Volvió a ocurrir, ahora por un sicópata llamado Sergio Morales, quien arrojó a un pequeño can a un caldero de aceite hirviendo.

Hace sólo unas semanas hablábamos en este mismo espacio de lo imparable que está la crueldad hacia los animales en nuestro país y justo hace unos días, aunado al caso de los bomberos de Saltillo torturando a perros callejeros y dándoles muerte con palos y con un hacha, llega el caso del sujeto que mató al can de esta manera tan cruel y que ha indignado a toda la sociedad mexicana.

Hace unas semanas nos preguntábamos si México en verdad se ha convertido en una nación de psicópatas y el nuevo caso alude al enfermo Sergio Morales, de profesión policía, hasta el momento en que decidió hacer esa atroz acción.

De inmediato salieron a relucir las llamadas evaluaciones sicológicas de confianza que la policía capitalina realiza con sus miembros y de las cuales supuestamente el 95 por ciento aprobó en el último año. Sin duda, urge hacer exámenes sicológicos nuevamente a todos los policías de la ciudad de México, pues el grave caso de Sergio Morales, quien lloró en la audiencia como niño de cinco años, nos habla de la inestabilidad, y de que algo malo está ocurriendo entre los servidores públicos encargados, nada más y nada menos que de nuestra seguridad.

¿Por qué desquitarse con los animales? Varios expertos nos han escrito y nos hablan de la cosificación que se hace de estas criaturas y cómo en un psicópata representan la oportunidad para sentir poder, al vivir una vida mediocre inmersa en violencia y carencias.

Recordamos que nuestros lectores solicitaron que debe reavivarse otro caso también ocurrido en Coahuila, Piedras Negras, por Gerardo Humberto Herrera Escobedo, que, por diversión durante una borrachera, llamó a dos perros que cruzaban por el portal del predio ubicado en la calle de Napoleón Gómez Sada y acuchillo a uno de ellos, mientras era filmado por un cómplice indirecto, hasta ahora desconocido, y que ríe ante el atroz acto. El sujeto, mostrando rasgos también psicopáticos, regresa tranquilamente a tomar su bebida y dice: "No se murió", mientras el animal se desangra entre gemidos de dolor.

"Se debe castigar también al que filmó el video y que ríe como un enfermo. ¿En verdad, qué está pasando en Coahuila con la crueldad hacia los animales?", se pregunta la lectora de nombre María, quién agrega que el gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís debe tomar riendas en este asunto, porque no es coincidencia que, en menos de cuatro años, tres de los casos más graves y aberrantes de tortura animal, incluyendo el del pequeño osito asesinado por civiles y policías en el municipio de Castaños, que ha sido difundidos por redes a nivel nacional, se hayan suscitado en su entidad.

"Urge también una campaña de sensibilización a nivel estatal en Coahuila, tomando como ejemplo éstos tres graves casos, sería una pena que, por la indiferencia de su gobernador y funcionarios, un cuarto caso la convirtiera en la capital oficial de la tortura animal en el país", dice otro lector.

Hoy sabemos que la mayoría de los casos de crueldad animal no se investigan ni se castigan. Pedir que las leyes contra la crueldad animal sean más estrictas y se cumplan es una petición tan vieja como las leyes mismas en el código penal.

A todos indignó el caso del perro amarrado en una azotea y que fue muerto por una familia a palos y pedradas y grabado por una vecina. El caso de los guardias de valores que arrastraron a un can con su vehículo. Ya ni hablar del caso del pequeño oso muerto por un grupo de individuos que bien podrían ser clasificados como psicópatas.

Todos estos casos nos dicen que hoy más que nunca debemos unirnos como sociedad para detener la crueldad animal en México. Nuestras denuncias y las cámaras de nuestros teléfonos celulares son la mejor herramienta para hacerlo ante la indiferencia de las autoridades y las lagunas legales.

Recordemos que el gran talón de Aquiles de un funcionario público es su imagen. Y, afortunadamente, nos encontramos en la era de la denuncia en redes sociales. Aprovechemos esta vulnerabilidad mediática y cada vez que denunciemos o grabemos un caso de maltrato animal y lo subamos a las redes, hay que incluir, como protocolo, la demarcación política, el nombre y foto del funcionario de más alto rango y el de los encargados de la oficina creada para evitar o castigar el hecho.

Sólo así se podrá dar visibilidad a las atrocidades que todos los días viven los seres más indefensos que, por desgracia, conviven con nuestra especie en nuestra "civilizada" sociedad.

Por todo ello, el nuevo caso del ex policía, ahora chillón psicópata, Sergio Morales, quien arrojó al pequeño perro llamado Benito o Scooby al aceite hirviendo, debería ser castigado con 10 años de prisión, como ejemplo y mensaje directo a la sociedad de que se están dando los primeros para no permitir más éstas acciones en un país a punto de convertirse en la nación número uno en crueldad animal en el mundo. ¡Otra medalla ganada a pulso!

Twitter: @homerobazan40

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