Todos. La campaña del presidente López Obrador para desprestigiar, minimizar y marginar a los organismos autónomos, así como amedrentar a sus miembros, ha sido muy exitosa. Comenzamos un cuarto año de gobierno, con autónomos golpeados y debilitados. Pero AMLO no es el único causante de ello.
En efecto, la estrategia de comunicación cambió radicalmente en este sexenio, al igual que la relación del poder con los medios, ¿pero hay realmente una estrategia de los propios medios para contrarrestar los golpes institucionales? Creo que no. La agenda mediática se ha concentrado básicamente en tres fuentes: las conferencias mañaneras y los respectivos “escándalos” que de ahí surgen, la mayoría de ellos sin valor periodístico; el actuar legislativo, lógicamente porque ahí está la confección de leyes, y el Poder Judicial, que ha cobrado especial importancia porque se ha convertido en el receptáculo de las ocurrencias de AMLO. Pero la realidad es que todo gira en torno a la agenda que marca el Presidente: las iniciativas de ley surgen de sus huestes, y los grandes litigios que se debaten en el judicial, son las reacciones institucionales, cuando llegan.
En este amlocentrismo, ¿dónde quedaron los organismos autónomos? Básicamente neutralizados con una estrategia conjunta entre AMLO y el Legislativo, a través de nombramientos a modo, iniciativas de ley amenazantes, así como declaraciones y mensajes enviados quirúrgicamente para apaciguar cualquier “sublevación”. El INEE desapareció, de la CNDH y de la CRE queda sólo el nombre, el reciente nombramiento del Inegi, pero sobre todo la cuestionada designación del Banco de México , quedaron ya en el anecdotario. El Inai, la Cofece y el IFT se han ido acomodando, aunque judicialmente aún dan batallas importantes —el IFT es el que menos—, su luz mediática se ha apagado para evitar confrontaciones, o “nadar de muertito”, le dicen. El caso del INE es distinto, por ser el que más ha resistido los embates y porque es el órgano electoral, la embestida oficial ha sido mayor, y de ahí la disminución drástica a su presupuesto.
AMLO no es el único responsable. Los textos periodísticos y de opinión también hemos contribuido al descreme de los autónomos. Se ha ido perdiendo el lenguaje técnico, el seguimiento a los temas es cada vez menos puntual, y poco a poco el reflector sobre estos organismos se ha ido desviando y ahora se han vuelto relevantes básicamente cuando así lo decide el propio López Obrador. ¿A quién le interesa ahora un texto sobre las medidas de preponderancia? Ya no es nota. Pero no vayamos tan lejos, la falta de nombramiento de comisionados en la Cofece y el IFT en otro momento hubiese sido un escándalo: ya se acumularon tres vacantes, más la pendiente designación de presidente en ambos, y no genera más que un par de párrafos. De hecho, el desinterés de AMLO para nombrar comisionados denota su tranquilidad; prefiere ahorrar recursos a tener “gente suya” adentro, los que están no le generan grandes problemas.
Así, la desaparición de los autónomos ya no es relevante porque se ha logrado su debilitamiento, al punto en que no representan una amenaza al poder absoluto de AMLO. No quiero ser injusta, la decisión no es sencilla, ponerse en el reflector puede generar una virulencia suicida, solo digo que debemos reflexionar sobre la enorme eficacia de la campaña de López Obrador que ha logrado callar a los autónomos y desviar la temática de los que leemos, hablamos y escribimos de ellos.
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