En días recientes, la Secretaría de Turismo de México, encabezada por Josefina Rodríguez Zamora, anunció que entre enero y septiembre de 2024, más de 32.6 millones de turistas internacionales visitaron el país, logrando un incremento del 6.3% en comparación con el mismo periodo de 2023. A primera vista, estas cifras, basadas en datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), parecen señalar una recuperación innegable del turismo en México. Sin embargo, si revisamos con más detenimiento, descubrimos una historia mucho menos optimista, en la que el crecimiento sostenido pierde fuerza y los problemas estructurales empiezan a pesar.

La Secretaría ha puesto el foco en las cifras acumuladas y en la comparación interanual positiva, proyectando una imagen de éxito, igual que se hacía en el sexenio anterior. No obstante, esta lectura de datos necesita mayor profundidad. Aunque los números de INEGI reflejan incrementos globales, ocultan una tendencia preocupante que ha comenzado a manifestarse desde junio debido a la desaceleración progresiva en la llegada de turistas, especialmente los que llegan por vía aérea, hecho que afecta la competitividad y el atractivo de México como destino turístico.

Con base en la información analizada por el Sustainable Tourism Advanced Research Center (STARC), el flujo turístico muestra una contracción sostenida en los últimos tres meses, con caídas interanuales alarmantes sobre todo en los meses de agosto y septiembre, cuando las llegadas de turistas por vía aérea estuvieron incluso por debajo de los niveles de 2022. Esta tendencia negativa es particularmente significativa en un contexto donde la mayoría de los destinos globales buscan aprovechar el repunte del turismo post-pandemia, haciendo que nuestro país experimente un estancamiento.

Las causas de ello responden a múltiples factores que obligan a un análisis profundo y la generación sobre todo de acciones concretas. La primera sin duda, es la percepción de inseguridad. La violencia en ciertas regiones turísticas como Sinaloa, Michoacán, Querétaro, León y los constantes reportes sobre crimen organizado afectan de manera directa la imagen de México en el extranjero. Para muchos viajeros, el turismo es sinónimo de descanso y seguridad, la percepción de inseguridad puede ser razón suficiente para que los turistas elijan otros destinos.

La segunda, es la competencia internacional y cambios en preferencias de viaje. Mientras el turismo mundial se recupera, otros países han lanzado campañas agresivas de promoción que captan el interés de viajeros internacionales. Destinos en el Caribe, Europa y Asia, han intensificado su promoción y ofrecen opciones atractivas al mercado, están absorbiendo parte de la demanda que solía orientarse hacia México. Aunado a ello, las preferencias han cambiado, los turistas buscan cada vez más experiencias sostenibles y personalizadas, algo que México necesita fortalecer en su oferta.

La infraestructura insuficiente y saturación en destinos clave es otro de los puntos. Aunque México tiene una infraestructura turística sólida en destinos como Riviera Maya y Los Cabos, muchas otras regiones carecen de los servicios y la conectividad necesarios para atraer a turistas internacionales. Además, destinos ya consolidados enfrentan problemas de saturación al tener playas abarrotadas, servicios sobrecargados y poca gestión ambiental que degrada la experiencia y reduce la competitividad frente a otros destinos que apuestan por un turismo equilibrado.

Existe una falta de diversificación en los mercados emisores, México depende en gran medida de visitantes de Estados Unidos y Canadá, y ha descuidado la atracción de turistas de mercados emergentes como Asia y Medio Oriente. Esta dependencia hace que el turismo en México sea vulnerable a fluctuaciones en la economía, política e intereses de estos dos países, limitando su capacidad para enfrentar nuevas demandas y cambios de preferencia en el mercado internacional.

Aunado a lo anterior, existe un impacto a partir de la inflación y el aumento de costos de viaje. Los incrementos en precios de vuelos, alojamiento y servicios turísticos desincentivan la llegada de turistas con un presupuesto limitado. En un contexto de competencia global, estos aumentos pueden hacer que México sea percibido como un destino menos accesible y atractivo económicamente.

El objetivo debe ser analizar la información para enfocarse desde la Secretaría de Turismo y generar acciones y políticas públicas que permitan a  México recuperar su atractivo y fortalecer su posición como destino de primer nivel. Reportar solo cifras acumuladas o narrativas optimistas crea una ilusión de éxito que no permite ver los problemas que necesitan ser atendidos de manera urgente, y está la dependencia en el momento preciso, para hacer los ajustes necesarios.

Las cifras de INEGI son una herramienta valiosa, pero deben interpretarse con atención y contexto para reflejar tanto los éxitos como los desafíos. México cuenta con un potencial turístico único, pero necesita enfrentar estos problemas con políticas estratégicas y realistas. Solo entonces, el turismo dejará de ser un espejismo estadístico, para reposicionarse como una fuente de crecimiento económico, sostenibilidad, y bienestar para todos.

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