No estamos haciendo lo suficiente para frenar el cambio climático. Las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando cuando deberían estar disminuyendo. Los países deben acelerar la acción climática o enfrentaremos eventos climáticos extremos, elevado nivel del mar y gran sufrimiento humano.

El Informe de la Brecha de Emisiones 2019 de las Naciones Unidas, publicado el 26 de noviembre, nos dice que incluso si se implementaran todos los compromisos no condicionados suscritos bajo el Acuerdo de París, la temperatura global aumentará 3.2 °C a fines de siglo.

Si realmente queremos limitar el aumento de la temperatura a 1.5 °C, debemos reducir a la mitad las emisiones para 2030. Eso significa que deben disminuir un 7.6% anual a partir del año que viene y durante la próxima década. En el caso del objetivo de 2 °C , la reducción debe ser del 2.7% anual.

Para dimensionar el tamaño del desafío que representan estos recortes anuales de emisiones, consideremos que sólo un país en el mundo, el Reino Unido, ha logrado reducir poco más de 2% anual entre 1990 y 2018.

Los científicos, la ONU y los activistas ambientales han estado emitiendo esta alerta durante más años de lo que a la mayoría le gustaría recordar, y sus voces sólo se han vuelto más fuertes. Aun así, el mundo no ha escuchado sus advertencias. Hemos pospuesto la tarea, pensando que podríamos ponernos al día más adelante. Pero hoy el plazo está a punto de vencerse.

La tarea puede parecer imposible, particularmente para el objetivo de 1.5 °C. Pero tenemos que intentarlo y debemos comenzar ahora. El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático nos advirtió que, si se rebasa el 1.5 °C, aumentará la frecuencia e intensidad de eventos climáticos catastróficos como las olas de calor y las tormentas que hemos presenciado en los últimos años. Los niveles del mar serán más altos. Casi todos los arrecifes de coral morirán. El planeta estará en serios problemas.

Los hallazgos del Informe de la Brecha de Emisiones 2019 son oportunos ya que surgen antes de la COP25, la Conferencia de Cambio Climático de la ONU, que se reúne desde el 2 de diciembre en Madrid, España, bajo la presidencia de Chile, y donde las partes revisarán sus compromisos climáticos.

Los países no pueden esperar a finales de 2020 —cuando entrarán en vigor sus nuevos compromisos— para intensificar la acción. Cada ciudad, región, empresa e individuo debe actuar ahora. Durante 2020 necesitamos primero medidas efectivas para reducir las emisiones lo más posible. Luego, debemos fortalecer los compromisos climáticos nacionales para impulsar las transformaciones necesarias en nuestras economías y sociedades, y recuperar así el tiempo perdido.

El panorama global nunca ha sido tan propicio para tomar estas medidas urgentes. Hoy hay una mayor comprensión de los múltiples beneficios de la acción climática —como el aire limpio, los empleos verdes y el impulso a la Agenda 2030—. Hay muchos ejemplos de esfuerzos ambiciosos de parte de gobiernos, ciudades, empresas e inversores. La presión ciudadana está creciendo y se manifiesta en poderosas protestas. El cambio climático se está convirtiendo en un asunto relevante a la hora de ir a las urnas.

O aprovechamos este impulso para ofrecer las transformaciones profundas y las soluciones inteligentes que necesitamos hoy o enfrentaremos las consecuencias de un planeta radicalmente alterado por el cambio climático.

Directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente

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