El gran erudito Rav Berg dio a conocer la kábbalah, a nivel mundial, con el objetivo de acercarnos más a la Luz.

De hecho, en el libro Nano, escrito por su hijo Yehuda Berg, muestra la influencia de la mente sobre la materia, donde narra, que el mismo Rav Berg, estuvo en un estado de coma y en la oración de shabbat, hacía la oración y volvía al estado de coma.

Es impresionante, como la mente, puede llegar a dominar al cuerpo, siendo elemental, para evitar, que las situaciones cotidianas, nos afecten, al grado de crear enfermedades.

Su gran fe, le dio la fortaleza, para crear pensamientos positivos.

Y esos pensamientos positivos, nos ayudan, a crear una nueva perspectiva.

A su vez, en otras creencias, se presentan diversas formas, de crear una realidad aparte.

En el libro de Viaje a Ixtlán, del antropólogo Carlos Castaneda, narra su amistad con el brujo Don Juan Matus, en el cual, busca cambiar la perspectiva de la vida y convertirse en un guerrero.

He de reconocer, que la primera vez, que leí el libro, no lo entendí, fueron dos o tres años, después, que al retomar la lectura, no pude soltarlo y comprendí las enseñanzas de Don Juan.

Y desde entonces, me convertí en seguidora de los libros de Castaneda, en los que menciona, la forma de cambiar, la manera de ver la vida, haciendo un viaje, al mundo interior, de cada uno de nosotros.

Desde borrar la historia personal, para no crear etiquetas y estar abierto a los cambios.

La gran importancia de saber dónde estamos, en qué lugar nos encontramos, en todos los aspectos de la vida y determinar a donde queremos llegar.

Y desde ahí…

Observar la gran influencia de la mente sobre la materia.

Y a su vez, sobre el mundo, que nos rodea.

Existen una serie de preguntas, muy importantes, para ubicarnos:

¿Qué pensamos?

¿Qué recursos tenemos en nuestra mente?

¿Qué pensamientos elegimos al tomar una decisión?

¿Qué pensamientos provienen de la Luz?

Y la última y no menos importante,

¿Dónde reside mi fortaleza?

Incluso, aunque las acciones arrojen un resultado, que aparentemente, sea un fiasco, si las acciones, se realizaron desde la buena intención, los átomos trabajan a favor y al final todo se acomoda.

Sólo existen dos sentimientos, el miedo y el amor, los sentimientos de ira, frustración y pérdida, por citar sólo a algunos, provienen del miedo y la dicha, la alegría, por un decir, provienen del amor.

Y día a día, la vida nos lleva a vivir situaciones, que nos confrontan con el saber, que Dios es bueno.

Y aquí es importante recordar, que todo lo que nos ocurre en la vida, es para nuestro bien.

Esto no significa, que la vida, vaya a ser muy fácil.

De hecho…

No es miel sobre hojuelas.

Es un proceso.

Y muy interno,

Es ser vulnerable.

Y al vivir el proceso es muy importante preguntarnos:

¿Qué nos enseña?

¿Qué lección voy a aprender?

Y que la ternura, la bondad, la caridad y el amor, hacia nosotros mismos primero y hacia los demás, nos lleva a la paz y al amor.

El no juzgar, es muy importante, ya que, el juzgar, crea obstáculos, que impiden el fluir del amor, en todo nuestro ser, tanto a nivel físico, como emocional y espiritual.

Es simple.

De hecho, en la vida, se pasa por momentos de humillación, donde uno pierde todo, con el fin, de quitar los espíritus de orgullo y dar lugar a espacio, para una gran bendición.

Todo está conectado, nada es por casualidad, las casualidades no existen…

Por lo tanto, el tener la mente abierta, nos ayuda a crear, nuevas condiciones y cambios.

Sólo es cuestión de darnos la oportunidad, de confiar, de estar receptivos.

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