Por Enrique Sebastián García Perales

Muchos políticos saben que para seguir siendo ellos mismos primero deben volverse otros.

La experiencia les enseña a no comprometerse con ningún bando a fin de estar siempre abiertos a todos. Su ideología es el cambio de ideas y aceptan cualquiera en tanto esté en sintonía con las tendencias del voto. Apoyan al poder sin importarles quién lo ejerza y sobreviven a la historia porque se alían con aquellos que la escriben. Conocidos en jerga política bajo el nombre de lampedusianos, su naturaleza puede entenderse igual a la de los árboles: su postura cambia de acuerdo con los vientos que soplen, pero sus raíces jamás se mueven.

México tiene un pasado rico en ejemplos de gente que espera el fin de la batalla para decidir de qué lado están. Desde la Conquista hasta la Revolución, siempre han existido personajes cuyo interés personal fija la fecha de caducidad a sus lealtades políticas. Y de cierto tiempo hacia acá, los casos más visibles se advierten en miembros de la Cuarta Transformación, donde el apoyo al movimiento responde al nivel de rentabilidad electoral que se percibe en éste. Desde 2018 un considerable número de lampedusianos demostraron su lealtad al gobierno mediante la traición a sus partidos, pues abandonaron la oposición para unirse a Morena. A largo plazo se trata de una amenaza al proyecto del presidente López Obrador, pues corre el riesgo de ser regenteado por quienes se identifican más con su popularidad que con sus principios. Algo semejante sucedió el siglo anterior, cuando los ideales revolucionarios de Madero y Zapata fueron útiles a los intereses del PNR-PRI más que a los de la propia Revolución. ¿Y por qué? Porque los lampedusianos de ese entonces, encarnados literariamente en la figura de Artemio Cruz por Carlos Fuentes, aprendieron a sacrificar sus principios antes que inmolarse.

El apoyo de los lampedusianos a la 4T terminará en cuanto deje de serles políticamente retributivo. Su bandera es la que al final del día permanecerá en lo alto del mástil de la conveniencia, pues poco importa si hasta ese momento era la que combatían. Por ello no les causa conflicto metamorfosear sus apoyos cada vez que las circunstancias lo exigen. Si la oposición vuelve al poder, no dudarán en darle la espalda a López Obrador. De hecho, la experiencia junto a él ya les sirve como un escudo para el futuro, para adelantarse a lo que quizá tendrán que aprender a odiar. Si ahora memorizan las máximas de la 4T es para que mañana sepan lo que deben olvidar. La naturaleza de los lampedusianos es la razón por la que deben evitarse. Al recibirlos en sus filas Morena gana adeptos pero pierde credibilidad. En tanto no se deshaga de ellos tampoco podrá deshacerse de la sospecha de que el suyo es un cambio que va a mantener las cosas como están. ¿De qué sirve un movimiento que pretende limpiar el país con las manos sucias?

A cinco meses de las elecciones, la principal lucha de la 4T no es contra la oposición (ésta, en su intento por entrar al ring, ya fue vencida por las cuerdas), sino contra sí misma. Su objetivo inmediato no es vencer a sus enemigos, sino a los que pretenden ser sus aliados. ¿Cuáles serían las consecuencias de que Morena se llene de políticos oportunistas? Fácil: ganará la presidencia del país pero no gobernará sobre su propio destino. Los verdaderos seguidores de López Obrador tienen la tarea de evitar la segunda venida de Artemio Cruz. La 4T debe convertirse en alumna de la historia y ver en el fracaso del PRI un espejo que adivina su posible futuro. El peor destino para los ideales más nobles es convertirse en herramienta de los fines más bajos. La Revolución Mexicana fue un fracaso para quienes creyeron en ella y un triunfo para quienes supieron traicionarla a tiempo. ¿Está la 4T condenada a sufrir la misma suerte? Todo dependerá de la medida en que se entienda que las convicciones políticas de los lampedusianos son tan firmes como la línea 12 del metro.

Enrique Sebastián García Perales estudia la licenciatura en Historia en el Instituto Mora. Ha colaborado con las revistas Senderos Filológicos del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, La Palabra y el Hombre de la Universidad Veracruzana y Observatorio de la Relación Binacional México-Estados Unidos de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas para el Curso de Creación Literaria para Jóvenes Xalapa 2022 y 2023.

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