La crisis del Covid-19 ha demostrado que América Latina está concentrada en asegurar un plato de comida y la supervivencia a corto plazo. Los latinoamericanos se desesperan, no siembran un mejor futuro, se conforman con sobrevivir.
Al momento que se escribe este artículo, migrantes centroamericanos están detenidos entre Guatemala y Honduras cargando su vida en una mochila. Más de 4 millones de venezolanos que también migraron, enfrentan la paradoja de quedarse en los países vecinos, sea Perú, Ecuador o Colombia, indocumentados, sin acceso a hospitales o de regresar a su país con hambre, sin trabajo y en plena pandemia.
Desde Argentina y Chile, pasando por Brasil, Venezuela y hasta Centroamérica y México, se alza la voz pero se escucha poco. Por lo menos 34 millones de personas han perdido su trabajo y 80 millones de niños se han quedado sin el alimento que recibían en sus escuelas, según organismos internacionales. No hay espacio en las mentes y los estómagos latinoamericanos para invertir en el mañana y ser más productivos. Temas como calidad en salud, educación y mejores empleos, se han convertido en un sueño distante.
La productividad en la región ya había caído en 2019, mas 2020 agravó la situación. Algunos problemas fueron circunstanciales, pero otros fueron agravados por malas decisiones de los gobiernos, los empresarios y la propia sociedad. La epopeya petrolera afectó a México y Venezuela, la hazaña minera a Chile, Bolivia y Perú y la apuesta agrícola a Argentina y Brasil. Por un lado, el precio del petróleo se desplomaba un 50% en el cuarto trimestre de 2019, por otro, minerales como el cobre y productos como la soya caían 11%.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) coinciden en que parte de la solución para los problemas latinoamericanos es elevar la productividad. Significa sembrar para la próxima generación. Mas los países no quieren aceptar esa recomendación porque requiere gastar presupuesto público y capital político. Representaría mejor salud, paz, estabilidad financiera, seguridad climática e igualdad. Pero es un círculo vicioso. Las personas quieren resultados rápidos. Los gobiernos saben que los votantes latinoamericanos deciden en base a sus necesidades inmediatas, como la canasta básica, no van a elegir a alguien que se concentre en el mediano y largo plazo.
Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, explicó que la falta de la producctividad afecta especialmente a América Latina en el contexto de la pandemia. Tanto adultos como menores no pueden realizar sus actividades cotidianas por falta de habilidades y tecnología. 2,7 millones de pequeñas y medianas empresas van a cerrar debido al coronavirus. 40 millones de hogares no están conectados ni tienen acceso a internet de buena calidad. En tanto que, 32 millones de niños, niñas y adolescentes no pueden recibir siquiera teleeducación.
¿Cuál sería entonces la solución pasando la pandemia del Covid-19? Una de las respuestas es la preparación, la vieja receta de las abuelas pero adaptada a las necesidades actuales. Contar con una licenciatura o ingenieria no es el único camino para aseguar un trabajo bien pagado y estable. En las escuelas primarias y secundarias los valores éticos se deben ampliar con el respeto al medio ambiente y al estado de derecho, a las reglas de convivencia. Pero sobre todo, los latinoamericanos deben obtener desde su formación básica herramientas prácticas para ampliar sus oportunidades de trabajo y adaptación al futuro, como computación e idiomas.
Chile le dio un toque social a esta discusión en la primera Cumbre Ministerial de Productividad "Impulso de la productividad y el crecimiento inclusivo en América Latina", realizada en 2016. Costa Rica impulsó el comercio centroamericano en la segunda Cumbre "Integración comercial regional y productividad", en 2018. En tanto, Colombia abordó la revolución tecnológica en la tercera Cumbre “Aprovechando la transformación digital para impulsar la productividad”, en 2019.
En medio los embates del coronavirus, la crisis económica y los huracanes regionales, vale la pena estar atentos a la siguiente Cumbre y a los temas del futuro, el mañana de las familias latinoamericanas.