Llevo días luchando con un sentimiento de impotencia y enojo profundos. Intentando poner orden a las palabras y proponer cosas en lugar de solo quedarme en la ira o el dolor. Tenemos que recomponer un tejido social en proceso de putrefacción. Un país en el que es posible violar y asesinar a una niña de 7 años, en el que una persona puede asesinar y desollar a su pareja. Un país en el que la realidad de múltiples violencias e injusticias queda en el olvido porque no hay espacio mediático para hablar de todas ellas ni respuesta institucional para sancionarlas y prevenirlas. Sin embargo, prefiero poner orden al dolor, contar las historias detrás de la inseguridad e impunidad rampante que vivimos, para empezar a dilucidar las pistas que nos permitan vivir en un país más justo y menos violento. Con este objetivo, explicaré algunos factores que permiten entender un poco la situación de violencia contra las mujeres en nuestro país.
Primero que nada, diré algo: sí vivimos una situación de violencia e impunidad generalizada. Pero incluso reconociendo esto, es indispensable diferenciar los tipos de violencia que estamos viviendo. Cuando escucho reclamos que piden no prestar atención diferenciada a la violencia de género porque matan a más hombres que a mujeres, percibo justificaciones sociales que perpetúan y justifican dicha violencia. Todas las violencias son condenables y merecen respuesta y prevención. Pero la única forma de lograr esto es que se reconozcan los distintos factores que intervienen en cada una de ellas. Es muy distinto hacer un análisis y una política pública contra el robo a transeúntes que hacerlo contra homicidio doloso. Lo mismo ocurre con la violencia de género.
La violencia de género se caracteriza por ser sistémica y silenciosa. Al revisar la ENDIREH puede uno darse cuenta que 60% de las mujeres reportan haber sido víctimas de violencia en algún momento de sus vidas. En la escuela, en la calle, en la familia, en el trabajo, en la pareja. A su vez, la misma encuesta reporta que gran parte de las mujeres no denuncian porque no reconocieron que estaban en una situación de violencia o porque temían las consecuencias al hacerlo, por lo cual muchas de ellas quedan en el silencio. Otro de los factores que son importantes considerar en la violencia de género es que en muchas ocasiones son personas con las que uno tiene una relación afectiva o de dependencia económica, las que realizan estas acciones violentas contra nosotras. Denunciar a un ser querido o del cual uno depende es un asunto muy complejo.
Otra cosa que es importante señalar respecto a la violencia de género tiene que ver con el aumento de la misma que estamos viendo. Tan solo de 2018 a 2019 se reportó un incremento en la denuncia de delitos relacionados con violencia de género: abuso, hostigamiento, violación, violencia familiar, feminicidio. Estos datos son obtenidos de las carpetas de investigación abiertas por estos delitos en las fiscalías estatales, sin embargo, al momento de revisar la ENDIREH se da uno cuenta que los delitos que logran ser denunciados son una minoría, ya que 90% reporta no haber denunciado un caso de violencia familiar.
Por último, creo que es importante dejar claro cómo nos afecta la violencia de género a todos. En la ENPOL del Inegi viene una sección sobre los antecedentes familiares de las personas privadas de su libertad. La mayoría reporta haber vivido en hogares biparentales y haber sido víctimas de situaciones de violencia familiar antes de los 15 años: gritos frecuentes, agresiones físicas, insultos, golpes y agresiones sexuales. Estos entornos de violencia familiar aparecen como comunes denominadores en las personas que acaban en prisión.
El tema de violencia de género es un tema que nos afecta a todos. Para poder hacerle frente tenemos que contar las historias de violencia e impunidad detrás. En este artículo intenté explicar un poco la parte de violencia de género, en otra entrega explicaré el tema de la impunidad particular que se da en los casos de violencia de género.
Directora Ejecutiva de Impunidad
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