Para todos los aficionados al futbol mexicano, me parece importante comunicar el valor de la Liga de nuestro país, para que sepamos en dónde estamos parados, qué podemos esperar cuando vamos a un partido y qué debemos contemplar para disfrutar nuestro futbol local.
En los medios de comunicación, siempre estamos escuchando críticas destructivas y —sobre todo— devaluando constantemente lo que se consume y construye en México.
Este análisis no tiene nada que ver con el nivel del futbol cancha. No hablamos de si uno u otro equipo juegan feo o bonito, hablamos de valores de marca, valores de afición, plantilla, instalaciones, redes sociales, consumo fuera de sus fronteras, antigüedad, número de clubes, edad de las plantillas, goles promedio, ingresos de taquillas, número de patrocinadores, títulos y demás... No tiene nada que ver si juegan bien o mal.
En América, la Liga MX ocupa el tercer lugar del ranking, el cual es encabezado por la Liga de Brasil (mil 460 millones de dólares). Le siguen la MLS (mil 250 mdd) y la Liga MX con (815 mdd).
Esto es un valor, no significa si somos mejores o peores que los demás en la cancha, quiero reiterar mucho ese punto.
Después de estas tres Ligas, continúan en el siguiente orden: Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, Uruguay, Perú, Bolivia, Paraguay, Venezuela, Costa Rica, Guatemala, Panamá y Canadá.
Para los que hacen en sus cabezas fantasías de otras Ligas y piensan que por hablar otro idioma que no sea el español son mejores, en el ranking, la Liga MX supera a otras competiciones, como el futbol de Bélgica, Rusia, Grecia, Escocia, Suiza, Polonia, Países Bajos, Sudáfrica, Arabia Saudita, Japón, China, Corea del Sur y Egipto. Y en algunos casos, compartiendo valores con Turquía y Portugal.
En un ranking mundial, existen Ligas que viven en otro planeta con las cuales no debemos compararnos jamás. Estas son:
Nivel 1: Inglaterra.
Nivel 2: España, Italia, Alemania y Francia.
Nivel 3: Brasil, Portugal, Estados Unidos, Turquía, Países Bajos y México.
Con estos números, yo me quedaría tranquilo y disfrutaría de lo que tenemos, siempre con la misión de cómo mejorarlo, sin imaginar imposibles y siendo realistas de todo nuestro entorno.