Hace unos meses, unos días antes de la elección, me llegó un correo que decía: “Creamos rumores políticos en horas”. Aunque sabía que el nombre del correo era un ciberanzuelo o clickbait no pude evitar abrirlo para saber a qué se refería. El correo era un anuncio de una empresa de call center que ofrecía servicios de “especialistas en rumor” para generar rumores políticos sobre un contrincante, posicionar temas en la agenda pública, o incluso mandar mensajes llamando al voto. El anuncio ofrecía además una asesoría personalizada para diseñar la estrategia, planes que iban desde los 10 mil pesos, así como la garantía de un servicio irrastreable que podía ser utilizado en veda electoral y que no tenía que ser reportado como gasto de campaña. Después de leerlo, me quedé fría. Sabía que existían empresas que vendían sus servicios para mover mensajes de campaña y mensajes políticos, pero no con ese nivel de descaro, cinismo e ilegalidad. No pude evitar pensar cuántos candidatos habían recurrido a este tipo de servicios para promover sus campañas y atacar a sus adversarios políticos.
Traigo esta historia a colación para hablar de un fenómeno relacionado que se da en política y en redes sociales que se conoce como astroturfing. El astroturfing se refiere a una campaña de simulación de apoyo masivo social y movimientos de base. El término astroturfing hace referencia a la marca de pasto sintético AstroTurf y su uso se remonta a la frase del senador Lloyd Bentsen, quien hizo referencia a la manera en que los tejanos podían diferenciar entre movimientos de base también conocidos como “grass-roots movements” y pasto sintético. En redes sociales el astroturfing se da cuando un tema o un hashtag se vuelven tendencia o se viralizan a través de una estrategia coordinada de posicionamiento a través de cuentas falsas o bots y con retuits de algunos mensajes originales. Al final lo que podría parecer una campaña social masiva en torno a un tema, se descubre como una estrategia de manipulación y posicionamiento de un mensaje usando cuentas falsas.
Uno de los casos recientes de astroturfing en redes sociales fue el ataque coordinado que se hizo contra la designación de Brenda Lozano como agregada cultural de la embajada de México en España. Lo que en un inicio parecía un reclamo en Twitter por una designación pública, al final fue identificado por analistas de redes sociales como una campaña coordinada de acoso virtual hacia la escritora y el secretario de Relaciones Exteriores. Lo que permite identificar los casos de astroturfing es la velocidad con la que un mismo mensaje es replicado desde algunas cuentas al inicio de la campaña y en momentos clave de la misma, así como la mayor cantidad de retuiteos que se dan comparados con publicaciones originales que retoman el hashtag o el tema que se viraliza. Esto no implica que todos los mensajes que se dieron en torno a esta polémica fueron falsos, pero sí señala que la gente reaccionó a una discusión manipulada y amplificada de forma engañosa usando cuentas falsas y bots para mantener el tema como tendencia.
Lo grave de este fenómeno es que posiciona y distorsiona mensajes de contenido social y político que se vuelven tendencia y que muchas veces traen detrás una agenda oculta. Al inicio el astroturfing se utilizaba como mecanismo de mercadotecnia en redes sociales, actualmente se utiliza para generar campañas de desinformación, campañas de ataques coordinados y para posicionar agendas respecto a temas sociales y políticos. Dada la importancia que están cobrando estos mecanismos de manipulación en redes sociales y lo mucho que usamos estas redes como medios de comunicación, es importante analizar y entender a fondo este fenómeno. Cuántas compañías ofrecen ese servicio en México, quiénes son sus principales clientes, quiénes están detrás de estas compañías. Antes de proponer un tema de regulación sobre un fenómeno tan complejo como el astroturfing, lo importante es analizarlo a fondo.
@itelloarista