A lo largo de la historia, el deporte y la política han estado muy ligados. En un inicio, las imágenes de los triunfadores en el deporte fueron utilizadas como indebido gancho para que la clase política se acercara al pueblo. Así fue con Julio César Chávez, Hugo Sánchez y Fernando Valenzuela, quienes fueron imagen clara del Salinismo.
De igual forma, muchos atletas olímpicos son utilizados para impulsar la popularidad de algunas figuras políticas. Tal es el caso de Raúl González, Carlos Mercenario, Soraya Jiménez y demás.
En el deporte federado también hemos tenido exatletas que han pasado con más pena que gloria, tales como Carlos Hermosillo y Ana Gabriela Guevara; esta última, señalada por su nefasto periodo al frente de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, en donde ha sido señalada por muchos deportistas como alguien que más allá de sumar, ha restado al deporte.
Mención especial para dos personajes, sólo por lo que marcaron en la historia del polideporte: María José Alcalá, quien logró ganar las elecciones del Comité Olímpico Mexicano y proclamarse como la primera presidenta de este organismo. El otro es Cuauhtémoc Blanco, quien logró ser Gobernador del estado de Morelos y ahora busca ser Senador de la República.
En estas elecciones, una vez más, encontramos personajes que estarán buscando el famoso hueso político. Hablamos de Paola Espinosa (exclavadista y medallista olímpica), quien busca una silla como diputada federal. Rommel Pacheco, exatleta yucateco y olímpico, que está buscando la alcaldía de Mérida. Paola Longoria, la mejor raquetbolista del mundo, que ahora quiere ser diputada federal.
Otros deportistas con menor rango político también han buscado figurar en un puesto público. Debemos mencionar a Mariana Barby Juárez, Manuel Negrete, Tatiana Ortiz, Fernando Platas, Jesús Mena, Moisés Muñoz, Adrián Chávez, Erik Terrible Morales, Jorge Kahwagi, Felipe Tibio Muñoz, Jackie Nava, Tinieblas, Juan Manuel Márquez, Adolfo Bofo Bautista, Blue Demon Jr., José Luis Sánchez Solá Chelís, etc.
Para un servidor, tener un cargo público va más allá de la popularidad; es más un compromiso moral y profesional, en donde están muchas cosas en juego. No se debe ser sólo un vehículo de votos y popularidad. Ser político significa mucho más que eso.