Citlali Ayala Martínez
El comienzo de un nuevo régimen siempre representa nuevas esperanzas y deseos en diversos ámbitos. El cierre del gobierno del presidente López Obrador obliga a mirar atrás y hacer un balance, a fin de poder expresar las necesidades identificadas desde la visión de una académica especializada en cooperación internacional y desarrollo.
Es indispensable que el nuevo gobierno vuelva a mirar al mundo en su totalidad, recupere su papel de jugador global, participe activa y estratégicamente en la política mundial, incidiendo en las decisiones relacionadas con cambio climático, migración, seguridad, desarrollo humano e innovación, más en esta era digital. Esto requiere ampliar el margen de negociación a la diplomacia mexicana y el respeto al servicio de carrera. También mantener una congruencia entre las políticas públicas: la política exterior con la política de cooperación, el desarrollo científico, económico y social, y el involucramiento de las capacidades nacionales en su amplitud. Su materialización requerirá de la recuperación de servicio exterior de carrera, dotarles de los medios, espacios y canales de participación que se traduzcan en inversiones, un comercio exterior más diversificado, competitividad y apoyo a MiPymes, y la recuperación de su marco legal e institucional.
Es posible afirmar que, durante el sexenio de López Obrador, la política de cooperación para el desarrollo permitió la continuidad de diversos programas y proyectos emblemáticos en lo bilateral y lo regional, pero indudablemente, también enfocó sus intereses en la región centroamericana, en detrimento de otras regiones, reduciendo la interlocución con otros socios estratégicos. Destacó la implementación de los programas “Jóvenes construyendo el futuro” y “Sembrando vida”, mismos que fueron cuestionados por haberse ejecutado en el exterior sin previa evaluación de su eficacia en el ámbito nacional, con el propósito de mitigar la migración hacia nuestro país. También resaltó el apoyo institucional al Plan de Desarrollo Integral en Mesoamérica para el Salvador, Guatemala, Honduras y el sureste de México (PDI) impulsado por la CEPAL.
Se manifestó el deseo presidencial de “Muros no, cooperación al desarrollo sí”, no obstante, se considera que la cooperación para el desarrollo requiere una visión menos asistencialista, más estratégica para el fortalecimiento de áreas de gobernabilidad, respeto de los derechos humanos, involucramiento de la sociedad civil organizada, y de la participación de gobiernos subnacionales. La cooperación es importante en materia migratoria, el combate al narcotráfico y el desarrollo económico (la cooperación transfronteriza también). Se ha considerado la migración como moneda de cambio, situación que amerita un análisis profundo y un replanteamiento.
También se identifican factores de evolución de la cooperación mexicana, gubernamental y no gubernamental, como es la profesionalización y desarrollo metodológico para la gestión, formulación y evaluación la evaluación de programas y proyectos, la referencia a Índices y modelos que sean referencias y ayuden a mejorar, como es el caso de la cooperación en materia migratoria y la cooperación regional y transfronteriza. No obstante, la cooperación mexicana para el desarrollo requiere urgentemente tener autonomía presupuestal, la recuperación de su fondo nacional de cooperación internacional para el desarrollo, una estrategia de fortalecimiento y consolidación institucional, la revisión de la ley de cooperación internacional para el desarrollo y tomar las medidas pertinentes tanto para su cumplimiento como para su adecuación.
Se hace deseable que tanto la cooperación oficial como la no gubernamental, cuenten con visibilidad, articulación de actores (sociales, privados y académicos) y coordinación, mutuo reconocimiento, impulsar el intercambio de buenas prácticas, capacitar en la conformación de alianzas inclusivas público-privadas, así como innovar en materia de digitalización para el desarrollo sostenible, y coadyuvar efectivamente a la Agenda 2030. Si bien la digitalización es diversa y cuenta con avances, la brecha digital en México es profunda y requiere propuestas, fortalecimiento, un marco legal adecuado y sobre todo recursos financieros y técnicos para materializar una transformación digital transversal que involucre actores, procesos y resultados.
Por último, tener buenas condiciones para el trinomio desarrollo-cooperación-sostenibilidad requiere de visión global y nacional, multidimensional y enfoque sistémico. También de la adecuada Interlocución con banca multilateral de desarrollo, la participación e incidencia en los diálogos en la Cumbre del Futuro, en el marco de la Organización de las Naciones Unidas, así como atender retomar la apertura, transparencia, comunicación, y el acercamiento con aliados plurales y estratégicos para el diálogo político. Demasiados deseos para 6 años, pero bien dicen que pedir no empobrece.
Es profesora-investigadora del Instituto Mora desde 2002. Es internacionalista por la UNAM y maestra en Cooperación Internacional Unión Europea-América Latina por el Instituto Mora. Es candidata a doctora en Ciencia Política por la Universidad Técnica de Darmstadt, Alemania, y egresada del programa Managing Global Governance, del Instituto Alemán de Desarrollo (German Development Institute) en Bonn. Sus áreas de investigación son la cooperación Sur-Sur y triangular, cooperación en educación superior, Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y digitalización vinculada a desarrollo. Es coordinadora del diplomado en Cooperación Internacional para el Desarrollo y sus Instrumentos de Gestión, impartido en el Instituto Mora desde 2010, así como de la colección editorial Cuadernos de Cooperación Internacional y Desarrollo. Ha realizado consultoría para organizaciones como GIZ, AMEXCID y Oxfam, entre otros.