Desesperación de jueces y magistrados en histórico paro de actividades, que no huelga; académicos y estudiantes que publican comunicados y activan redes sociales en oposición a la reforma judicial; órganos autónomos que, con distinta genética, lanzan gritos de angustia a Claudia en el lecho de muerte; empresarios timoratos que levantan el dedo, que no la mano, para decir que siempre no, confirmando que su amor por AMLO es convenenciero y complaciente; embajadores amanuenses que toman nota públicamente del amenazante entorno de sus dineros ante el evidente alejamiento de México del “rule of law”; plumas atormentadas que ante la sofocante información intentan evangelizar y clarificar la situación sin percatarse de que el efecto es sólo endogámico, el “pueblo” de AMLO ni las ven ni las oyen… ni las leen; cándida esperanza de los habituales negacionistas, los mismos que aseguraron que no cancelaría el aeropuerto de Texcoco, ahora sostienen que el 1 de octubre Sheinbaum sacará la casta porque es científica, inteligente, distinta; opositores que eluden su evidente responsabilidad y se alejan de puntitas ante la escena draconiana que se dibuja con marcador grueso; juicios de amparo que ordenan suspensiones surrealistas empeorando la ya macabra escena (no me ayudes, compadre). Mientras tanto, la pléyade de ricos llamados a hablar guarda silencio cómplice: el que calla otorga.

A nivel nacional vendrá el país de una sola persona (he/she) cuyo plan de devastación institucional se está consumando como el inevitable jaque mate de quien empieza a salivar después de haber colocado estratégicamente las piezas del ajedrez sin que el oponente lo advirtiera.

En el ámbito internacional, el caos mundial ha favorecido el avance de las tropas amlistas y ninguna reacción contundente del exterior se ve en el horizonte, SOS. Las numerosas violaciones al T-MEC con la futura aprobación de las reformas (capítulos 14, inversión; 18, telecomunicaciones; 23, laboral; 27, anticorrupción; 28, prácticas regulatorias, etcétera) poco o nada importan a la nueva monarquía bicéfala. “Estados Unidos detendrá la catástrofe”, patadas de ahogado; en pleno proceso electoral, México no es su prioridad; al vecino se le inunda la casa, pero el otro tiene ya las cubetas llenas.

La improvisación de reacciones ante la miopía de propios y extraños que, apáticos y sin prospectiva confiaron su resto a que no se alcanzaría mayoría oficialista en el Congreso, o a un supuesto bluffing de AMLO, quien nunca negó que apostaría el país entero con su póker de ases que le repartió el pueblo agradecido, está provocando una sucesión de reacciones desordenadas y cortoplacistas, que no injustificadas.

La única salida no es inmediata; demanda dinero, táctica, estrategas, tiempo y paciencia para diseñar un plan de acción unificado y transversal, pero los esfuerzos por ahora son aislados, no hay unidad de propósito ni de individuos, porque la habilidad de López Obrador no desvistió a todos, a los ricos los volvió más ricos. La cantidad de personas que ven la proporción de la devastación palidece ante aquellos que avalan la historieta de la “transformación”: dinero con votos se paga.

El único plan “D” de la “disidencia” fue cruzar los dedos, tener fe y cerrar los ojos. La energía colectiva, que ni era tanta, fue succionada por el bulldozer del 2 de junio y no hay estímulo para resucitarla y menos para multiplicarla: hay luto, pasmo, desgano, hay resaca. Por el momento, lo único que se me ocurre es clonar un millón de veces a los Acostas Naranjos y empezar creando un ejército de entusiasmo.

Abogada, presidenta de Observatel y comentarista de Radio Educación

X y Threads: @soyirenelevy

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