Si viste las películas de los Avengers seguramente recordarás esa escena épica en “La era de Ultrón” cuando Tony Stark y el Capitán América comienzan a tener diferencias. El pragmático Stark quería proteger el mundo con su tecnología y el Cap Rogers se debatía entre si era buena o mala idea. El creía que no era necesario.
Las diferencias siguieron hasta “Captain América: Civil War”, cuando ya eran más evidentes los enredos morales del capitán. Debe entenderse que el Cap surgió de un mundo en el que dominaba el orden, la organización, la jerarquía, las estructuras y la tradición. Sin embargo, eso le quitó la oportunidad a Stark de crear una tecnología que protegiera al mundo de la posterior amenaza de Thanos.
Algo similar le pasó a cierta parte del Consejo de Administración de Megacable. Enredados en sus debates tradicionalistas creen que la oferta de Televisa para fusionar sus negocios de cable y banda ancha con los Izzi, no es atractiva. Y eso se dejó sentir en los mercados.
Si bien los mercados vivieron una jornada bajista al saber que la Reserva Federal (Fed) aumentó la tasa de interés en 50 puntos base y que aún podría llevarla hasta 5.1% en 2023; es claro que el malestar en los mercados contra Megacable se dejó sentir por rechazar la oferta de fusión que Grupo Televisa planteó desde noviembre pasado.
Al cierre de las cotizaciones del miércoles en la BMV, el valor de la acción de Megacable perdió 6.8%, lo que borró casi la mitad de lo que ganó el martes. Los inversionistas no vieron con buenos ojos que Francisco J. Bours Castelo, presidente del Consejo de Administración de Megacable, dijo, de una manera petulante, que no. Tal parece que no vio que tenía en sus manos una oferta muy atractiva.
Sin embargo, esto le podría generar un futuro complicado con sus accionistas. Creo que no se dio cuenta que está rechazando (tal vez sin consultar) la oportunidad de ser mucho más viable para enfrentar el futuro. Les está negando a sus accionistas el potencial de generar mayores ganancias y eficiencias obteniendo una liquidez de 14.8 mil millones de pesos, algo que deja sin palabras.
El tema es que si bien la familia Bours es quien obtuvo la concesión en los años 60, este grupo no va solo y mucho menos tiene la mayoría accionaria de la empresa. Por ello, el debate al interior, entre sus inversionistas, no está acabado.
Adicionalmente, muchos se preguntan qué opinan sus consejeros independientes como Mario Laborin, Claudia Félix, Enrique Coppel y más. No dudes que esta historia seguirá ya que Televisa insistirá. Además, la presencia de fondos de inversión como BlackRock, Capital Research and Managment Company, y Vanguard, hace pensar que la decisión final aún no está tomada. Difícil se le pone el cierre de año al señor Bours.
Esperemos que el Capitán Megacable no siga creyendo que él solito puede tomar decisiones y quiera defender solo a la tierra del ingeniero Thanos. Es mejor fortalecer a los Avengers.
Peor para la realidad
Siempre aprendo muchas cosas de distintas personas y en mi paso por los medios de comunicación le he aprendido algo a varios colegas. Aunque muchos lo duden, siento respeto y aprecio por el hoy director de la Prensa, Luis Carriles (¡Saludos, ingeniero!) a quien le aprendí muchas cosas. Una de ellas es entender que a veces la realidad no coincide con los textos de varios colegas y si no es así, peor para la realidad.
Lo anterior viene a cuento por la publicación de una investigación en contra de una empresa de tecnología. No soy, ni quiero ser defensor de esa empresa que, si bien ha crecido meteóricamente; su éxito es creíble y verificable.
Tal vez sabes a qué empresa y a qué investigación me refiero, pero a leguas se ve que este periodicazo no es espontáneo. Quienes tenemos años (casi décadas) reportando y denunciando actos de corrupción en la contratación de tecnología sabemos cómo se las gastan los chicos malos. Investigaciones como las que te refiero me hacen decir: ternuritas.
Claramente se ve que desconocen cómo se realizaban y cómo se realizan ahora las licitaciones para la contratación de tecnología. No niego que todavía se observan casos de corrupción, abuso o negligencia, pero eso no es comparable con lo que pasaba en los dos sexenios anteriores. ¡Ufff!
Pero de todo esto, lo malo es que se daña la reputación de una empresa que (no me consta) podría estar haciendo bien las cosas. Tal vez solo se trata de una nueva camada de empresarios muy buenos haciendo alianzas o simplemente son geniales haciendo chanchullos pero insisto, no me consta.
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