Despierta en muchos indignación y temor ver la fotografía del doctor López-Gatell —zar mexicano contra la pandemia— disfrutando sin ninguna empatía hacia los enfermos y los médicos que han estado en el primer frente en la atención de los pacientes sin descansar un día.
A la fecha no se conoce ninguna fotografía de López Gatell, ni del secretario de Salud o del presidente recorriendo hospitales, conociendo las necesidades de camas, respiradores, medicamentos y oxígeno. Los médicos heroicamente han dado la batalla solos y sin medios, de no haber sido por ellos, los resultados a la fecha serían peores.
Pienso en el hundimiento del Titanic, esa gran metáfora de lo que ocurre cuando la soberbia envuelve a los protagonistas en la imprevisión, el desprecio a las métricas, la ignorancia y acusación irresponsable desde la falta de pruebas.
Mientras la foto circula y se hace viral, los mexicanos seguimos esperando que lleguen las vacunas y que se establezca un sistema eficiente, rápido y universal de vacunación y posiblemente nos quedemos esperando todo el año; ya que el presidente en vez de dar prioridad a la distribución y aplicación de la vacuna en los hospitales del sistema de salud, pretende abrir más de 10 mil puntos de los “centros de bienestar”, que son los encargados de entregar dinero en efectivo a los más necesitados, para que allí se apliquen las vacunas después de horas o días de espera y con un claro fin electoral.
Basta ver las fotos de damnificados tabasqueños que van a cobrar sus “ayudas sociales” para imaginar el viacrucis que sufriremos los demás. Ante la indiferencia presidencial siguen aumentando los muertos y contagiados por Covid, con la cifra escandalosa de más de 127 mil fallecidos y un millón 200 mil infectados.
Así se estrena el 2021, con un gobierno ocupado en distraer la opinión pública, con un asilo que no se concretará a favor de Assange, con vacaciones en las playas o practicando baseball; sumado a ello hoy existen 11 millones de mexicanos buscando empleo en la que es la mayor caída económica registrada, la deuda de Pemex sigue creciendo, su producción bajando y su calificación retrocediendo arrastrando en ese retroceso al país, la pobreza crece y mientras tanto, el capitán de la nave es ajeno a la realidad cotidiana.
La omnipotencia y la soberbia son los caminos para llegar a la ineptitud y esta a la destrucción e ineficiencia del país.
Debe atenderse a la realidad y reconocerse que todos estamos en el mismo barco, como la trágica historia del Titanic; las decisiones basadas en “actitudes mágicas”, el desprecio por los datos científicos y técnicos, equivalen a acelerar el barco, con el peligro de chocar en aguas repletas de témpanos. Así es como se conduce el país en manos de la 4T.
Por eso es difícil pensar en un año venturoso que me encantaría desearle a mis lectores, pero hay una fórmula para llegar a buen puerto y la solución está en la elección intermedia que puede quitarle al poder el mando absoluto, centralista, único y cuasi dictatorial al perder el control absoluto de la Cámara de Diputados.
Allí está la respuesta que ayudaría incluso al gobierno a ser sensible ante el dolor y la tragedia de todos, inclusive el de los demás enfermos, cuyo sufrimiento aumenta con la escasez de medicamentos, pues el presidente decidió suspender el seguro popular y mandar el presupuesto a sus obras faraónicas.
Notario y exprocurador