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¡S.O.S! El Polyforum, una obra de arte en peligro

22/11/2019 |01:46
Redacción El Universal
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Hace 27 años me propuse rescatar del letargo el legado de Siqueiros, y de alguna forma rescatar el de mis muertos más queridos. La historia, para mí, son los momentos registrados de otros tiempos que, por su circularidad temporal, siempre nos conmueven. Eso me pasó con Siqueiros. Me atrajo revisar el siglo XX desde las imágenes que él produjo y los textos que escribió. Tuve el gusto de conocerlo y verlo pintar, cuando en 1964 recién salió de la cárcel. Su poderosa personalidad y su simpatía me conmovieron. Ese hombre vehemente pensaba todo el tiempo sobre cómo pintar, a lo que se dedicaba con absoluta fruición y excelencia técnica —siempre experimentando.

Hoy, vuelvo y vuelvo de nuevo a refrendar mi propósito de rescatar la historia del arte público, revisando lo más documentadamente posible el devenir de un artista representativo y genial, con todo el peso de la asombrosa belleza y logros técnicos de sus pinturas.

Los muertos célebres como él son obras, estatuas, monumentos, museos y marcas conmemorativas, precisamente porque son testimonios de perspectivas de vida sistematizadas por el pensamiento científico y artístico, expresadas tanto de maneras tradicionales, como en formas y medios inusitados.

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El soldado, militante y artista Siqueiros asume que, más allá de la emoción de la acción política, se dedica, “le da la vida” a pintar y a escribir sobre arte público. Su obra y sus textos nos legaron un pensamiento en acción que es un generador de método. Su talento fue dedicarse a construir sus composiciones como redes poliangulares que sostienen a sus figuras danzantes. Y más allá de sus méritos, la pintura de Siqueiros está confeccionada con la magia inexplicable de lo poético.

Sabemos que Siqueiros fue un artista innovador y un experimentador. En efecto, lo estudiamos poco pero le colgamos todas las medallas de merecido reconocimiento, no sólo porque su obra es monumento del Patrimonio Artístico de la Nación sino porque es el padre del Muralismo mexicano, de la pintura callejera y el precursor del Action Painting.

Siqueiros, a partir de su encuentro con el cineasta soviético Sergei Eisenstein en 1931, halló maneras de hacer cine pintado, pintura cinética. Es decir, exploró formas de integrar los lenguajes de los medios de la multirreproducción al lenguaje de la pintura.

Ser artista es cuestionar y ser subversivo, implica transgredir la realidad, innovar la existencia. Los legados de la historia son testigos de la transformación de la perspectiva de las cosas.

Hoy día, en nuestro país, el Estado democrático tiene, por decreto, una responsabilidad directa de salvaguardar y dar a conocer las obras de la creatividad, especialmente aquellas reconocidas como monumentos del Patrimonio Artístico de la Nación.

En este momento, esta responsabilidad estatal y gubernamental respecto de Siqueiros aparece al centro del delicado caso del Polyforum, decretado en 2014 como Patrimonio Cultural Urbano de la Ciudad de México, cuyo impresionante ciclo mural —que es la culminación de la propuesta mural cinética del artista— está dañado y en peligro de perderse, ahogado por las humedades y las grietas.

Ante las medidas de austeridad del presente gobierno, los dueños del Polyforum, es decir, la iniciativa privada, se unen a este cometido y proponen un espectacular proyecto de remodelación arquitectónico y comercial del predio, que le daría realce al sitio en el que se encuentra. Y con cuyas ganancias, aseguran, están dispuestos a pagar todos los costos de la restauración de los murales y a generar un centro cultural en torno al rescate de la obra de Siqueiros, que incluye un museo digital dedicado a este personaje que nos legó un importante perfil del siglo XX.

Es irónico que a pesar de haber donado sus dos casas al pueblo de México, un acervo de más de 200 obras, más un impresionante archivo, Siqueiros no cuente ni con un catálogo de obra ni con un espacio institucional dedicado a dar a conocer quién era ese tan grande artista y personaje controversial.

Si a pesar de las penurias económicas del México de hoy triunfa el pensamiento artístico e histórico respecto de casos como éste, se atenderá de inmediato la urgente necesidad de restaurar, en todos sentidos, al Polyforum Cultural Siqueiros. Un testimonio invaluable de integración de las artes del siglo XX y una de las muy pocas obras de arte, monumentos y centros culturales de la larga avenida de “Los Insurgentes”, cuyo nombre es simbólico. Lo que Siqueiros pintó dignifica las luchas, las migraciones en pos de un mundo mejor. La eterna marcha, la de la humanidad, idéntica en el tiempo.

Desde 2017, para supervisar estas obras, se constituyó un fideicomiso integrado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, la Secretaría de Cultura y la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda del Gobierno de la Ciudad de México, la Universidad Nacional Autónoma de México y los dueños del Polyforum, los señores Alfredo y Esteban Suárez. Ahora, lo que hace falta para iniciar las labores de restauración, es que las instancias gubernamentales involucradas tomen, por fin, una decisión política en favor de la obra de arte. ¡S.O.S!

Profesora de la FCPyS UNAM y crítica de arte