Justo cuando nos acostumbramos a que los dos candidatos presidenciales de Estados Unidos vieran a México sólo con la lupa negativa de los problemas de la frontera y el fentanilo hay un volantazo. La Unión Americana tiembla ante los autos eléctricos, su impacto y paso por tierras mexicanas.
Cómo impulsar “EVs americanos” se ha convertido una cuestión electoral. Demócratas y republicanos desconocen cómo conquistar un mercado global de 3,500 billones de dólares, mas están de acuerdo en una cosa: la amenaza es China. Los presidenciables hablan con votantes y automotoras de empleos, orgullo y las marcas “americanas”.
El presidente Joe Biden y la candidata Kamala Harris han defendido a la industria automotriz estadounidense y la electrificación. El candidato Donald Trump los ha retado, dividiendo la apuesta entre gasolina, híbridos y eléctricos. Nunca en las campañas de la Unión Americana se había visto al jefe de una empresa de coches involucrarse como lo ha hecho Elon Musk.
Hay un discurso nacional generalizado: los carros y pick ups chinos afectan trabajos e industrias de EU. Lo inesperado es que las tierras mexicanas entraran en la elección. De hecho, México es un puente al mercado norteamericano por donde pueden cruzar EVs chinos y sus componentes.
Las tarifas restrictivas de Biden dispararon contra los eléctricos chinos, con un arancel del 100% (mayo de 2024). También creció la discusión si la producción china se movería a México para evitar aranceles. Expertos indicaron que eso ya pasaba con las autopartes. La noticia que alertó a los norteamericanos devotos de sus pick ups es que las chinas ya están en su frontera sur. Ejemplo, la BYD Shark es una camioneta híbrida que se vende en el mercado mexicano y podría desplazar a las picks ups de EU -en los dos lados del Río Bravo- por ser innovadora, ecológica y más barata.
Harris y Trump muestran a los autos estadounidenses como símbolo de orgullo, empleo y de soberanía nacional. Hay lógica, más allá del armamento nuclear o las reservas económicas, lo que hoy tienen la mayoría de las potencias en común son industrias automotrices rentables. El interés nacional de EU está relacionado con General Motors, Ford, Stellantis (Chrysler) y ahora con Tesla.
Tampoco se entiende a Alemania lejos de los destinos de Volkswagen o a Japón de Toyota. Potencias militares como Francia, Reino Unido y Rusia están preocupadas porque sus firmas automotoras no sean competitivas. Asimismo, aciertos económicos de Corea, India y China, se explican a través de sus empresas de autos y camiones.
Harris y Trump no sólo pelean por puestos laborales dentro de EU. Está en juego un mercado mundial de vehículos que promete 6,861 billones de dólares para 2033 (según Spherical Insights).
En estas elecciones, quizá el único tema positivo sobre México ha sido su valor estratégico para la industria automotriz mundial y la integración con EU. A los mexicanos se les ha considerado nuevamente norteamericanos, como fue al inicio del TLCAN en 1994.
Gane Harris o Trump, las automotoras de EU analizarán la producción de EVs en el vecino del sur. Veremos si los demás asuntos recuperan el nivel de sociedad o por lo menos de igualdad norteamericana.
Especialista en geopolítica y miembro de Comexi