Si el Presidente llamó a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a “que interpreten los sentimientos del pueblo”, es casi seguro que lo harán. Pero si la decisión ministerial no le agrada, será difícil que el presidente acate, con respeto republicano esa resolución del poder judicial.
Ante una aprobación del pleno a la ponencia del ministro Luis María Aguilar seguramente continuará desde el podio mañanero la siembra de descrédito a la resolución, el estigma contra los expresidentes y todo lo que, en su cálculo, acumule puntos para las elecciones intermedias.
En su sentido popular más profundo, los sentimientos e ideales históricos de los mexicanos se encuentran plasmados precisamente en el texto constitucional.
Las declaraciones políticas en la solicitud presidencial dirigida a la SCJN no contienen delitos que se le imputen a los expresidentes y sí en cambio, el enjuiciamiento al pasado, el rencor personal y el señalamiento de que “actuaron mal durante el periodo neoliberal”.
De plegarse la Corte al requerimiento del Ejecutivo, se acreditará que AMLO se volvió dueño absoluto del país, la desconfianza crecerá y la economía y las finanzas irán de mal en peor. Sería el principio de la dictadura.
El presidente busca a toda costa cosechar votos para el 2021 y evadir, como lo ha hecho hasta la fecha, su responsabilidad por la pésima gestión sanitaria de la pandemia, calificada internacionalmente como una de las más deficientes, así como las consecuencias económicas de sus desaciertos que han provocado quiebras, cierres de miles de empresas y un desempleo creciente formal e informal.
Aunque se niegue a reconocerlo, la inseguridad durante estos 20 meses, ha alcanzado los peores números que tuvo el gobierno pasado con el agravante de un rendimiento mediocre en la intercepción y aseguramiento de drogas.
El presidente empieza a cosechar lo que ha sembrado: odio, discordia y confrontación entre los mexicanos y en sus últimas giras, los abucheos e insultos contra su gobierno no se han dejador esperar. La consulta a la Corte confirmó la división que ha establecido con los anteriores presidentes y gobiernos a los que no les concede mérito alguno, no obstante que en muchos campos sus resultados fueron muy superiores a los de la actualidad.
La 4T, ha demostrado en los hechos un profundo desprecio por la Constitución, las leyes; y la corrupción que ha sido una de las banderas centrales del gobierno, es atribuida exclusivamente al pasado, no obstante los escándalos y evidencias claras del actual régimen, que son negados sistemáticamente en las mañaneras.
AMLO ha provocado la destrucción de contrapesos e instituciones constitucionales con el propósito de acumular el poder de manera exclusiva en el Ejecutivo. Muy lejos quedaron las transformaciones que restaron facultades a los presidentes y crearon contrapesos equilibradores como el rediseño del Banco de México, en el orden económico, el actual INE en el político, las comisiones autónomas en el orden energético regulatorio y la CNDH como un freno institucional a los abusos del poder.
Al Presidente le urge encabezar un gobierno eficiente que busque la reconciliación con todos los sectores económicos y políticos, en lugar de sembrar la discordia y el divisionismo.
La pradera está seca y todos los días enciende cerillos irresponsablemente. El país jamás será prisionero de la voluntad de un solo hombre, su condición es plural y de respeto. Aún es tiempo de rectificar.
Notario, ex Procurador General de la República