El ciclo electoral de 2024 en Estados Unidos presenta un escenario donde la inteligencia artificial (IA) juega un papel en las campañas de los candidatos. Tanto Donald Trump como Kamala Harris, están aprovechando a su manera esta tecnología en sus estrategias. La campaña de Harris ha llenado mi bandeja de correos electrónicos. Sin éxito alguno he intentado darme de baja de sus listas, pero bueno… no pasada nada, no puedo votar en EEUU y de hacerlo no sería por ella y su agenda WOKE; lo cual no implica que mi voto sería por Trump, aunque refrendo la idea de querer ver el fin del personaje… es en verdad un protagonista crucial para la cultura pop estadounidense, para la cultura democrática moderna.

En las elecciones de 2016, la micro-segmentación digital revolucionaron las campañas políticas. Desde entonces, la IA ha avanzado significativamente, permitiendo no sólo una mejor segmentación, sino también la creación de contenidos personalizados a gran escala, la predicción del comportamiento electoral y la optimización de los recursos de campaña. Una de las áreas donde la IA es crucial es en la creación y distribución de contenido. Los algoritmos avanzados permiten la generación automática de mensajes personalizados, adaptados a las preocupaciones específicas de diferentes grupos de votantes. Tanto Trump como Harris envían correos electrónicos [un ejemplo primario], mensajes de texto o anuncios de redes sociales tipificados, basados en el análisis de datos demográficos, históricos de votación y preferencias individuales. Esto no solo optimiza el alcance, sino que también refuerza la conexión emocional de los candidatos con los votantes.

A decir de la cadena CBS, “El informe realizado por AI Democracy Projects y Proof News de las primarias presidenciales en Estados Unidos, dicta que cada vez más ciudadanos están recurriendo a herramientas como Gemini de Google y GPT-4 de OpenAI para obtener información. No obstante, varios expertos han expresado su preocupación sobre el impacto que estas poderosas formas de IA pueden tener en los votantes, ya que podrían diseminar información falsa o engañosa, e incluso desincentivar la participación electoral. (…) Por ejemplo, uno de los modelos, Llama 2 de Meta, dio una respuesta incorrecta al afirmar que los votantes de California podían votar por mensaje de texto, según los investigadores. Además, ninguno de los cinco modelos de IA evaluados (ChatGPT-4 de OpenAI, Llama 2 de Meta, Gemini de Google, Claude de Anthropic y Mixtral de la francesa Mistral) respondió correctamente a la pregunta sobre la prohibición de usar prendas con logotipos de campañas políticas, como la gorra MAGA, en las urnas de Texas, de acuerdo con la legislación estatal”.

Donald Trump, con su enfoque populista y su base de seguidores muy leal, utilizará la IA para profundizar aún más en la micro-segmentación y la movilización de su electorado. En 2016 y 2020, su equipo demostró ser hábil en el uso de redes sociales y datos para activar a sus votantes clave. En 2024, con la IA, la campaña de Trump refina más sus estrategias de publicidad e identifica patrones de comportamiento. Habría que ver cómo impacta la unión de Elon Musk, CEO de X, a la campaña de Trump pasadas las elecciones.

Por su parte, Kamala Harris, que ha destacado por su enfoque progresista y su interés en temas de equidad social y racial, puede utilizar, por lo pronto, la IA para conectar con grupos que ella decida y que hayan sido subrepresentados, lo cual es una trampa también de segmentación. La IA le permitirá analizar los problemas más relevantes y crear mensajes que resuenen con sus preocupaciones. Al tener acceso a datos en tiempo real, su equipo podrá ajustar las estrategias sobre la marcha, respondiendo a cambios en la opinión pública de manera ágil. Esta es la parte más interesante, por lo menos para mí, ya que se vuelve un trabajo exacerbado desde la estrategia de comunicación política reenfocar discurso y objetivo.

Sin embargo, el uso de IA en las elecciones también plantea serios desafíos éticos, son puntos sobre la mesa que debemos atender. La capacidad de generar contenido hiper personalizado puede desdibujar la línea entre la persuasión legítima y la manipulación. ¿Pero qué campaña política no es manipulación en su médula? La IA puede ser utilizada para difundir desinformación o manipular emociones de manera muy precisa, lo que podría influir negativamente en la integridad del proceso electoral. Trump, en particular, ha sido criticado en el pasado por utilizar tácticas divisorias, pero también el equipo de Harris trabaja en su línea de desacreditación. Un área de gran preocupación es el uso de la IA para crear “deepfakes”, videos falsificados que parecen reales. La capacidad de la IA para generar imágenes y videos falsos que son indistinguibles de la realidad plantea una amenaza significativa para la confianza pública en el proceso electoral. Hoy, con una aplicación de “Text to Video”, bien utilizado podría difamar a ambos candidatos y dirigir el ataque a la parte proporcional de su electorado más frágil, suena incluso a reto.

Así, la IA tendrá un papel importante en la optimización de recursos. Para Trump y Harris, la capacidad de utilizar algoritmos que determinen dónde gastar dinero en publicidad, dónde movilizar voluntarios y dónde organizar eventos será vital para maximizar el impacto de sus esfuerzos, ahora se pueden generar mapas detallados del comportamiento electoral, ayudando a los candidatos a tomar decisiones más eficientes. También cambiará la forma en que los medios de comunicación cubren las campañas. Esto podría aumentar la velocidad y precisión de la cobertura, pero también corre el riesgo de reducir la profundidad del análisis si los periodistas se vuelven demasiado dependientes de estas herramientas. Hay riesgos importantes de ciberseguridad asociados con el uso de la IA en las elecciones. La capacidad de los hackers para manipular algoritmos y explotar vulnerabilidades en las campañas de los candidatos representa una amenaza real. Los equipos de Trump y Harris tendrán que estar muy atentos a las posibles interferencias externas, especialmente de actores estatales que podrían intentar influir en los resultados electorales.

Para los votantes, esta será una experiencia y proceso democrático más personalizado y, en teoría, más accesible; y esta personalización también podría reforzar las cámaras de eco, aislando a los votantes en burbujas de información que refuercen sus creencias preexistentes, limitando el acceso a puntos de vista alternativos. Sigo pensado hasta este momento que el futuro de la democracia debe ser análogo, un asunto de personas que debaten ideas, que se nutren de propuestas, pero ¿qué personas debaten ideas y suman sus propuestas?

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