La música ensordecedora empieza alrededor de las ocho de la noche y continúa hasta altas horas de la madrugada. Con la música se entremezclan carcajadas y, dependiendo de la canción, una que otra cantada. Así varias noches a la semana. Luego se escucha una ambulancia. Conforme pasan las semanas es más usual escuchar ambulancias a todas horas del día. Durante el día se escucha el movimiento habitual de las personas en la calle, conversaciones, risas y a los habituales vendedores ambulantes que pasan anunciando sus productos. Los partidos de futbol de la esquina se escuchan los fines de semana. Todas estas descripciones sonoras podrían parecer rememoraciones felices de nuestras actividades antes de la pandemia, desgraciadamente no lo son, lo que describo es lo que he escuchado todos los días desde mi ventana en Iztapalapa desde que comenzó este periodo de confinamiento social. Si uno sale a la calle parece que en plena fase 3 todo sigue igual en esta alcaldía. Muy poca gente con cubrebocas al caminar por la calle y muchas personas en la calle haciendo sus actividades usuales diarias.
Sin embargo, cuando uno revisa las cifras de infectados y muertos por Covid las cosas son muy distintas. Iztapalapa es la alcaldía con más casos por Covid en la CDMX con 4,274 casos confirmados acumulados y 1,133 sospechosos acumulados. Tomando en cuenta el porcentaje de casos confirmados por 100 mil habitantes las cosas toman otra dimensión. En este conteo la primer alcaldía con mayor número de casos es Milpa Alta con una tasa de 460 contagios confirmados por 100 mil habitantes, le siguen Iztacalco, Xochimilco y Tláhuac. Llama la atención que las alcaldías que más casos confirmados de Covid reportan son alcaldías de la CDMX con un perfil socioeconómico bajo. Entre ellas está Iztapalapa.
Una cosa que es importante seguir recalcando es la diferencia abismal de vivencias y de expectativas que se tienen al enfrentar el Covid-19 dependiendo de la situación socioeconómica en que se vive. Desde el privilegio que implica tener acceso a agua para lavarse las manos constantemente, hasta el lujo de poder trabajar a distancia sin temor alguno por no tener comida, hasta el nivel de incredulidad por el daño que puede hacer algo que no se ve. “¿Un virus?, esas son mentiras del gobierno para matar gente”, “Yo no creo que exista el virus, no conozco a nadie que se haya enfermado”, “Me siento mal pero no quiero ir al hospital, ahí se murió mi vecina y no quiero que me pase lo mismo”.
Mientras la incredulidad, la falta de información y la necesidad de gran parte de la población prevalezcan, será muy difícil que logremos salir de esta fase 3 en las regiones con más contagios del país. Aunque se agradecen las conferencias del subsecretario López-Gatell, el lenguaje utilizado en las mismas, aunque claro, tan solo le habla a una pequeña parte de la población educada que entiende las diferencias entre mortalidad y letalidad y lo que implican los porcentajes y las gráficas que en ellas enseña. El mensaje de “quédate en casa” parece no ser tan contundente cuando el propio Presidente informa que ya pasó lo peor de la pandemia, que ya aplanamos la curva y que reiniciará sus giras en los próximos días.
Hace unas semanas mi madre empezó con síntomas de lo que parecía una gripa. Sin embargo, conforme pasaban los días los síntomas fueron volviéndose preocupantes. Luego empezó con síntomas mi padre, desgraciadamente dada su hipertensión las cosas fueron muy distintas para él, de empezar con fiebre hasta llegar a tener una saturación de oxígeno en la sangre en 84%. No puedo explicar con palabras el terror y la angustia que padecí al ver a mis dos padres enfrentarse al Covid-19, no hay sensación de mayor impotencia que tener a un ser querido que no puede respirar por su propia cuenta. Sufrimos para encontrar una cama de hospital para mi papá, pero lo logramos, gracias al apoyo y el privilegio de poder acceder a servicios médicos privados. Incluso creyendo en la seriedad de la situación, mi familia padeció el Covid-19, sin embargo, los resultados de poder superar medianamente bien esta terrible enfermedad no serán los mismos para todos. Hoy más que nunca se debe dar el mensaje claro y contundente de parte del gobierno de qué hacer, más allá de gráficas y cifras, hoy más que nunca esa falta de contundencia puede significar la mayor pérdida de vidas humanas. Por favor, si pueden, quédense en casa.
Directora Ejecutiva de Impunidad Cero