Si me sigues en los distintos espacios que me abren para dar mi opinión, sabrás que siempre soy un crítico de las tendencias del mainstream. Tardo mucho en convencerme de las estrategias mercadotécnicas, de las etiquetas y de los anglicismos.
No me gusta reproducir las nuevas y cursis etiquetas que se le otorgan a las empresas en crecimiento (startups), pues carecen de rigor. ¿Solo porque a alguien se le ocurrió etiquetar a una empresa como “unicornio”; debemos considerar que se trata de una empresa ejemplar, rara, única, sobresaliente? Sí, es una startup que se financia con capital privado y cuya valoración supera los mil millones de dólares, pero no más. Por tanto, la etiqueta mítica de ser unicornio me parece sobredimensionada.
Dentro de todo el bestiario de startups globales, además de los unicornios están los pegasos; dragones, centauros, minotauros, dinosaurios, rinocerontes, ponys, cebras y los burros. Cada autor o promotor de dichas etiquetas varía en sus definiciones, pero me concentro en las cebras y los burros.
Ambos son équidos que tragan hierba triturada con sus dientes de corona alta: la diferencia entre uno y otro es que las cebras son más sociales y los burros son solitarios. En términos de startups, las cebras son negocios que quieren ganar dinero, pero al mismo tiempo, quieren contribuir a mejorar la sociedad. Los burros son unicornios sobrevalorados que viven de triturar y engullir.
Hay un caso de lo que podría ser un burro y de la cual quisiera equivocarme, pero ya hay varios señalamientos en su contra. Se trata de Merama, una empresa sobre de la cual pesan acusaciones de que se dedica a comprar y desmantelar empresas, en aras de una integración de estas a las dinámicas del comercio electrónico.
Algunos califican a la startup Merama como una trituradora de empresas. Opera como una incubadora de negocios incursionando en distintos mercados como suplementos alimenticios, cuidado personal, home fitness, capital humano, tecnología, entre otros. Sin embargo, algunos de los socios que han trabajado con esta “potenciadora de marcas” aseguran que, bajo el argumento de deficiencias administrativas y pérdidas operativas, Merama se engulle a las empresas, las marcas y las ideas de quienes son sus socios.
Mis Amigos Chismosos (MACH) me han dotado de toda una batería de argumentos y referencias en contra de Merama, pero me las guardo, pues, seguramente; esta empresa fundada por Felipe Delgado (México), Sujay Tyle (EU), Renato Andrade (Brasil) y Domingo Cruzat y Manuel José León (Chile), tienen muchos argumentos para desvirtuar dichos señalamientos. Abro mis antenas.
Espero que el meteórico ascenso de este unicornio no sea también una evidencia de que, más bien, se trata de un burro.
Mucha gente se queja de la corrupción, todo mundo la cuestiona, pero pocas veces se mira en el espejo. Muy pocos reconocen que en la dupla del cohecho siempre existe el corrupto y el corruptor. La corrupción está en la mente y las obras de muchos ciudadanos.
Te lo comento porque en la pasada licitación para la contratación del “Servicio Integral de Centro de Datos para la Secretaría de Salud”, varios fuimos testigos de algunos intentos de corrupción que son vergonzosos. Al final del proceso llegaron dos grupos, pero te cuento de “El Consorcio” formado por la empresa Kipustec, 4 Play Telecom y Consultoría, Bienes y Servicios Integrales ERC.
MACH me dicen que este consorcio venía apadrinado por un grupo que, por ser tabasqueño, creyó que podían realizar actos que rayan en lo burdo y criminal. MACH dicen que el consorcio fue recomendado por algún miembro de la familia Alipi con la promesa de que ganarían el concurso. Los Alipi son empresarios turísticos y médicos de Tabasco, pero ahora (no me consta) los vinculan con personajes cercanos a Palacio Nacional. Googléale.
Por fortuna, los funcionarios de Salud no se dejaron apantallar y no se cumplió el despropósito; sin embargo, esta licitación debe servirnos como experiencia para señalar y evidenciar las malas prácticas que antaño funcionaban, pero que ahora cada vez sirven menos.
MACH me dicen que, entre esas malas mañas, el consorcio presentó perfiles de personal ajeno, como si fuese propio. El consorcio presentó documentación de ingenieros que no trabajan para ellos, pues se piratearon perfiles de personal de empresas como KIO Networks, Axtel y Telmex.
Cabe resaltar que esta práctica fue muy socorrida en los sexenios pasados pues, basados en el esquema de outsourcing, muchas empresas patito ganaban contratos presentando una cartera de ingenieros impresionantes, pero que prestaban sus servicios a través de terceros. Esto derivó en una sobreexplotación de personal, en el incumplimiento de contratos y en la escasez de talento pues todo mundo se pirateaba a los mismos expertos, por las buenas o por las malas.
Incluso, MACH me aseguran que ciertos malos empleados de la empresa fabricante de equipo, Hitachi, se prestó a la compartición de perfiles y currículos de sus ingenieros, con el objetivo de quedar bien con ese eventual cliente tabasqueño.
Sólo como una muestra, te informo que en el análisis técnico sobre la capacidad, experiencia y especialidad de “El Consorcio”, su propuesta obtuvo un punto de 60 puntos posibles; es decir, no tenían ni la más remota posibilidad de dar el servicio.
Es cierto, la movilidad (y el pirateo) de ingenieros en esta industria en México es fenomenal, pues hay carencia de personal, pero aún más de personal certificado. A las empresas no les importaba capacitar a su gente, pues sabían que mediante terceros podían prestar el servicio y ganar contratos. Eso quedó en el pasado. Ya es necesario capacitar, certificar y desarrollar toda plantilla de expertos que, mediante la ingeniería y desarrollo de proyectos con márgenes de ganancia razonables, hagan crecer a la industria en beneficio de las empresas, sus empleados y la sociedad.
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