En voz baja, en secreto, susurrando: sotto voce. ¿Es posible que en México se esté fraguando un golpe de Estado, o bien que estemos frente a una dictadura inminente? Los puristas dirán que no, y tienen razón, si nos limitamos a la definición clásica de ambos términos: no habrá un golpe de Estado por el que se tome repentinamente el poder por la fuerza, militar o paramilitar, y tampoco se perpetuará ilegalmente en el poder el mismo gobernante. No es esto.
De lo que hablo es de algo un poco más sutil, pero sólo un poco. El asunto, verá, es que, entre dictadura y democracia, dos términos antitéticos, hay varios tonos grises. Esto significa igualmente que para decir que un país vive en una democracia es menester que existan ciertas condiciones y, desde luego, el asunto no es binario; un país es menos o más democrático en una escala de distintos indicadores.
López Obrador inició la degradación de nuestra democracia el día en que comenzó su gobierno. Aquí algunos de los elementos que, opuestos a un Estado democrático, forman parte de nuestro nuevo régimen:
1. Fortalecimiento y ampliación exponencial del poder militar, incluso hacia áreas esencialmente civiles.
2. Control casi total de las instituciones (organismos autóno mos, sociedad civil, etc.), a través de su debilitamiento jurídico y presupuestal, paralelamente a una política de amedrentamiento, así como sustitución de funcionarios clave por incondicionales: ordeña de poder.
3. Debilitamiento de la división de poderes: legislativo en control en su mayoría relativa. Poder judicial permanentemente criticado y amedrentado, obligado a dedicar agenda y recursos a su defensa; retratado por AMLO como élite inservible: “que se elijan los jueces en las urnas”.
4. Ataques a la libertad de expresión a través de denostaciones y críticas públicas contra pensamientos distintos. Aumento de la violencia contra periodistas: AMLO inerte.
5. Utilización de los recursos del Estado para la propagación franca de la ideología oficialista.
6. Degradación del Estado de derecho y de la seguridad jurídica: violación de órdenes judiciales, amén de transgredir la Constitución.
7. Manipulación a través de divulgación de mentiras repetidas y constantes: “una mentira que se repite mil veces se convierte en verdad”.
8. Polarización de la población: “el enemigo es el otro, no el gobierno”.
9. Violencia en aumento que crea una sensación de miedo e inmoviliza a la población: “no hay tiempo para hacer política, pero no es culpa de AMLO”.
10. Clase empresarial timorata que, salvo pocas excepciones, decidió guardar silencio y pasar desapercibida ante la evidente degradación que vive nuestro país: AMLO mantuvo su statu quo.
11. Oposición “controlada”, lo que obedece en buena parte a la pobreza de nuestros cuadros, pero también a la ambición y egoísmo personal de posicionarse frente a una derrota inminente del proyecto “Xóchitl” que no ha terminado de despegar -candidata destapada por el propio AMLO, por cierto. Los rancios personajes de la pobre oposición mexicana optaron por salir en la foto, aunque sea en blanco y negro. Xóchitl no representa el cambio, sino lo mismo que teníamos antes, todo revuelto.
12. Manipulación del voto bajo el miedo de perder los apoyos económicos que sustituyeron la creación de verdaderas y permanentes fuentes de trabajo, educación y recursos: síndrome de Estocolmo.
Ganará el régimen, lo hará con la ayuda de la lamentable oposición y sin derramamiento de sangre en una dictadura sotto voce confeccionada por AMLO desde el día uno. Feliz año.