Hace unos años abordamos el grave problema que están ocasionando las bolsas de desechos para mascotas y la contaminación de plástico que están generando tan solo en nuestro país.
Las empresas productoras de bolsas para mascotas continúan ejerciendo uno de los mayores fraudes al pregonar que su producto se destruye al cabo de cierto tiempo, aspecto que muchos especialistas han demostrado que es una mentira absoluta, pues el plástico sigue sin degradarse al cabo de muchos meses y los químicos que desprende cada bolsa ya son objeto de estudio por el daño que generan.
Mencionamos en aquella crónica cifras comprobadas de cómo las bolsas de plástico utilizadas cada año para los desechos de las millones de mascotas mexicanas podrían cubrir el Zócalo capitalino cada doce meses.
Recientemente nos enteramos que están surgiendo varias empresas fundadas por jóvenes que reciclan de manera responsable los desechos de las mascotas con servicio a domicilio. Una de ellas puede encontrarse en la cuenta de Instagram @hagamos_poposta en la que muestran a cada cliente la manera de recoger los desechos con papel biodegradable y le entregan dos cubetas, una de ellas con aserrín para ir cubriendo los desechos día con día, misma que recoge para llevarla a su centro de composta ecológica.
Esfuerzos como éste sin duda traen algo de esperanza ante uno de los problemas más graves a los que nos enfrentamos los dueños de mascotas y cuyo daño ecológico ni siquiera es objeto de estudio por parte de instancias como la Semarnat e incluso de la Profeco, a la que urge poner en la mira a las empresas productoras de bolsas para mascotas y hacer estudios serios sobre sus componentes químicos y su supuesta biodegradabilidad.
Recordemos mientras tanto aquella crónica de hace unos años. En la que, por cierto, comprobamos incluso con fotos fechadas que la bolsa azul señalada, seguía contaminando el parque México muchos meses después.
Los gritos se escuchaban a varios metros en el Parque México, territorio de hipsters, de amantes de los perros, de asiduos seguidores veganos de la fusión del Yoga con
cualquier disciplina acrobática (risas). En aquel impoluto escenario condechi apareció una mancha de insultos subidos de tono entre dos dueños de mascotas.
El primero (hipster 1) le reclamaba al segundo (hipster 2) el no recoger con una bolsa de plástico los desechos de su mascota, después de sorprenderlo infraganti colocándolos con una hojita en un agujero que previamente había escarbado.
-¡Es contaminación!- gritaba el sujeto de unos 30 años con tatuaje budista, barba de vikingo, huaraches de exclusiva marca y un café caramel macchiato en una mano y su pequeño perro Pomerania en el otro brazo.
-¡Estás loco, esto lo recicla la tierra, contaminación la tuya que usas bolsas de plástico!- exclamó el hipster 2, ataviado con una camiseta con la leyenda Brooklyn Son, una diadema de audífonos anaranjados y sujetando de la correa a un bonito perro lanudo. - ¿Sabes que todo el plástico termina en el mar? - añadió.
El hipster 1 le contestó que el plástico de las bolsas para desechos de perros es biodegradable, comentario que fue recibido por el hipster 2 con una sonora carcajada de burla: ¡El cuento del plástico ecológico es una reverenda m…! Mejor Googlea el estudio de Environmental Science & Technology y verás que tus bolsitas siguen intactas después de años de estar enterradas y además segregan químicos más nocivos.
Enojado, el hipster 1 dio un sorbo a su Macchiato y el hipster 2 aprovechó para enumerarle la cantidad de perros que hay en el planeta, más de 500 millones, dijo, y de esos al menos 400 mil viven en ambiente doméstico.
-¡Neta, haz la cuenta carnal!- gritaba el hipster 2 -Si de esos 400 millones de perros mascota, la mitad de sus amos usa una bolsa diaria, estamos hablando de 200 millones de bolsas de plástico al día, es decir… (hizo una pausa para hacer la cuenta) ¡Unas seis mil millones de bolsas al mes! ¡Échale la cuenta al año! Por gente como tú el planeta está como está.
Incluso a través de su tono de piel adquirido en cama de bronceado, el hipster 1 se mostró sonrojado por el enojo y le gritó: ¡Mira p… no justifiques tus cochinadas!
-¿Cochinadas? ¡Esas son las verdaderas cochinadas!- respondió el hispter 2 mientras señalaba hacia otro arbusto donde alguien había tirado un bolsa de plástico color azul con los desechos de su perro.
Para ese momento yo ya estaba tan interesado en la confrontación, que me acerqué disimuladamente con mi cachorro Luke, para sacar una foto de la bolsa abandonada.
Instantes después, el enfrentamiento terminó con unas bonitas mentadas de madre, unos recordatorios fálicos en voz y con señas bastante sugerentes y hasta un grito final con la frase: “¡Si no te cabe no repartas!”.
Pero después de la tormenta de aquella discusión, al llegar a casa, quise comprobar por mí mismo los datos que había compartido el hipster 2 y que aún seguían dando vueltas en mi cabeza.
Efectivamente se calcula que la cifra de perros en el mundo es de 500 millones y que al menos 400 mil viven en ambiente doméstico. También comprobé lo del estudio de las bolsas de plástico para mascotas y su casi nula diferencia con el plástico normal, lo de biodegradables en realidad no tiene ninguna base científica y es prácticamente un engaño. Según el estudio publicado bajo el nada pequeño título: Environmental deterioration of biodegradable, Oxo-biodegradable, compostable, and conventional plastic carrier bags in the sea, soil, and open-air over a 3-year period, se demuestra que después de tres años esas bolsas permaneces intactas y que incluso sirven para cargar hasta dos kilogramos de objetos sin romperse.
A continuación, quise investigar este problema en el contexto mexicano. Según datos del INEGI hasta 2016 habría más de 19 millones de perros en todo el país, de los cuales poco más de 6 millones tendrían hogar. Estos datos parecen coincidir con los de una empresa de productos para animales que llevó a cabo el Pet Censo 2020 en el que la cifra de 19 millones sigue vigente, además del dato de que 57 de cada 100 hogares tiene una mascota. Por supuesto los perros se encuentran a la cabeza como el 80 por ciento de los animales de compañía, seguidos por gatos, pájaros, etc.
Pero regresemos al tema del plástico. Si de los seis millones de perros con hogar que existen en nuestro país, al menos el 50 por ciento de sus amos sigue la ya arraigada y nociva costumbre de utilizar una bolsa de plástico para recoger sus desechos, estamos hablando de al menos 3 millones de bolsas de plástico diarias que van directo a contaminar el medio ambiente. Son 90 millones de bolsas de plástico al mes, 1,080,000,000 al año.
Eso es suficiente plástico para llenar cada 12 meses el zócalo capitalino de bolsas hasta una altura de ¡cuatro metros! Lamentablemente, la gran mayoría se suma a las ocho millones de toneladas de desechos de plástico que cada año terminan contaminando los mares en el planeta. La Fundación de Investigación Marina Algalita, dedicada a la investigación de la contaminación por plástico y sus impactos en la vida y ecosistemas marinos, advierte de la formación cada vez más frecuente de islas de plástico en el océano Índico, Pacífico norte y sur, y Atlántico norte, con cientos de millones de desechos que forman masas gigantescas que dañan a numerosas especies.
La paradoja es que muchos mexicanos amantes de los perros, terminan dañando a otros animales de forma directa al utilizar entre 400 y hasta 1000 bolsas de plástico por año, sin contar la contaminación generada al producirlas. De nada sirve que gracias al video de la tortuguita se hayan dejado de utilizar popotes, que en las tiendas ya no nos entreguen bolsas, si tan sólo los “preocupados” y “civilizados” amos de perros tiran cada año en nuestro territorio más de mil millones de bolsas de plástico a la basura. ¡El surrealismo de los tiempos modernos!