Como Embajador de Türkiye en México, me gustaría compartir mis observaciones sobre el artículo titulado “Armenia y México: buenas perspectivas de desarrollo de nuestras relaciones”, escrito por el Sr. Paruyr Hovhannisyan, Viceministro de Asuntos Exteriores de Armenia, y publicado el pasado 14 de septiembre.
El Sr. Mammad Talibov, Embajador de Azerbaiyán en México, en su artículo publicado el 17 de septiembre pasado, ha refutado, sin rodeos, todos los argumentos infundados presentados por el Sr. Hovhannisyan con relación al conflicto de Nagorno-Karabaj.
Estoy completamente de acuerdo con la opinión del Embajador Talibov de que habría sido de esperar que el artículo del Sr. Hovhannisyan se centrara más en las relaciones bilaterales mexicano-armenias, como sugiere su título. Debería haber invocado sentimientos y aspiraciones positivas, en lugar de utilizarlo como pretexto antagónico para difundir acusaciones infundadas y palabras difamatorias.
En este contexto, permítanme subrayar claramente que la decisión del Senado mexicano, a la que se refiere el Sr. Hovhannisyan en su artículo, fue un acto desafortunado. Reescribir la historia no es competencia de los órganos legislativos. Sin embargo, incluso en países amigos como México, pueden ser utilizados por los círculos radicales de la diáspora armenia con motivaciones políticas. Tales decisiones carecen de peso o validez serios. Los parlamentos son plataformas democráticas donde se construye el futuro de una nación, no lugares para “jugar a ser jueces y fiscales de la historia de otro”. Sin embargo, fue una decisión del Senado mexicano, no del Gobierno mexicano, ya que las autoridades gubernamentales mexicanas han manifestado, en múltiples ocasiones, que el Gobierno no comparte ni avala dicha decisión. De hecho, el entonces Presidente, Sr. Armenta Mier, durante la Sesión Plenaria del Senado, subrayó claramente que “el Gobierno y el Estado mexicano no reconocen la existencia del llamado genocidio.”
La postura de Türkiye respecto a los acontecimientos de 1915 siempre ha sido sincera, reconociendo y empatizando con el dolor compartido y el sufrimiento humano infligido por la Primera Guerra Mundial a todos los ciudadanos otomanos, independientemente de su origen étnico y religioso. La politización de la historia no beneficia a la búsqueda académica de la verdad y obstaculiza los esfuerzos por normalizar las relaciones entre Türkiye y Armenia. La única forma correcta de descubrir la verdad es a través de una narrativa y una memoria compartidas, justas y objetivas.
Los esfuerzos por distorsionar ese doloroso pasado calificando los acontecimientos que condujeron al colapso del imperio otomano como "genocidio", no sólo son jurídicamente erróneos, sino que además contradicen las realidades históricas. Esa tergiversación ignora totalmente el sufrimiento turco y musulmán. La compasión se vuelve problemática cuando es selectiva.
Türkiye no niega el sufrimiento del pueblo armenio. A lo que nos oponemos es a presentar los trágicos sucesos de 1915 como un genocidio perpetrado por un bando contra el otro.
El término “genocidio” denota un delito claramente definido en el derecho internacional con condiciones específicas de prueba. Según la Convención de la ONU de 1948 para la Prevención y la Sanción del Genocidio, sólo los tribunales competentes están facultados para determinar si cierto acontecimiento puede calificarse como genocidio o no. No existe ningún veredicto de este tipo emitido por un tribunal competente en relación con los sucesos de 1915.
En ese sentido, fue Türkiye quien propuso a Armenia en 2005 la creación de una comisión conjunta compuesta por historiadores turcos y armenios para estudiar los acontecimientos de 1915 en los archivos de Türkiye, Armenia y en los demás pertinentes a terceros países, y compartir sus conclusiones con la comunidad internacional. La parte armenia nunca ha respondido a esta oferta. Los archivos otomanos, como uno de los principales recursos de la época, están abiertos y son accesibles a la investigación académica. Por el contrario, varios archivos armenios permanecen cerrados hasta el día de hoy.
Los archivos armenios también deberían ser accesibles a todos los investigadores para garantizar que los trabajos académicos relacionados con este controvertido periodo de la historia se basen firmemente en recursos primarios auténticos y no en propaganda.
Lamentablemente, algunos círculos armenios radicales han optado por una política basada en el sentimiento de venganza. Se trata de una actividad inútil dirigida a empañar la imagen de Türkiye e incitar sentimientos anti turcos entre los mexicanos distorsionando los hechos históricos a través de una narrativa armenia unilateral. Estas actividades van completamente en contra de la cooperación amistosa y estratégica México- Türkiye que ha sido valorada por ambas partes.
Por último, esperamos sinceramente que nuestros amigos y colegas armenios reconsideren sus obsoletos enfoques de política exterior, que implican la externalización de agendas de desprestigio fabricadas y la implicación de terceros para este fin. Türkiye y Armenia tienen mucho en común; simplemente necesitamos entablar un diálogo directo para descubrir nuestros puntos en común y curar nuestras heridas compartidas sin depender de que otros lo hagan por nosotros.
Embajador de Türkiye en México