No terminaba de despegar el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), cuando llegó AMLO al poder. Las instituciones no maduran de un día al otro, requieren años y mucho trabajo para ocupar un lugar funcional en la organización del Estado y, aún más, para ser reconocidos y valorados dentro de una sociedad.

El SNA es extremadamente joven, producto de la reforma constitucional de mayo de 2015 y su ley reglamentaria de julio de 2016, su Comité de Participación Ciudadana (CPC), pilar del Sistema, se integró apenas en 2017 con la idea de ciudadanizar la lucha contra la corrupción. Sin embargo, por diversas cuestiones que no podría mencionar en tan breve espacio, el sistema no dio resultados, en parte por errores de diseño, de ejecución y sobre todo de concepción de la institución y desde luego porque, una institución nueva requiere tiempo para ser asimilada.

El SNA es antagónica al ADN de López Obrador porque para él la sociedad civil organizada, impulsora principal de la reforma, es una lacra; la lucha contra la corrupción debe estar centralizada y todo lo que huele a autónomo apesta, y porque se trata de una creación de la época neoliberal. En el nuevo régimen, el SNA no tiene ninguna cabida.

La lucha contra la corrupción de este gobierno tampoco ha rendido frutos, simplemente se administra distinto que antes. sobre el Estado de derecho, señala que México ocupa el lugar 135 de 139 países en la medición de “ausencia de corrupción”: el peor de nuestra región y solo a cuatro lugares de ser el peor del mundo.

¿Qué hacer entonces? El CPC fue integrado nuevamente después de tener sólo un miembro de cinco como consecuencia de las renuncias de tres de sus consejeros, entre ellas la mía. ¿Qué hacer ante la evidente violación al Estado de derecho, por ejemplo, en materia de contrataciones públicas? Deben ser muy hábiles y estar muy unidos los cinco. Si deciden que los temas se desahoguen solo vía el Comité Coordinador, en el seno del SNA, no tendrán ningún éxito porque los integrantes del Comité, o tienen lealtades con AMLO o no están dispuestos a pelear esa batalla. Así que van solos en el SNA, por ello deben estar focalizados y tener una agenda breve, pero con acciones concretas, de la mano de la sociedad civil:

1. Institucionalizar seriamente al CPC creando procedimientos y reglas de funcionamiento interno y de interacción con el exterior.

2. Elegir no más de cinco acciones en su plan de trabajo: la revisión del tema de adjudicaciones directas, la (no) compra de medicinas, el análisis de uno de los grandes proyectos de este sexenio y del anterior, y más importante aún, deberán llevar a cabo litigios estratégicos aprovechando la legitimación que ya tiene reconocida el CPC en el Poder Judicial.

3. Tener una política de comunicación y divulgación intensa. La única forma de incidir es integrando a la ciudadanía al debate. Nadie conoce al SNA y menos al CPC, eso no puede seguir así.

4. Integrar a los CPCs locales.

5. No ser la mascota anticorrupción de ninguna organización ni movimiento.

Es muy fácil perderse en el mar de asuntos coyunturales y burocráticos que invaden, con toda intención, la agenda del CPC, pero con los recursos limitados que tienen y la adversidad que enfrentan, una agenda concreta y con mano firme, es lo único que puede lograr hacerlos relevantes. Por lo demás, si van a perderse en el “glamour” de la falsa política y de la “eventitis”, seguirán siendo completamente intrascendentes para el beneplácito de muchos.

Presidenta de Observatel y comentarista de Radio Educación
Twitter: @soyirenelevy

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