Instituto Mora

Una imagen inquietante

25/08/2019 |01:11
Redacción El Universal
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Alberto del Castillo Troncoso

Patrick Wood Crusius, ciudadano estadounidense de 21 años de edad, armado con un AK 47 que adquirió de manera legal, asesinó a veintidós personas y lastimó a muchas más el 3 pasado 3 de agosto en una tienda WalMart en la ciudad de El Paso, Texas, una apacible mañana de sábado en vísperas del inicio del curso escolar, lo que congregó a muchos padres que acudían con sus menores al ritual de las compras de útiles académicos.

Según sus propias declaraciones, el sujeto manejó durante 10 horas desde su casa en un suburbio de la ciudad de Dallas para trasladarse a El Paso, una ciudad de cerca de 700 mil habitantes con mayoría hispana, buscando encontrar la manera de matar mexicanos como forma de protesta por lo que él llama la “invasión de hispanos a Texas” y porque desde su punto de vista el crecimiento demográfico de hispanos en aquel estado va a convertir a los blancos en una franca minoría dentro de varias décadas.

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Resulta muy significativo el concepto de “invasión” utilizado por Crusius en su página de internet, en la medida en que lo conecta con una corriente teórica que ha reforzado el discurso de la ultraderecha en Europa y los Estados Unidos en los años recientes y que encuentra una de sus expresiones más importantes en el libro Le grand remplacement del francés Renaud Camus. Varios políticos de extrema derecha en Francia y otros países europeos, de Italia y España a Hungría y Polonia la han incorporado cada vez más a sus posicionamientos anti-migrantes. El propio Donald Trump expresó este tipo de ideas en un twitter después de un viaje de trabajo a la frontera sur en enero de este año: “Acabo de regresar [a Washington] y la situación es mucho peor de lo que casi nadie puede entender: “Es una invasión! ” (1)

Crusius es un supremacista blanco que admira a Trump y esta influido por el discurso de odio del Presidente, expresado en estos años recientes en distintos contextos y a través de diferentes formas. Solo en un mitin reciente realizado en el Estado de Florida, el mandatario arengaba a su público sobre las cosas que se podrían hacer para limitar la migración. Una mujer gritó desde el interior de la multitud: “Shoot them”, lo que provocó las risas de los presentes y del propio mandatario: una forma bastante elocuente de avalar la violencia y la intolerancia.

Un par de días después de la masacre, Trump acudió con su esposa Melania al University Medical Center de El Paso, donde estaban atendidos algunos de los sobrevivientes del atentado terrorista. De acuerdo con la versión de Ryan Melke, el portavoz de dicho centro médico, ninguna víctima quiso aparecer con ellos en la toma oficial de la foto típica de este tipo de circunstancias, en la que puede verse al político posando junto a la cama del paciente. Tal fue el caso de las familias de Leticia Mariscal y Saúl Chávez, que de acuerdo a la información del Washington Post se negaron a tener cualquier tipo de interlocución con el presidente por su discurso de odio.

Pese a ello, la pareja presidencial pudo cargar a un bebé de 2 meses llamado Paul, cuyos padres Andre y Jordan Anchondo habían sido asesinados apenas unas horas antes, salvándole la vida al cubrirlo con sus propios cuerpos. Lo pudo hacer porque algunos familiares del bebé que había sido dado de alta unas horas antes lo llevaron para que pudiera posar junto a la pareja, vistiendo al menor con las mejores ropas que pudieron conseguir para la ocasión: saco, camisa, pantalón de mezclilla y corbata de moño roja: toda una muestra de respeto a la investidura presidencial para dejar constancia del encuentro.

Una imagen inquietante

El presidente Trump, su esposa Melania y Paul, el bebé de Andre y Jordan Anchondo, asesinados en la ciudad de El Paso, Texas, el 3 de agosto del 2019.
Imagen tomada de internet @FLOTUS . Fecha de la consulta: 6 de agosto del 2019.

La fotografía que fue publicada en el twitter de la primera dama en calidad de toma oficial por parte de la Casa Blanca y luego posteada en las redes sociales y publicada en toda la prensa mundial constituye una imagen inquietante que merece toda nuestra atención, pues considero que forma parte de una puesta en escena mediática del odio, que anuncia de manera simbólica la continuación de la violencia contra los migrantes y las estrategias represivas en Los Estados Unidos y otras partes del mundo. Su vinculación oficial con la Casa Blanca refuerza el sentido de la imagen como parte del aparato de propaganda del régimen y la sitúa en el campo de la esfera pública, a pesar de las declaraciones de la familia de las víctimas, que pretendieron limitar la imagen al campo de una conversación íntima y privada. (Tito Anchondo, el tío del bebé declaró que Trump no fue al hospital para impulsar ningún tipo de agenda pública, sino para sostener una conversación privada).

En la imagen, Trump aparece con su esposa al centro de la escena. Los dos sonríen, y ella carga al bebé con sus dos brazos. El presidente enfatiza el gesto eufórico con el que vive el momento alzando el pulgar de su mano derecha. Ambos aparecen flanqueados en los extremos por Tito y su hermana Deborah. Solo el pequeño Paul parece incómodo ante la toma y es el único de los cinco personajes que rompe con la armonía del momento y dirige la mirada fuera del encuadre, hacia su izquierda, expresando de manera involuntaria su voluntad de escapar de la terrible escena y expresar su rechazo. El dirigente demócrata Gerg Pinelo fue uno de los primeros en criticar la imagen y escribió en su twitter que: “Un bebe fue sacado de su casa y obligado a salir en una sesión de fotos para el monstruo cuyo odio mató a sus padres”.

Fuera del contexto concreto que la inspira, esta fotografía podría responder al género del retrato familiar, cumpliendo con todas las expectativas y rituales del caso, incluyendo a los abuelos sonrientes en la demostración del orgullo familiar por excelencia, esto es, la presentación en sociedad del pequeño nieto avalado por la presencia del padre y la madre en los extremos de la imagen. Sin embargo, esta foto como cualquier otra depende directamente del contexto. Éste es el que le confiere sentido y significado.

La sonrisa triunfante que envuelve a esta imagen es el elemento disonante que provoca ruido y genera malestar entre los lectores de la foto. Si el semblante del presidente hubiera sido de consternación o seriedad, el acto podría haberse interpretado como una señal de luto y compasión por las víctimas, un mínimo gesto de solidaridad con la comunidad atacada y de rechazo hacia la violencia.

Sin embargo, la sonrisa del mandatario y el gesto triunfante provoca otros resortes y estimula y sugiere otro tipo de mensajes y posibles recepciones que apuntalan una cierta independencia de la imagen frente a cualquier texto que busque acotarla o contenerla. He aquí varias opciones.

Puede tratarse de un gesto psicopático de una persona que demuestra no tener el mínimo control de sus reacciones y que llega incluso a contradecir con su gestualidad y manifestaciones corporales de manera involuntaria el contexto de luto en que se encuentra, posando eufórico junto a un bebé indefenso que acaba de quedar huérfano en un acto terrorista. Avalando esta lectura, un funcionario del hospital presente en la toma de la foto caracterizó a Trump como una persona carente absolutamente de empatía.

Puede tratarse también de un acto de cinismo que busca estrechar el vínculo con sus seguidores y simpatizantes, sugiriendo a los lectores y usuarios de esta imagen que este tipo de actos violentos representan el mejor camino a seguir para construir el proyecto de nación que su gobierno ha enarbolado durante los últimos años. La presencia del niño como trofeo de caza no hace sino apuntalar esta posible lectura.

Finalmente, podría tratarse de un enérgico aviso dirigido a la comunidad de hispanos y en su nombre a todo el resto de minorías en los Estados Unidos para amedrentarlos y persuadirlos de que se subordinen a las reglas del supremacismo blanco, abandonen el país y no sigan intentando cruzar la frontera. (Solo en los últimos meses habían cruzado de manera indocumentada la frontera hacia El Paso miles de familias de centroamericanos).

Cualquiera de estas líneas de interpretación o todas juntas nos indican que la guerra del odio antimigrante abierta en Estados Unidos y otros países continuará operando con distintos tipos de manifestaciones y que el despliegue de las imágenes en toda clase de escenarios seguirá formando una parte estratégica de ella.

Posdata 1: La presencia de Tito Anchondo y su hermana Deborah posando y legitimando a la sonriente pareja presidencial en uno de los episodios más tristes de su vida familiar nos recuerda que el triunfo de este tipo de campañas inspiradas en la violencia y la intolerancia solo pueden tener éxito político y electoral en la medida en que las minorías racistas que las generan incorporen en su cruzada a otros sectores sociales más amplios. Esta imagen, con todo su poder simbólico y sus resonancias públicas, es una triste prueba de ello.

Posdata 2: En otro orden de ideas, sabemos que cualquier imagen dialoga con otras y va configurando cadenas de significados que se van actualizando de forma permanente, de acuerdo a cada contexto. En este sentido, esta imagen alude y esta emparentada con la iconografía franquista, reinventada por los militares chilenos y argentinos durante la dictadura, en la que las autoridades posaban junto a los menores cuyos padres “rojos” o izquierdistas habían sido eliminados por el régimen. (“Hay que extirpar el cáncer del marxismo” vociferaba teatralmente el General Pinochet unos días después del golpe). La foto en ese caso ilustraba a los lectores sobre el afán higiénico del nuevo gobierno que había salvado a los infantes de las garras del comunismo y les proporcionaba un nuevo horizonte de vida. Al final del camino, quizá Trump y la ultraderecha no estén inventando nada y solo reciclan y adaptan al nuevo rompecabezas mundial antiguos conceptos fascistas y totalitarios que todavía flotan en el imaginario colectivo. (2)

Investigador del Instituto Mora/CONACYT

1 Fernanda Caballero, “El terrorismo de la gran sustitución: de la teoría de la conspiración a discurso político”, en El País, 14 de agosto del 2019.

2 Agradezco a mis colegas Ariel Arnal, Rebeca Monroy y Luis Escala por sus valiosos comentarios y sugerencias en torno a esta reflexión.