Las calles están cada vez más vacías. La gente trata de entender cómo será su vida en aislamiento social sin conocer cuándo regresará a la normalidad e, incluso, si volverán las cosas algún día a como estaban antes de la pandemia. El miedo es más a la incertidumbre que a la enfermedad y aunque nadie sabe con exactitud qué pasará en el mundo con la salud, la economía y la sociedad, las cosas ya cambiaron y seguirán cambiando. Sintonizamos la radio o la televisión y casi todas las estaciones hablan del bicho ese, nos estamos volviendo adictos a conocer todo lo que está pasando en torno al tema del coronavirus, es el miedo a lo desconocido.
Las faldas y los tacones, los trajes y las corbatas empezarán a empolvarse en el closet mientras que esos jeans flojos y pants que sólo usabas los domingos ahora serán tu prenda favorita. Se siente raro no poder salir, ahora tenemos más tiempo libre, pero no se disfruta porque es producto del aislamiento obligatorio. Memes, tiktoks, videos, series, películas, fotografías, noticias reales y fake news han inundado —aún más— nuestras vidas, y ahora que podemos leer y estudiar más, cuesta mucho concentrarse.
Y cómo no tener ansiedad si la economía mundial está al borde del colapso, las fronteras cerradas en casi todos los países del mundo, los mercados bursátiles por los suelos y con ellos los fondos de pensiones. Muchas empresas quebrarán y el desempleo será descomunal. Un locutor de radio en Montreal (Patrick Lagacé) equiparó esta crisis al momento en que la gente, durante la segunda guerra mundial, esperaba aterrorizada en un bunker el ataque de los alemanes sin saber si llegaría o no. Y aunque exageró, la sensación de esperar encerrado sabiendo que algo malo está pasando afuera y llegando a nosotros, empieza a sentirse.
Todo está cambiando. Quién hubiera dicho hace unos meses que hablar por teléfono volvería a ponerse de moda. Pero las redes de telecomunicaciones tienen un límite y no están diseñadas para el tipo de uso que les estamos dando con esta crisis. La utilización de Whatsapp se ha quintuplicado, la de internet móvil ha crecido 50%, en casa usamos más datos y esto será cada vez mayor con el creciente aislamiento que llevará a trabajar desde nuestro hogar con herramientas como Webex, Zoom o Skype. Netflix y YouTube han aceptado bajar la calidad de sus contenidos en Europa para consumir menos ancho de banda y evitar un colapso de las redes. El comercio electrónico ha empezado a tener aún mayor relevancia y las empresas que pronto se sitúen ahí, si no estaban ya, tendrán más probabilidades de sobrevivir. Las recomendaciones para evitar problemas con las redes: descargar los archivos pesados en horarios de menor tráfico, evitar correos electrónicos masivos y pesados, si puedes trabajar en conferencia sin video será mejor, usar el teléfono fijo en lugar del móvil para hacer llamadas. Muchos operadores en el mundo están liberando canales de entretenimiento y datos en internet sin costo como aportación a la situación que vivimos y eso está muy bien, pero nos toca a nosotros hacer un uso racional de las redes.
Y mientras estamos en esto, nuestros obtusos legisladores han aprobado ya en la Cámara de Diputados, una pésima iniciativa de modificaciones a la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión que pretende obligar a las plataformas por internet que ofrecen contenido audiovisual a pagar, y por consecuencia, cobrar impuestos y a tener en su catálogo al menos 30% de producción nacional. ¿Entenderán que no sólo Netflix y Amazon prestan estos servicios? En vez de legislar al vapor sin entender nada de cómo se comportan las plataformas digitales en la sociedad y la economía, ¿podrían concentrarse en trabajar para paliar los efectos de la crisis que estamos viviendo? Suspendan por un momento las estupideces en fast track, por favor. Mientras en otros países están decretando medidas de confinamiento obligatorio y apoyo económico para el desempleo es increíble que en México estén tratando de regular justo las plataformas digitales sin ningún tipo de sustento.
Mientras escribo esta columna, veo por la ventana a mi vecina que salió a caminar, le ha dado como 12 vueltas a la manzana, hace siete grados centígrados bajo cero, pero hay sol; Marie debe andar por los 75 años, su esposo sufre del mal de Parkinson y también sale a veces a pasear a su perro cuando el clima está un poco menos frío. Ella me ha contado que sigue un horario de actividades de manera rigurosa desde hace mucho tiempo y eso es justo lo que usted y yo debemos hacer, incluso y sobre todo con los niños que ahora están en casa. En toda esta crisis el cuidado mental es fundamental porque, sabe qué, más allá de cuidarnos y distanciarnos no podemos hacer nada más y mañana saldrá de nuevo el sol.