Ya falta menos para que Donald Trump regrese a la Casa Blanca, y con él, todo su arsenal proteccionista. Entre amenazas arancelarias y su aversión por lo chino, México vuelve a estar en la mira. Pero esta vez, el golpe podría venir por un frente que parece ignorado: las telecomunicaciones.
Trump y su aversión a lo chino no son ninguna novedad. Sin embargo, este enfoque podría tornarse en una nueva bandera para renegociar el T-MEC, sobre todo si Estados Unidos considera que la tecnología de empresas como Huawei y ZTE usada en México pone en riesgo la seguridad nacional.
En Estados Unidos, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) ya impulsa un plan ambicioso para reemplazar la infraestructura de Huawei y ZTE. Ayer, Jessica Rosenworcel, presidenta de la FCC, celebró que la Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA) finalmente garantizó la financiación completa del Programa de Reembolso de Redes de Comunicaciones Seguras y Confiables. Este programa tiene como objetivo eliminar cualquier rastro de estas empresas chinas de las redes estadounidenses, utilizando para ello los recursos obtenidos de subastas del espectro AWS-3.
Los números no dejan lugar a dudas pues Huawei y ZTE tienen amplio despliegue en las redes en México, especialmente en la tecnología 4G-LTE. Según datos de Statista, hasta el año pasado Huawei lideraba el mercado global con 26.9% de participación, mientras que ZTE tiene un modesto 5.9%.
Aunque no hay datos precisos ni oficiales, se estima que, en el caso de Altán Redes, el operador de la Red Compartida de México, 55% de su infraestructura 4G-LTE Advanced depende de Huawei.
Con Telcel la situación es similar. Aunque se dice que su red 5G utiliza tecnología de Nokia y Ericsson, existe la versión de que toda su red 4G sigue siendo de Huawei. Incluso AT&T, que opera bajo estrictas regulaciones estadounidenses, ha comenzado a migrar hacia infraestructura europea de Nokia y Ericsson, dejando atrás la tecnología china para evitar sanciones.
La dependencia no es exclusiva de México. En América Latina, Huawei tiene el 70% de la infraestructura de redes 4G, dejando un 20% a los europeos y un modesto 10% a ZTE.
La pregunta para México es inevitable: ¿tenemos los recursos o, al menos, la intención de emprender un programa similar al de Estados Unidos? La FCC destinó 1,900 millones de dólares inicialmente para su plan, pero pronto quedó claro que se necesitaban 5 mil millones para cubrir los costos reales.
Si Trump llega con ganas de renegociar el TMEC, este podría ser el flanco débil de México. La narrativa de la seguridad nacional ya funcionó para que Estados Unidos presionara a sus aliados en Europa para abandonar Huawei. ¿Qué le impediría usar el mismo discurso para imponer nuevas reglas en las telecomunicaciones mexicanas?
El dilema no solo es económico, sino también político. México depende de Huawei y ZTE para mantener funcionando la red que atiende a las áreas rurales y desatendidas. El costo de transición de la Red Compartida hacia tecnología europea o estadounidense no solo sería alto, sino que podría comprometer la expansión de la cobertura.
El panorama no pinta sencillo. La tecnología europea, aunque libre de sanciones, tiene un costo elevado. Y aunque Huawei ofrece soluciones más económicas, la presión gringa podría obligar a México a elegir entre economía y diplomacia.
Además, cambiar de proveedor no es tan simple como parece. Las redes de telecomunicaciones son como un rompecabezas complejo. Migrar a una nueva infraestructura no solo implica costos iniciales elevados, sino también desafíos técnicos que podrían poner en jaque la conectividad durante meses o incluso años.
Si Trump se pone loco, las presiones para alejar a Huawei y ZTE del T-MEC podrían convertirse en una realidad. Esto colocaría a México entre la espada y la pared: por un lado, mantener su despliegue tecnológico actual, por otro, invertir en una reconversión que garantizaría su alineación con las políticas de Estados Unidos, pero a un costo altísimo.
El panorama puede ser exagerado, pero ignorarlo sería un error. La industria mexicana de telecomunicaciones necesita un plan para diversificar su infraestructura tecnológica, o al menos una estrategia clara para negociar con Estados Unidos cuando el tema se ponga rudo y sobre la mesa. Si algo ha demostrado Trump es que no tiene reparos en usar cualquier pretexto para exigir renegociaciones comerciales.
ChatGPT por WhatsApp
OpenAI decidió darnos un nuevo juguete: ahora ChatGPT puede ser consultado vía WhatsApp. Aunque para muchos suena a notición, depende de cuánto te emocione hablar con un chatbot en una versión minimalista. Ahora puedes incluir en tu lista de contactos el número 1 (800) 242-8478, más el código +1 de EU, para encontrar al amiguito virtual en la app.
Lo interesante (por no decir triste) es que esta versión de ChatGPT es como una demo, es decir, limitada y con funciones recortadas. Olvídate del modo de voz, de la capacidad de interpretar imágenes o de enviarle notas de voz. Básicamente, es como platicar con el primo pobre de la IA. Y si creías que podrías pasar horas chismeando, te detienen en seco pues solo se puede tener 15 minutos al mes por número.
Claro, siempre hay trucos. Si usas Google Voice u otro generador de números virtuales, puedes extender tu tiempo. Pero solo podrás usar la versión de ChatGPT que corre en GPT-4o mini, la cual no tiene acceso a información en tiempo real. OpenAI lo vende como una forma "económica" y "familiar" para probar la IA, pero parece más un gancho publicitario. Si quieres la versión completa, vuelve a las plataformas tradicionales porque el ChatGPT en WhatsApp sólo es un experimento a medias.
*Columnista y comentarista.