El desabasto de medicamentos de la actual administración inició por un tema de corrupción. Al menos esa es la razón que dio el gobierno federal cuando cambió el sistema de compra consolidada que existía anteriormente y que realizaba el IMSS y pasó a un sistema centralizado de compra que realizó durante un tiempo y de forma fallida la Secretaría de Hacienda. Al revisar las licitaciones de medicamentos y ver que gran parte de los contratos los obtenían tres distribuidoras de medicamentos, aludieron a un oligopolio y un tema de corrupción y procedieron a cambiar el sistema de compra y distribución en 2019, ocasionando con esto el desabasto de medicamentos (para un mayor detalle pueden revisar la investigación Operación Desabasto de Impunidad Cero).

Lo que se dejó de lado en este análisis de supuestos actos de corrupción fue que la concentración de compras se debía a que el gobierno adquiría no sólo el insumo (las medicinas) sino la distribución al momento de licitar. No es que estas 3 distribuidoras fabricaran todos los medicamentos que requería el sistema de salud pública, sino que, por lo especializado de la distribución y almacenamiento de medicinas, lograban llevar las medicinas a las distintas regiones del país. Dados los recursos que se requieren para tener una red logística de distribución y almacenaje de medicamentos, es imposible tener una competencia mayor. Esto no implica necesariamente un tema de corrupción sino de tipo de mercado.

Para dar mayor transparencia al tema de compra de medicamentos se pagó a un organismo de la ONU, la UNOPS para encargarse de esta labor. Sin embargo, este organismo tampoco logró regularizar la compra y distribución de medicamentos en el país. Luego se le encargó la compra al Insabi quién tampoco logró la labor y con ello continuó el desabasto. Ante la persistencia del tema del desabasto, el Presidente empezó a nombrar la idea de crear una megafarmacia o farmacia central, que contara con “todas las medicinas del mundo” para poder abastecer a todas las zonas del país. Este martes, anunció que la creación de esta gran farmacia ya está en proceso y que en diciembre abrirá sus puertas.

Lo que llama la atención de este anuncio es que dará la gestión de esta gran farmacia a Birmex, una institución federal que se generó originalmente para el desarrollo de vacunas y que tiene un pasado de corrupción. Tal y como lo evidenció la investigación “Facturas Falsas, la epidemia en el sector salud” de Impunidad Cero y Justicia Justa, Birmex pagó más de $213 millones de pesos a cinco empresas fantasma en sólo 17 meses, entre 2014 y 2016. Si todo el desabasto de medicamentos se ocasionó por un intento fallido de librar al sistema de compra de medicamentos de temas de corrupción dar a Birmex la responsabilidad de la megafarmacia es la peor decisión.

Además del pasado opaco de esta institución, está el tema de si la megafarmacia podrá resolver el tema del desabasto de medicamentos, ante lo cual la respuesta es: no lo resolverá. Las medicinas no son insumos que se compran al por mayor y que se acumulan en una bodega esperando a ver cuándo se necesitan, no en un país con las dimensiones del nuestro y un sistema de salud pública tan complejo como el que tenemos. Tener un almacén central lleno de medicinas esperando a caducar es una mala idea, más si se consideran los recursos necesarios para hacerlo. El desabasto inició en 2019 con el cambio del sistema de compra que buscaba reducir los costos y espacios para la corrupción. A un año de que termine el sexenio, persiste el desabasto, el sobreprecio, el gasto innecesario de recursos públicos y la opacidad en la compra de medicamentos.

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