Itzel Mayans Hermida
La periodista argentina Georgina Zerega del periódico El País ha realizado, en los últimos meses, una investigación muy exhaustiva acerca de cómo ha operado y continúa operando en México la organización ultraconservadora de derecha conocida como El Yunque. La revelación que nos presenta sobre los nombres de sus integrantes, las fuentes de su financiamiento y la forma en que han buscado infiltrar, de forma violenta y anti – democrática, el poder político desde los años 50 ha complementado el trabajo que ya había realizado –en el año 2003– el periodista Álvaro Delgado en El Yunque: la ultraderecha en el poder[1].
Entre otra información de relevancia pública presentada por la periodista del diario español, Zerega nos ofrece una radiografía sobre dónde están estos personajes actualmente, especialmente a partir de que el PAN perdió el poder en el año 2012 y, con ello, el principal brazo político institucional de la organización; además, revela el hecho, poco conocido para la mayoría, de que esta organización esté cobrando relevancia internacional al estar vinculada, presuntamente, tanto financiera como logísticamente con el partido de ultraderecha española Vox y frente a la reciente victoria de Javier Milei en Argentina.
Además de la información, ya conocida previamente, sobre de que esta organización ha sido abiertamente anti – comunista y anti – estatista, la información presentada por Zerega –a partir de los testimonios reunidos por sus entrevistadxs– también muestra que una de las agendas que definen la identidad pública de esta organización, es que ha concentrado sus principales esfuerzos en encabezar batallas ideológicas, desde la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) y de foros internacionales como el Congreso Internacional por la Familia 2024, el cual tuvo su sede anual en la ciudad de Guadalajara durante el mes de marzo, o desde organizaciones provida como Vida y Familia México I.A.P (VIFAC), para intentar revertir a toda costa tanto la educación sexual de las y los adolescentes, los derechos de las personas LGBTIQ+ así como los derechos reproductivos de las mujeres, específicamente, el derecho a decidir interrumpir el embarazo.
Zerega menciona que las estrategias de las cuales se vale El Yunque para sabotear el ejercicio de los derechos reproductivos, desde hace décadas, consisten en colocar calcomanías en las calles para atraer a mujeres que deseen interrumpir su embarazo y hacerles creer que les ayudarán y, al momento de contactarles, buscar persuadirles de que desistan de esta intención con estrategias muy variadas. Además, también han buscado tener presencia universitaria a través, por ejemplo, de organizaciones como la de Pro – Life Army Ciudad de México, integrada principalmente por estudiantes, las cuales operan desde diferentes trincheras, en espera de que las ecuaciones políticas en la Ciudad de México cambien para que, con ello, puedan colocar sus agendas anti – derechos con más éxito entre la ciudadanía.
Al revisar mucho de los documentos asociados con esta organización y otros libros universitarios[2] – también provida– es posible constatar, nuevamente, que tanto la información como la retórica que siguen estos grupos es la de distorsionar la información científica sobre los presuntos efectos abortivos de la píldora del día siguiente, al tiempo que siguen también la estrategia de esencializar las diferencias biológicas entre hombres y mujeres para, con ello, descartar la legitimidad de la identidad de género y la orientación sexual de las personas LGBT.
Finalmente, pretenden clausurar la posibilidad de que seamos las mujeres las que decidamos libremente el número y espaciamiento de nuestros hijxs como lo establece el artículo 4º constitucional y los tratados internacionales en materia de derechos de las mujeres, como es el caso del Programa de Acción de El Cairo de 1994 y de la Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) y su protocolo facultativo, firmado por muchos países democráticos, entre ellos, México.
Una de sus estrategias, más recientes, y como documentamos Moisés Vaca y yo en el artículo académico The Paternalistic Argument against Abortion, es la de asegurar que existe un Síndrome de Trauma Posaborto que presuntamente padecen las mujeres que abortaron como consecuencia de haber decidido interrumpir su embarazo. Como ahí señalamos, se trata de una manipulación de la evidencia, ya que: 1) No está probado que el hecho de interrumpir un embarazo detone dicho síndrome y, en todo caso, cuando exista alguna o algunas mujeres que padezcan depresión, ésta se puede deber a muchas causas, como la de estar sometida a mucho estés y tener que sortear varios de los obstáculos sociales e institucionales para llevar a cabo la decisión; 2) La pretensión de centrarse ahora en cómo las propias mujeres nos dañamos si queremos tomar una “mala decisión” –abortar– busca despojarnos de la posibilidad de elegir de forma libre e informada sobre cómo proceder ante un embarazo no deseado.
Además, critican que el Estado, a través de la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de despenalizar la interrupción del embarazo a nivel federal del año pasado, pueda, con ello, despojar del presunto derecho a la vida a quienes no han nacido.
Frente a esta crítica dirigida al Estado, considero que hay que asumir la inevitabilidad de que el Estado, al reconocer y garantizar los derechos de las personas, como en el caso de los derechos reproductivos de las mujeres, esté ejerciendo una protección robusta y, con ello, garantizando que las mujeres contemos con una esfera libre de la interferencia de terceros y de su moral social conservadora. Lo que debe de resultar indubitable, a estas alturas de la historia, es que cuando decidimos interrumpir un embarazo estamos decidiendo, casi siempre, de forma responsable, a favor de nuestros mejores intereses personales y sociales y en una esfera de competencia –nuestro cuerpo– en la cual solo nosotras debemos de gozar de jurisdicción.
Las feministas deberemos de estar muy pendientes de cómo evoluciona la influencia del Yunque y otros grupos de ultraderecha ahora que, tanto a nivel nacional como internacional, existe una renovada preferencia por la posverdad, la manipulación de la evidencia científica para hacerla cuadrar con cosmovisiones específicas y el intento de desinformar a las mujeres y grupos vulnerables sobre cuáles son realmente sus derechos. Como señala Zerega, es muy preocupante que actualmente las conferencias anuales de dichos grupos se lleven a cabo en nuestro país y, en ese escenario, no es para nada casualidad que se estén reorganizando para intentar influir –de nueva cuenta– en la abolición de los derechos de las personas LGBT y de los derechos reproductivos de las mujeres.
–Doctora en Filosofía Política por la UNAM, experta en Teoría Política Contemporánea, integrante del Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras, Nivel 1.
[1] Delgado, Álvaro (2003). El Yunque: La ultraderecha en el poder. México: Plaza Janés.
[2] Gamboa, Aguirre Diana (2023). “El pretendido derecho al aborto”. México: Tirant Lo Blanch