Es una constante la violencia en el futbol mexicano, una situación que no está controlada. El aficionado está expuesto a la extorsión en estacionamientos, de los vendedores ambulantes, a la comida con poca higiene y a un número importante de servicios que no están a la altura de lo que somos o pretendemos ser como Liga, federación y país. La culpa y/o responsabilidad es de todos.

Los números son aterradores:

—México cerró 2023 con 30 mil 523 víctimas de asesinato, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

—Tercer lugar en criminalidad a nivel mundial, reveló el Índice Global de Crimen Organizado.

—En 2023, se registraron aproximadamente 75 mil delitos en la capital mexicana.

—92% de los delitos se cometieron en 10 entidades: Estado de México, Puebla, Guanajuato, Michoacán, San Luis Potosí, Jalisco, Hidalgo, Querétaro, Veracruz y Tlaxcala.

Es increíble ver cómo agreden verbal y físicamente, amenazan, persiguen e incluso matan aficionados. Se necesita ayuda del Gobierno, porque la ley no contempla sanciones severas a quien lo haga en el estadio.

Sólo hay multas administrativas y/o económicas. Lo importante es que, además del FAN ID, se suspenda la venta de alcohol en los inmuebles, además de terminar con el comercio informal y la reventa de boletos.

Es momento de poner un límite y legislar, que la ley deje de ser contemplativa, para volverse ejecutoria. Hay que meter a la cárcel a quien daña al deporte. No permitamos que los estadios se vuelvan tierra de nadie. Hay que invertir en seguridad y servicios que ayuden a su ejecución, para que se beneficie a toda la población y pueda ir al espectáculo.

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