Érase una vez,

un príncipe,

que buscaba,

a una princesa…

Y viceversa…

Al fin y al cabo…

¿Qué es el amor?...

Podría decir, el amor es un conjunto de impulsos eléctricos, la unión de dos neurosis o como diría, el gran filósofo Erich Fromm, amar es dar.

¿Qué es lo que damos?

Qué transforma a las personas, con el paso de los años, en leyendas y en míticas historias, que al ser contadas en cartelera, no podemos evitar decir, que la realidad, supera a la ficción.

Y son las acciones cotidianas, que se transforman en hazañas y convierten a un ser humano ordinario, en extraordinario, al agregar a su vida, una sola variable, el amor.

Y en ese momento, nos sentimos fuertes y valientes y no existe un obstáculo, al cual, no podamos enfrentar.

Corremos riesgos, que en un estado normal, no haríamos y nos convertimos en héroes, la vida cobra más luz y todo se vuelve más claro,

Y ese sentir, ese lazo invisible, que une a dos personas, se vuelve una unión a nivel espiritual, siendo la unión de dos almas, en vez de ser solo una.

Y con la adrenalina, recordamos las imágenes, de aquellos momentos, que permanecerán en la memoria, incluso, hasta el último segundo, de nuestra existencia.

Y sin darnos cuenta, no podemos comprender, cómo pudimos haber vivido, sin el otro y la vida entonces, cobra sentido.

Nos volvemos idealistas, empezamos a planear a futuro, el tiempo se vuelve corto, con el ser amado y largo en la espera de volver a verlo.

Y entonces…

Nos enamoramos...

¿Quién no recuerda su primer beso? o ese beso robado, que sin permiso, nos fue tomado.

Y el arrojo, del adolescente, que lo lleva a robar una flor, por el simple placer de regalarla.

En fin, son tantas cosas...

Por eso, cada catorce de febrero, se festeja, alrededor de todo el mundo, a San Valentín, un festejo donde el mostrar el afecto y las emociones, nos da la oportunidad de ser vulnerables.

Si, vulnerables, el permitirnos quedar expuestos, mostrando el verdadero sentir, que oculta la máscara a diario.

Y es ahí, desde el desnudo emocional, que el amor, se asoma, sin protección, bajo el riesgo, de solo un par de palabras:

Te amo.

Y me encantaría escribir, desde la visión, de los grandes escritores, de épocas pasadas, que han escrito del amor, desde su enfoque, muy particular.

No puedo negar, que tengo mis favoritos, comenzaría con Jane Austen y la capacidad de sentir de los personajes de sus obras, la forma en que narra el sentimiento, que hay detrás, de cada acto, mostrando el deber ser y hacer de las costumbres, de la época victoriana, en la campiña inglesa.

No podría dejar atrás a Marguerite Duras, autora de L'Amant, donde la sensualidad, la pasión y el erotismo, fluyen al contar, su historia, con un hombre mayor y los conflictos por la diferencia cultural.

Y por último y no menos importante a Antoine de Saint-Exupéry y Le Petit Prince, en donde la amistad, en una relación, es simple, es un regreso a nosotros mismos, a recordar quienes somos y de dónde venimos.

Es un regreso a casa.

Todo esto es para poder sentir, hasta el hueso y ser conocidos y reconocidos, por el ser amado.

¿Cuál es el peor enemigo del amor?

El silencio.

Tras un silencio, quedan tantas dudas, supuestos e historias contadas e inventadas, desde la perspectiva propia, de nuestras heridas.

Donde en nuestra imaginación, consideramos saber, lo que el otro piensa, hace y supone.

Si yo pudiera pedir algo…

¿Que pediría?

La apertura, para dialogar, crear y amar…

De hecho, cada vez, más me convenzo...

¡No hay límites para el amor!

Hay que correr el riesgo…

Amemos…

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