Recientemente, la ONU notificó que la población mundial pasó de 7 millones a 8 mil millones de personas en 12 años. Según estimaciones, tardará hasta 2037 en alcanzar los 9 mil millones, lo que implica, si se cumple, que el crecimiento general de la población mundial se está desacelerando. Sin embargo, los datos demográficos indican que la mitad de la población vive en solo 7 países: China, India, Estados Unidos, Indonesia, Pakistán, Nigeria y Brasil, países más afectados por el cambio climático. Además, el crecimiento se concentra cada vez más entre los países más pobres del mundo. Junto con la gradual escasez de recursos naturales, los conflictos violentos, el desplazamiento masivo de personas y la necesidad de una recuperación económica tras la pandemia del SARS-CoV-2, es necesario más compromiso respecto a la cooperación internacional para aspirar a la paz y la convivencia. Si la ONU representa el modelo tradicional, el G20 después de 2008 no ha tenido una mayor oportunidad que ahora para mostrar su relevancia. Justamente, el lema para la presidencia de Indonesia en 2022 fue ‘recupérense juntos, recupérense fortalecidos’.
En octubre del presente año, Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, comentó que ante estos desafíos, los países en desarrollo se ven afectados aún más por un sistema financiero global injusto que se basa en análisis de costo-beneficio a corto plazo privilegiando de manera prominente a los más ricos. Guterres expresó la urgencia de lograr un mayor compromiso con el combate a la pobreza y aumento de recursos para el sector público, en sintonía con los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Es importante recordar que la ONU ha lanzado cinco recomendaciones al respecto: aliviar inmediatamente la deuda de los países vulnerables, aprovechar mejor los préstamos de los bancos de desarrollo, involucrar a los tenedores de bonos privados y deudores soberanos en los esfuerzos de alivio de la deuda, reforzar la liquidez de los países vulnerables mediante un mayor uso de los derechos especiales de giro y alinear los flujos financieros con los ODS y el Acuerdo de París sobre el cambio climático. En su alegato, Guterres estableció que “Ahora más que nunca se necesita el liderazgo del G20 para sacar al mundo de su crisis más profunda”. Sin embargo, uno puede preguntarse: ¿Realmente es el G20 hoy en día el club de países ‘apropiado’ al que debieran acudir los países menos favorecidos para pedir solidaridad y una cooperación intensificada fuera de la estabilidad financiera mundial?
En su discurso, Guterres solicitó el apoyo de India, quién asumirá la presidencia rotativa del G20 el 1 de diciembre, para movilizar a sus miembros: “Muchos países en desarrollo están en o cerca de sobre endeudarse y requieren una acción multilateral, incluida la expansión y extensión de la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda del G20”. Establecida en mayo de 2020, la iniciativa permitió que casi 50 países suspendieran $12.9 mil millones en pagos del servicio de la deuda hasta fines del año pasado. Hay una asimetría en los planes de recuperación de los países del mundo: los países desarrollados han anunciado grandespaquetes de estímulo, que reflejan expansiones fiscales y monetarias poco ortodoxas, con compromisos de inversiones verdes en proyectos de infraestructura. Un dilema para los países en desarrollo es que sus paquetes de estímulo son más pequeños mientras que sus riesgos son mayores. Así que, cerrar la brecha entre el G7 y el G20 no será tarea fácil. Indudablemente, ambos clubes tienen que identificar los puntos de convergencia/ divergencia y cómo financiar la mitigación y la adaptación entre los efectos cada vez más notables del cambio climático.
Sin embargo, el conflicto comercial entre los Estados Unidos durante la Administración Trump y China, la pandemia y los efectos de la invasión de Ucrania por parte de Rusia en el suministro de energía han disminuido las expectativas sobre la cooperación internacional. El G20, cuando se trata de eficacia, fomenta la intensificación de esfuerzos de cooperación dentro de marcos multilaterales y junto con el sector privado, por lo que su Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda es un ejemplo importante de su aspiración por ser un socio más proactivo. Ahora, si bien la cooperación informal entre estados afines parece inevitable para lograr avances, es importante hacer notar que existe una creciente polarización interna dentro de los países en el grupo de G7 y del G20. Hay afinidades, cierto, pero parece ser más una característica intermitente y no una estrategia de al menos mediano plazo. ¿No sería oportuno aumentar la importancia de la construcción de coaliciones transnacionales económicas y sociales entre las naciones menos favorecidas? Es decir, ¿estamos acaso frente a un dilema en el que el G7 y el G20 deberían mostrar más apoyos hacia las economías menos desarrolladas o acaso fijar su atención en las emergentes? Posiblemente, este dilema se encuentra más visible en el club de G20, pero, paradójicamente, puede convertirse en un motor para impulsar más cooperación internacional incluyente.
No cabe duda que el mundo necesita más cooperación entre la ONU y clubes de países, específicamente el G20. El acuerdo de la cumbre COP27 en cuanto al fondo de pérdidas y daños para los países vulnerables para hacer frente a los efectos del cambio climático, es una prueba de que el compromiso discursivo de los países del G7/G20 no es suficiente. Varios de ellos tienen peor desempeño ambiental a nivel mundial. Con todo, queda por ver en qué medida las palabras se traducen en apoyos económicos sólidos para compartir la carga con respecto al impacto del cambio climático. El mundo observa atento. No hay mucho tiempo para lograr acuerdos sustanciales.
Rebecka Villanueva Ulfgard: Internacionalista, investigadora-profesora del Instituto Mora. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Sus investigaciones se centran en la gobernanza global y el G20, la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y México y la Cooperación Internacional para el Desarrollo. Es miembro de la red Global Solutions Initiative – Rethinking Multilateralism and Global
Governance.
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