Hemos sido testigos de cómo el aficionado a cualquier deporte es capaz de pagar cantidades estratosféricas para darle rienda suelta a su pasión.
He visto cualquier cantidad de locuras: aficionados renunciando al trabajo, vendiendo coches, haciendo rifas, intercambiando artículos, etc.
Para mí, comprar un boleto —no importa qué deporte sea— no significa tener la garantía de vivir un buen espectáculo, y el mejor ejemplo fue lo vivido el año pasado durante el Gran Premio de México de la Fórmula Uno, en donde nuestro piloto consentido Sergio Pérez quedó fuera de la carrera después de algunos segundos.
Los aficionados se sintieron decepcionados, pero el boleto ya estaba pagado. Así es el deporte.
Me parece que las instituciones deportivas en México deben ir entendiendo que el aficionado compra un boleto para el espectáculo, para la experiencia, pero eso no está en el desarrollo del juego.
Esos valores se encuentran en todo lo que rodea a la ejecución del deporte. Eso se encuentra desde que se compran los boletos, ya sea en una taquilla o en línea.
También me gustaría decirles que la experiencia no sólo es el día del partido. La experiencia es formar parte de algo, formar parte de los colores a los que el aficionado venera... La experiencia empieza con el primer acercamiento, con la elección de los colores, y no sólo se vuelve una cita semanal o quincenal.
En México, decimos que los boletos son caros, pero estoy seguro que se dice eso porque no corresponde el servicio a lo que se paga.
Si el juego es bueno o malo, eso no está incluido en el boleto. Lo que me parece es que se exigen los servicios “básicos”: buenos baños, iluminación, estacionamientos, internet, acceso a boletaje, atención al fan, etc., pero en algunas ocasiones los precios no son los más accesibles y se siente muy poco esa reciprocidad.
El valor promedio para ver futbol en la capital de México son 700 pesos, al contrario del norte del país, en donde el mejor boleto en promedio es de mil 500 pesos.
En toda América Latina, incluyendo Brasil, México es donde tiene más valor un boleto.
¿Es justo? Habría que decidir si entrega esos valores que hemos platicado, o todavía hay mucho por hacer. Eso sólo puede decirlo un aficionado, quien desembolsa dinero por su pasión.