René Magritte fue un pintor considerado surrealista, pero con un estilo independiente. Este extraordinario artista jugaba en sus lienzos representando imágenes y su significado a través de palabras, de tal suerte que cuestionaba la relación entre un objeto pintado y uno real. En su famoso cuadro Esto no es una pipa (Ceci n’est pas une pipe), Magritte nos hace efectivamente pensar sobre la representación de los objetos y la realidad: si eso que aparece en el cuadro es una pipa, entonces, ¿por qué no se puede rellenar de tabaco y fumar?, preguntaba el pintor.
¿Cómo no pensar en Magritte después de leer la supuesta Estrategia Digital Nacional (2021-2024) que se publicó hace unos días en el portal de la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (EDN)? Se trata de un corto documento basado en una presentación —patética, por cierto— que hizo Emiliano Calderón, en enero de 2020 durante una mañanera. Un texto que no contiene hitos ni fechas, objetivos concretos ni plazos. En general es una lista de deseos ideologizados sin cómos, sin metas concretas, sin fechas, sin responsables y sin recursos asociados.
La realidad es que hay una confusión conceptual que ha contribuido a que no exista claridad en lo que debemos demandar a las autoridades, y con ello sus responsabilidades parecen fuera de foco. La Constitución menciona la obligación del Ejecutivo federal de elaborar una política de inclusión digital universal con objetivos y metas de infraestructura, accesibilidad y conectividad, tics y habilidades digitales. La meta debe ser al menos 70% de conectividad en los hogares y 85% de micros y Pymes a nivel nacional, eso lo dice la Constitución. También dice que el Ejecutivo debe expedir los programas de gobierno digital, datos abiertos, fomento a la inversión pública y privada en aplicaciones de telesalud, telemedicina y expediente clínico electrónico. Nada de eso tenemos.
Emiliano está confundido, sostiene que su documento tiene fundamento en la Constitución, pero esta ni siquiera menciona la Estrategia Digital Nacional.
Emiliano es un romántico, menciona que la EDN implica la construcción de una República de bienestar con soberanía, autonomía e independencia tecnológicas que garantice el acceso democrático y universal a los recursos digitales, pero no establece una sola meta de cobertura.
Es un filósofo, dice que la EDN expone el conjunto de acciones que el gobierno de México está llevando a cabo para hacer posible el uso y desarrollo eficiente, democrático e incluyente de las TIC. ¿Entonces la EDN es más bien un informe de actividades?
Emiliano escribe lo que le gusta a su jefe AMLO; dice que tiene como principios la austeridad y el combate a la corrupción, cuando más de 80% de los contratos federales en el primer semestre de 2021 fueron por adjudicación directa.
Emiliano, como Magritte, es surrealista; dice que su EDN es “el plan de acción del Ejecutivo federal para aprovechar el potencial de las tecnologías de la información y comunicación, incluidos los servicios de banda ancha e internet, mediante su incorporación a la vida cotidiana de las personas y a la administración federal, con el fin de alcanzar un Estado de bienestar”, pero el documento no contiene un plan de acción.
Esto y más es Emiliano, coordinador de la estrategia digital de la Presidencia, cuyo trabajo de tres años es un documento de 16 páginas que no sirven para nada. Ese documento NO es una estrategia digital, el Ejecutivo no está acatando la Constitución y Emiliano no está cumpliendo con sus funciones.