Para sorpresa del mundo, Angela Merkel no sólo acercó a Alemania con Rusia, sino con la buscada y temida economía china. Ahora, el canciller Olaf Scholz reafirma el pragmatismo alemán y replantea las relaciones con su aliado oriental.
China tiene ya un pie dentro de tierras y mares alemanes. La alarma más reciente fue el avance de una multinacional china en el puerto Hamburgo. Aunque Berlín presionó para que la inversión de COSCO se redujera de 35% a 24.9% el pasado octubre, la realidad es que los chinos son el primer socio comercial alemán desde hace 6 años, superando los 245 miles de millones de euros en 2021.
Políticos europeos y estadounidenses han alertado que la influencia china puede ser una amenaza. Pero la verdad es que a nivel local y diplomático, el capital chino es muy bienvenido en las regiones y ciudades alemanas.
Después de Estados Unidos, los diplomáticos chinos son los más posicionados y mejor recibidos por los gobiernos locales en los 16 estados alemanes. Esa afinidad de las alcaldías o los pequeños empresarios es muy independiente de la famosa empatía, por ejemplo, del excanciller Gerhard Schröder con el gobierno chino.
Otra prueba es que el alcalde de Dortmund, Thomas Westphal, protestó este noviembre ante el bloqueó del gobierno federal de la compra de Semiconductores Elmos por parte de una empresa china. La visión del Ministerio de Economía es que la producción de chips es “crítica” para la seguridad alemana y por ello hay que controlarla. Para el Ayuntamiento, por el contrario, el veto a los chinos es un freno a la derrama económica y “pone en riesgo a 225 puestos de trabajo alemanes”.
La fresca visita de Scholz al presidente Xi Jinping puede interpretarse de dos maneras, la del empresario hamburgués y la del diplomático alemán. Uno, la delegación germana se presentó en Pekín con el sello de los “negocios son primero”. La presencia alemana sigue beneficiando a la economía local china y al intercambio de tecnología, ha continuado creciendo en 2022, con un récord de 10 mil millones de euros en nuevas inversiones. El sector automotriz es clave para ambos países. Volkswagen recibe del mercado chino la mitad de sus ganancias mundiales.
Dos, la política exterior alemana presenta en China su visión del realismo político modificado. Esto quiere decir de manera simple que los alemanes, además de sus intereses, le ponen atención a otros temas. El derecho internacional y las instituciones les importan, por ello piden que los chinos honren la cooperación para la paz, con Naciones Unidas y los derechos humanos y ambientales, con la Unión Europea. Para la diplomacia alemana también son relevantes el respeto a las ONGs y los medios de comunicación en asuntos sensibles para China, como el acontecer político de Hong Kong, Taiwan y Corea del Norte.
Alemania, como todas las potencias, tiende en inducir y condicionar quien invierte en su país y como lo hace. Asimismo, escucha la opinión de Estados Unidos y la Unión Europea, que han dado distintos reparos ante su cercanía con rusos y chinos.
Es interesante que inversiones o alianzas empresariales mexicanas no causen tanto ruido o censura en los aliados occidentales de los alemanes, sino por el contrario, parecen muy bienvenidas. Tal es el caso de las encabezadas por consorcios regiomontanos como Grupo Alfa (Nemak), Cemex o recientemente Femsa, con la adquisición de Valora.
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