La gotas derramaron el vaso de agua hace unos días y dieron cuenta del caos que vive hoy la ingobernable ciudad de México. Dos niños descuartizados y transportados en un diablito. Otro niño que soñaba con ser futbolista, descuartizado también después de ser secuestrado por sujetos en moto al salir de su práctica deportiva. Pidieron 800 mil pesos de rescate a sus familiares. No pudieron ser pagados y nunca se le volvió a ver con vida.
La temida Unión Tepito, otrora con cierto órden, hoy muestra su desorden y caos, su falta de liderazgo, puesto que hasta sus integrantes de bajo rango, algunos de ellos niños y adolescentes, hacen de las suyas torturando y asesinando sin permiso y sin control.
Una jefa de gobierno capitalino que emula al espectro de la Llorona: Todos la conocen, pero pocos la han visto. De esa tibieza se aprovechan las bandas delictivas para tener en vecindades del Centro Histórico cuartos de tortura y asesinato, a escasos cientos de metros de Palacio Nacional.
Los demonos de la ciudad violenta se nos caen en cascada, como una avalancha y los correos a columnistas crecen, como el del lector Braulio H, quien hace unos días fue amenazado por un patrullero en moto al que tuvo que esquivar en una calle de la Colonia del Valle, después de que se metiera a toda velocidad en sentido contrario ignorando las leyes de tránsito.
Indignado le tocó el claxon en repetidas ocasiones, pues estuvo a punto de atropellarlo. ¿Cual sería la reacción del guardían del órden motorizado? Se regresó y comenzó a insultarlo y a amenzarlo, sacando su pistola, aún cuando su víctima venía en compañía de su esposa y su hija de nueve años. Luego de ello, comenzó a golpear el espejo lateral del vehículo del señor Braulio hasta romperlo y se dio a la fuga. Todo ello ocurrió a la luz del día, a la vista de otros conductores que estaban detenidos en el semáforo.
El señor Braulio hace un llamado, por si álguien grabó aquel momento con su celular o si las cámaras de seguridad aledañas a la calle de Matías Romero, esquina Gabriel Mancera registraron el hecho.
Mientras tanto, en la colonia Noche Buena, en el conocido Parque Hundido, apenas el 12 de noviembre, el lector Héctor L. fue amenazado de muerte por un sujeto al que le pidió que dejara de maltratar un árbol pequeño. Lo estaba doblando dramáticamente para ejercitarse haciendo barras, aún cuando en ese parque existe un lugar específico con tubos de gimnasio.
Nuestro lector nos envió el video en el que puede verse al sujeto, acompañado de una mujer y de un perro pitbull color blanco con café, doblando el delgado árbol de forma egoista para sus fines.
Tras la petición de nuestro lector al sujeto, éste le dijo que vivía también en la calle de Millet y que ya sabía cual era su ventana... y que mejor se preparara porque no sabía lo que le pasaría.
Minutos después nuestro lector contactó a las policías del parque, quienes interrogaron al sujeto y aún cuando las amenazas ocurrieron frente a ellos, le dijeron que no podían consignarlo ante el juez cívico, puesto que el árbol no se había trozado.
Ese mismo día, en el otro extremo de la ciudad, cerca de Azcapotzalco, otro lector, Rodrigo N. fue amenazado con pistola mientras cargaba a su bebé por el marido de una mujer que no podía salir con facilidad del aparcamiento, el auto de nuestro lector había quedado muy junto.
Tras escribirle en el vidrio trasero insultos utilizando su lápiz labial, la mujer comenzó a chocarle el auto a cada volantazo. Rodrigo se acercó con su bebé en brazos y fue ahí donde el marido sacó la pistola y le dijo que moviera el auto.
La reacción instintiva de nuestro lector fue protejer a su hijo y quedarse a un lado del vehículo agachado. La mujer logró salir, su acompañante guardó la pistola y se alejaron lanzándole insultos.
Aunado a las trágicas noticias de los niños descuartizados y que horrorizaron a la sociedad mexicana, mostrando como nunca antes la vileza del crimen (des)organizado, además del patetismo, mediocridad y caos de nuestras instituciones encargadas de impartir justicia, todo lo comentado aqui, ocurrió en la misma semana.
Una ciudad violenta, ¿una ciudad sin esperanza? Los lamentos de la Llorona... la otra, parecen escucharse en todo el valle... ¿donde están esos hijos que se llevó la ira, los pleitos? ¿A donde fueron esas almas amenazadas, baleadas, descuartizadas? ¿A donde esos sueños del joven de 14 años que deseaba ser futbolista? La ciudad violenta no responde, es de piedra... los funcionarios que deberían hacerlo con voz y desición por cobrar un sueldo gracias a nuestros impuestos, tampoco... después de los lamentos espectrales, en esa ciudad, quizá hoy la más violenta del mundo, sólo queda el silencio.