron su batalla personal.
Abren su corazón y cuentan su historia, compartiendo lo que hicieron para lograr decir:
Sí se puede.
¿Quién crees que te va a ayudar a levantarte?
Alguien, que ya se levantó.
La persona, que ya conoce el camino y la forma de manejar la situación.
Cuando he conversado, con mujeres, que han enfrentado obstáculos de diversos tipos y han logrado salir adelante comentan:
"No soy la misma persona que fui, en ese momento. Cambié, estuve muy encabronada con la vida."
Al escucharla, se me hizo una respuesta, muy honesta.
Puedo decir, el enojo, te estanca.
Empieza de una forma muy sutil, con la impotencia, que al paso del tiempo, se convierte en frustración.
Y en ese momento, el enojo se presenta, creando un sinfín de pensamientos, actitudes, que afectan la forma de ver las cosas.
Con el tiempo vemos y aceptamos nuestra responsabilidad.
Y la esperanza llega como una invitada silenciosa.
Suena fácil. No lo es.
Muchas de las mujeres, que son exitosas, se han visto divididas entre su profesión y su familia.
Y el desafío es dejar de buscar al hombre adecuado, por el hombre, que nos comprenda.
Muchas de las líderes de opinión, han elegido sus profesiones, por no contar con el apoyo de su pareja.
Detrás del éxito, hay un espacio vacío en sus vidas.
Ojalá y los cambios que hemos enfrentado, nos sirvan para reflexionar y valorar lo realmente importante.
Y después de las tragedias ocurridas a nivel mundial, nos quede el deseo y la voluntad de tener paz.
Se puede.
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