“Si hay algo que está prohibido contar, comprenderás que fatalmente sólo se puede y se debe contar esa cosa”, escribe Emmanuel Carrère en "Una novela rusa". Frase sencilla en su planteamiento que nos invita a quemar las naves y reiterar nuestra pasión anárquica por destruirlo todo sin consideraciones por nadie ni por nada. Hoy, en los albores del nuevo año, nos toca hablar de nosotros como seres que todo lo destruyen y que, a pesar de nuestro ethos polémico, construimos grandes obras artísticas, humanitarias y arquitectónicas que nos sobrevivirán. Este año caótico que se marcha, cual Odiseo sin retorno, nos dejó varias lecciones; disculpen el tono de superación personal, pero ante las evidencias no hay palabras que formulen la situación de forma tan directa.

Antes de iniciar con el planteamiento de esta semana, quiero agradecerle a David Aponte , director editorial de EL UNIVERSAL, el apoyo brindado para que Cronografías se hiciera de un espacio en la sección de Opinión en Cultura. Especialmente, le reitero a Julio Aguilar mi franco respeto y admiración por confiar en mi voz para escribir una columna semanal extensa que apostó por el ejercicio crítico desde las artes hacia la sociedad y la clase política, ejercicio que me ha llevado a ser vilipendiado, pero que me abrió las puertas a un mundo donde espero pasar el resto de mi vida. Cada palabra escrita aquí surge desde la honestidad de un ejercicio que intenta provocar e incitar a la reflexión intelectual. Cronografías me ha enseñado a comprender las tendencias de los lectores y a reconocer las aguas pantanosas de la obviedad en las que, como crítico, es fácil naufragar.

Con su novela "El adversario", Emmanuel Carrère, se distinguió como lo hizo Truman Capote con "A sangre fría", por ser un escritor que tiene como punto de partida la realidad para explicarnos a través de la ficción el horror de las pasiones humanas. La realidad pasada por el filtro de la ficción hace menos amargo el trago de la desgracia porque su veracidad irreal, por literaria, permite que los lectores asuman las tragedias sin el barbarismo. De la cita inicial de Carrère me interesa ahondar en las prohibiciones de aquello ocurrido durante este año y de lo que, por supuesto, no podemos “hablar”, porque nos incluye como la materia prima de la desgracia.

¿Cómo se narrará este 2020 al pasar de los años? No lo sé por el momento, pero ante lo precocidad de autores como Slavoj Žižek que, con su libro "Pandemia" (publicado un par de meses después de iniciada la catástrofe sanitaria, bajo el argumento por demás obvio del replanteamiento capitalista y social que no suman al debate por sensacionalista), elimina con sus planteamientos la reflexión profunda. Para decirlo en su tono, convierten la catástrofe en pornografía para llamar la atención, pero como tal son teorías inmediatas que apelan a un mercado y no a los problemas reales: el capitalismo como raíz de todos los males. Su reflexión inmediata suma al vaivén de la penetración en el eterno loop del acto sexual otrora transgresor. Esta telenovela catastrófica, potenciada en redes sociales y noticieros por la televisión abierta y de paga, además de los “pensadores”, nos tiene cual plañideras lamentándonos de nuestra mísera existencia frente al caos pandémico sin accionar.

Retomando a Carrère, lo “prohibido” somos nosotros, pero por el momento no nos atrevemos a hablar del fango en el que estamos. Opinamos, como hago en este momento, sin aportar nada sino discurso. Al inicio de la pandemia en México, fue la ciudadanía la que se adelantó al gobierno para enclaustrarse y minimizar el contagio a pesar de que el gobierno negaba la gravedad del SARS-CoV-2 . Hoy que la ciudanía vive el caos como resultado de las malas estrategias del ejecutivo, ya es impensable el encierro, pues la catástrofe financiera es inminente. Sería el momento ideal para conocer la estrategia económica de presidencia que no ejerció presupuestos en su momento… disculparán ustedes, pero sigo sin ver la estrategia… quizá no la distingo porque no soy economista.

La gran mayoría de los mexicanos estamos en serios aprietos a causa de la economía y porque ya inicia la carrera hacia las elecciones de un 2021 , que se antojan divertidas por su miseria venidera y sobre todo porque los rostros de la oposición al sistema conservador del momento son los mismos de siempre. Si bien no deseo la desgracia de nadie, espero que la tan anunciada vacuna no sea un vehículo propagandístico para la política de quien gobierna en este momento, aunque lo será. En otras ocasiones lo he dicho: no creo que el sistema de gobierno actual en verdad desee lo peor para el país; sin embargo, los hechos, a pesar de los aliados del sistema [y hay algunos pensantes] apuntan a lo contrario.

Nos está prohibido entender cómo y por qué somos parte del problema que acecha al país porque sencillamente no sabemos qué es este país en el que vivimos. Es un ejercicio profundo que los invito a hacer porque, para repensar nuestra coexistencia como pueblo o sociedad, necesitamos saber cuál es nuestro verdadero rol en este caos llamado México. No podemos quejarnos del sistema político actual porque fue nuestra educación la que nos heredó este nuevo modelo conservador; aunque sí podríamos cambiarlo. No obstante, la comodidad mexicana que se nos da de facto al nacer es sencilla: “las cosas siempre han sido así”. ¿Qué hacemos para cambiarlo? El próximo año de elecciones y de convivencia con la pandemia será interesante para determinar qué hacemos como mexicanos.

Tengo un hijo pequeño al que disfruto ver jugar y divertirse con todas aquellas cosas que no pude tener en mi infancia. Pienso en él cada día y pienso en qué sería capaz de hacer, si algo le llegara a pasar. Al pensar en los miles de padres que ven a sus hijos morir o convalecer por el cáncer , olvidados por un sistema de salud que los ignora, es inconcebible cómo puede nuestro gobierno (ese por el que votaron millones) condenarlos a la muerte. Esta columna nació porque tengo un interés verdadero en hacer de este país un mejor lugar, no me interesa sólo opinar sin actuar.

Aquí abajo están mis contactos y pongo sobre la mesa cinco mil (5,000) pesos para la ayuda a niños con cáncer a la fundación o familia que más lo necesite. ¿Quién de ustedes desea sumarse para que entre muchos logremos ayudar a más niños?

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