De un tiempo acá, en los ámbitos económicos y de negocios se ha venido hablando cada vez más de nearshoring, concepto que hace referencia a la relocalización de inversiones, principalmente de China, hacia el continente americano. Esta tendencia, la cual tiene por causas principales a fenómenos internacionales como la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania, está marcando no solo las dinámicas comerciales, sino también está reajustando indicadores macroeconómicos importantes para el país, por lo que México se encuentra en la encrucijada de tomar decisiones que podrían beneficiarnos de manera significativa.
Algunas estimaciones señalan que la llegada de inversiones a nuestro país podría significar un crecimiento adicional del PIB de hasta un 8% en los próximos seis años, algo pocas veces visto en el pasado. A esto hay que añadir que México, en este sexenio, ha venido consolidando una buena racha de captación de inversión extranjera directa y consiguió cifras récord en el 2022. Esto es así porque, a pesar de los malos augurios de los opositores, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha demostrado una postura abierta hacia el capital extranjero, siempre y cuando este no afecte sectores estratégicos y no genere ventajas en detrimento del interés público.
Ante el fenómeno de relocalización de inversiones, el gabinete de López Obrador ha reconocido la oportunidad que esto representa y ya está comenzando a implementar políticas para mejorar la captación de capital extranjero. La Secretaría de Hacienda, por ejemplo, anunció un paquete de financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para la región sur sureste de México, mientras que la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano y el Infonavit impulsarán un plan de vivienda enfocado en los trabajadores de las empresas extranjeras, pero ¿cómo se posiciona el estado de Sinaloa en este fenómeno?
Primeramente, hay que decir que en la progresiva apertura económica que México ha tenido desde la década de los 80, Sinaloa ha figurado de manera promedio dentro del radar de las grandes compañías internacionales. En los últimos treinta años, 1762 empresas presentaron flujos de inversión extranjera hacia el estado, siendo los transportes, correos y almacenamiento las actividades que más han captado inversión en los años recientes, seguidos de los servicios financieros y de seguros. Asimismo, existen empresas extranjeras en Sinaloa que se consideran casos de éxito, como Delphi, Sumitomo, Walbro, Hikam, Insertech, pero, la realidad es que, por lo menos desde 2015, los montos de inversión extranjera directa han tenido un crecimiento errático en la entidad.
La relocalización de inversiones nos plantea una oportunidad para que Sinaloa destaque más como estado captador de capital foráneo y que a su vez esto mejore los rendimientos de las empresas locales y beneficie al empleo. Las condiciones están ahí, pues Sinaloa está por encima de la media nacional de años escolares cursados y el porcentaje de la población de 25 años y más que cuenta con educación superior, normal o técnica es de 29.1%, lo que puede servir de elemento de atracción para las compañías extranjeras. También, existen proyectos de infraestructura en curso, como el Corredor T-MEC, que pueden facilitar la exportación y, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad, Sinaloa tiene una competitividad media alta comparada con otros estados.
Todo esto indica que existen condiciones a explotar y opciones a explorar. Las buenas noticias son que el Gobierno del Estado de Sinaloa es también consciente de la oportunidad que se está presentando y desde hace meses la Secretaría de Economía estatal se ha visto muy activa buscando el posicionamiento internacional de la entidad mediante foros internacionales y reuniones de negocio en Asia y en los Estados Unidos. Pero más allá de identificar las oportunidades, tanto gobiernos, instituciones y legisladores tenemos que verificar que la llegada masiva de inversión y empresas extranjeras sí tenga un beneficio profundo en la sociedad sinaloense y contribuya al desarrollo social.
No está de más advertir que existen casos en los que la llegada de inversión extranjera ha generado dependencia y desequilibrios sociales, pero si las cosas se hacen bien, el nearshoring no solamente significará grandes transacciones comerciales que beneficien a unos pocos, sino que, a la larga, podríamos ver una mejora real en la ocupación, en los salarios y en la contribución tecnológica, necesidades alineadas con la actual agenda de transformación del país.
Senadora