No asombra que el actual gobierno vaya por los reguladores. Cada sexenio es lo mismo, independientemente de la forma jurídica que tengan, el gobierno en turno quiere tomar el control de sus decisiones. Desde su creación en 1996, el entonces regulador en telecomunicaciones Cofetel , ha padecido varios nombramientos y despidos a modo, tanto cercanos al gobierno en turno como a las empresas reguladas. Sin embargo, la iniciativa presentada por el senador Ricardo Monreal, lider de la bancada de Morena, que reforma los artículos 27 y 28 constitucionales , sí sorprendió por agresiva y cáustica. Mire que desaparecer tres organismos con autónomía (IFT, Cofece y CRE) que suman 21 comisionados y que revisan materias tan relevantes para la economía y la vida social del país como telecomunicaciones, radiodifusión, competencia económica, plataformas digitales y energía eléctrica y en su lugar crear un solo órgano con menos de la tercera parte de consejeros, no puede ser más que una advertencia.
La iniciativa es una advertencia porque desde el inicio de su administración el Presidente López Obrador ha desacreditado insistentemente a los organismos autónomos, todos sabemos que van por ellos, también van por el INAI y el INE , pero no les conviene que desaparezcan, sino más bien controlarlos. Además, recuerde usted que al IFT y a la Cofece, entre otros, otorgó la Suprema Corte en los últimos días suspensión contra el límite salarial. Eso no gustó nada.
Pero al leer la iniciativa nos percatamos de que tiene errores y contradicciones. Pondré un ejemplo: en lo relativo a la forma de nombrar consejeros, la exposición de motivos menciona que el Senado, por mayoría de 2/3 partes, propondrá una lista al Ejecutivo de entre tres y cinco candidatos para que éste designe a un consejero. Pero en el texto de la iniciativa (página 64) se menciona que serán designados por el Ejecutivo Federal a propuesta del Senado, y ya no menciona la mayoría calificada. Finalmente, el tercero transitorio (página 68), menciona que el Ejecutivo es el que someterá la designación de los consejeros a la aprobación del Senado. Tres cosas distintas en un solo documento.
Se trata, pues, de un documento hecho con prisa y sin el cuidado debido que cumplió su propósito. La provocación lanzada por el senador Monreal , que hasta ahora había sido considerado como el “apagafuegos” de las ocurrencias morenistas, tiene el apoyo de una parte de la industria de las telecomunicaciones, de algunos que siguen prefiriendo negociar en Presidencia y que probablemente podrían colocar a algunos consejeros a modo, de ahí se explica su silencio respecto de la iniciativa.
Monreal está jugando sus propias cartas políticas y las juega bien. Ayer anunció que pospondrá la presentación de la iniciativa porque escuchó las voces que piden una discusión abierta y tiempo para ello. ¿Por qué no empezó por abrir el foro sin presentar una iniciativa tan virulenta? ¿No se le ocurrió? ¿No sabía que habría una enorme reacción en contra? Claro que sí, pero necesitaba plantear el extremo para negociar a partir de ahí con fuerza, y de paso una advertencia a los reguladores -que estarían por tomar decisiones muy importantes en las próximas semanas-.
Morena no tiene la mayoría calificada que se requiere en el Senado para llevar a cabo esta reforma y no había manera de que la oposición respaldara ese texto; un ganar-ganar para Monreal, porque ahora todos van a agradecerle su disposición al diálogo y se discutirá una reforma con la espada de Damocles. Pero la intención de Morena tiene irreductibles: disminuir el número de comisionados por lo menos a cinco por organismo y también reducir su estructura, eliminar el examen en el proceso de
designación de los comisionados del IFT y Cofece, y quitar a todos o a la mayor parte de los actuales para colocar a los suyos, como sucedió con la CRE.
Así que no son los ahorros, ni el T-MEC (al contrario, esta reforma podría violar el artículo 18.17 del tratado), ni la supuesta eficiencia: es el control. Desde luego que los actuales organismos son perfectibles y hay que entrarle a la discusión, pero me preocupa ahora que el fantasma que amedrenta con desaparecerlos rondará las discusiones, las pláticas y los foros. La vara quedó muy alta -o baja, según se vea-, el miedo y la advertencia quedaron impregnados en las paredes de las oficinas de los funcionarios públicos de los reguladores que, por lo pronto, tragarán saliva antes de tomar una resolución que ponga en aprietos a la actual administración.