No causa sorpresa la decisión de la FGR de exonerar y archivar el caso del general inculpado, pero me consta que muchos abogados consideramos que lo idóneo hubiera sido que un juez de control determinase la inexistencia de los delitos que son competencia de la fiscalía y mediante un desglose, la justicia militar declarase procedente lo que compete en exclusiva al fuero militar.
Si lo que dejan, como parece, es un camino abierto de suspicacias dentro y fuera de México, vale preguntarse si esa resolución fast track se debe a que no supieron técnicamente cerrar el caso con un mejor trabajo de investigación, o alguien no lo permitió por motivos políticos y por la prisa de hacerlo antes de que se vayan el ocupante de la Casa Blanca y su equipo jurídico y haya cambios en el ambiente y los términos de lo que ha sido la relación AMLO-Trump.
Obtener información de los bancos, casas de bolsa y registros habría llevado quizá meses, no 60 días, pero seguramente se habría llegado a una resolución favorable al general, quien ahora queda en posibilidad de ser enjuiciado en Estados Unidos, sin acogerse formalmente al principio de que nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito ni aquí ni en ninguna parte donde se aplique el derecho.
La apresurada revelación y difusión del expediente del departamento de Justicia de EU —en contra de la cautela y escrúpulo técnico-jurídico que debió haber guardado el gobierno de México—, se suma al contexto de otros acontecimientos que iniciaron visiblemente con la escatimada felicitación a Biden, el significativo ofrecimiento de asilo a Julián Assange y la abstención a externar una condena oportuna a los atacantes del Capitolio.
Tenemos al abrir 2021 a un presidente instalado en la dudosa zona del desacuerdo con el entendimiento y significado universal de la democracia, los derechos humanos y el cumplimiento de los tratados y obligaciones internacionales; aferrado a posiciones supuestamente nacionalistas y de respeto a la soberanía nacional, pero que ha sido objetivamente incongruente en una relación obediente y sumisa hacia el señor Trump.
El embajador Landau se despide de México y deja un raspón al gobierno mexicano al recordarle que no ha hecho nada para evitar el tráfico de armas.
Con Estados Unidos están planteadas ya demasiadas tensiones y conflictos bilaterales en asuntos económicos y de comercio, incluso con reclamaciones hacia la regresiva y vetusta política eléctrica de la 4T hecha gobierno y hacia el conjunto del sector energético. Mal empieza la semana aquél a quien quieran cortarle la cabeza en lunes.
El caso del general Cienfuegos, resuelto de prisa y hasta con menosprecio de las formas, lastima al general y al ejército pero ya es pasado y así queda. Veremos si en lo inmediato los pasos del gobierno de México logran establecer una relación positiva y en qué términos con el gobierno del país vecino.
Será muy importante cumplir los acuerdos y compromisos contraídos de ambas partes (por ejemplo, los del T-MEC) y que conllevan algo muy difícil para la 4T, respetar el estado de derecho en general, los derechos humanos y las reglas democráticas, más allá de la absurda recitación populista del ultra nacionalismo mañanero que tanto gusta a un extremo de la 4T. Un ánimo presidencial más reflexivo puede construir una mejor relación o continuar destruyendo lo que guste, desde una inmediatez impulsiva de sobra conocida.
Notario, exprocurador de la República