Una elección entre dos candidatas daría como resultado automático la mayoría simple para los partidos que hayan apoyado a la triunfadora. De ser así, la polarización creciente de la sociedad nacional traería consigo el riesgo de un peligroso y violento desgarramiento social a partir de junio próximo.
Después de ser marginado del recuento de votos, Ebrard terminó humillado y exhibido por quienes en nombre de Morena y desde una presunta pureza ideológica le dijeron: “Nos estorbas, aquí no te queremos”.
A pesar de ello el excanciller y quienes lo apoyan decidieron llevar la batalla hasta las últimas consecuencias que la ley les permite y apelar el resultado de la encuesta. La respuesta del obradorismo ya la conoce, pero busca ganar tiempo para agrupar al ala moderada de Morena con la intención de no irse solo. Mientras, en Palacio ya miden el impacto de romper el último eslabón que la 4T tenía con la clase media.
A pesar de la aparente resistencia de Marcelo, Movimiento Ciudadano es su única opción para aparecer en la boleta, no puede registrar un nuevo partido antes de 2026 y el tiempo de candidaturas independientes ya pasó. Él necesita más del partido que los naranjas de él y le queda alrededor de un mes para definirse. La unión permitiría escapar de la trampa de la polarización que sólo favorece al régimen autocrático.
Al anticipar la selección de sus finalistas bajo el disfraz de procesos partidistas internos, tanto los obradoristas como el Frente violaron las leyes electorales apelando al eufemismo de “Coordinadoras” que sólo ha servido para transgredir la Constitución. Todos lo saben, Claudia y Xóchitl son ya candidatas para los comicios del próximo año, seguramente los más polarizados de la historia desde la alternancia del 2000 pero sin las garantías de un árbitro electoral fuerte e imparcial.
Morena amañó las encuestas no sólo a través de la famosa ponderación, sino señalando a las encuestadoras dónde debían realizar sus levantamientos. Un ejercicio bien hecho, con espectros sociales bien distribuidos, difícilmente habría resultado con 14 puntos de diferencia.
Un patriarca que no admite disidencia ni en puntos ni en comas, mucho menos aceptará diferentes perspectivas sobre la realidad. Intentará a toda costa seguir controlando las decisiones por medio de dos instrumentos: su partido, del cual es la figura icónica, y la revocación de mandato, que le permitirá presionar a quien lo suceda.
De llegar a un acuerdo MC y Ebrard, surgiría un excelente opositor. Ambos tienen planteamientos coincidentes y un alma republicana, federalista y democrática. A la clase media mexicana la imagen y trayectoria de Ebrard le resulta confiable, además de que cuenta con la experiencia internacional de la que carecen las candidatas.
¿A quién le restaría votos, a Xóchitl o a Claudia? Una parte de la clase media irían con Marcelo, pero el efecto adverso al voto pro Xóchitl sería mínimo comparado con el boquete que abriría en la militancia de Morena. Si las encuestas reconocen que tenía 25%, estimo que 20% lo seguiría.
En cambio, de sumarse a Xóchitl, como claman no pocos analistas, Marcelo extinguirá al personaje político y aportaría pocos votos. Estoy convencido de que la mancuerna MC-Marcelo beneficia a Xóchitl, beneficia a MC y es el mejor camino que puede elegir en estas condiciones.
MC ha sostenido una oposición firme y digna frente al régimen autárquico. Un escenario como el planteado permitiría un Congreso más plural que evitaría lo ocurrido en 2018, en donde un presidente con mayoría en las cámaras manoseó a su antojo la Constitución.
Una elección a tercios y no a mitades polarizaría mucho menos y representaría mejor la diversidad y pluralidad del México actual. Además, un congreso tripartita sería un buen contrapeso que ayudaría a fortalecer el trabajo de la SCJN.
Marcelo no puede perder el tiempo, Movimiento Ciudadano es el único partido que lo puede arropar, es una carrera contra reloj.
