Hoy convertida en uno de los más emblemáticos centros comerciales del rumbo de San Ángel , la antigua fábrica de Loreto , según las indagaciones de muchos antiguos cronistas de la historia del valle de México, fue originalmente un molino de granos que abastecía de alimento a las huestes de Hernán Cortés .

Se dice que él mismo ordenó su construcción y que acostumbraba visitar el lugar regularmente para traer hasta su refugio de Coyoacán algunos costales recién salidos de la molienda.

No obstante estar en un sitio privilegiado, estos terrenos siempre se caracterizaron por albergar varios barrios donde habitaban obreros. Aquel antiguo molino se convirtió a principios del siglo XIX en una gran fábrica de papel, misma que para su época fue considerada una de las más productivas del mundo, elaborando cientos de rollos de pliego por año. Según los registros encontrados décadas después, esa molesta idea de la preservación de nuestros escasos bosques, así como la excentricidad difundida por los biólogos y conocida más tarde como "conciencia ecológica", no era muy tomada en cuenta.

La fábrica se mantuvo durante varios años trabajando con normalidad y en números negros, gracias también a la terrible explotación de los obreros, quienes, azotados por los albores industriales, descritos ampliamente por el maese Marx en su obra El Capital, eran considerados solamente como mano de obra barata, sin derechos e inhumanamente reemplazable.

Con el paso de los años, esto repercutió directamente en la productividad de la fábrica y aunque había plazas disponibles, casi nadie quería entrar a ponerse el uniforme de esclavo. ¡Hasta los esquiroles se quejaban! Por esta y muchas razones más, a punto de finalizar el mencionado siglo XIX, la fábrica de papel de Loreto tuvo que cerrar en medio del escándalo que hizo eco entre los periódicos y gacetillas de esos tiempos.

Sería hasta principios del siglo XX cuando todo cambiaría radicalmente para este lugar y pasaría a la historia por sentar el primer precedente de humanismo empresarial para los trabajadores mexicanos.

Don Alberto Lenz fue el responsable de transformar la fábrica de Loreto en un sitio que cumplía con la producción, tenía ganancias, pagaba bien y además mantenía contentos a sus empleados con la oferta de múltiples prestaciones.

Todo esto, si bien había sido inspirado por las ideas de algunos países con gran desarrollo industrial, fue transformado por este empresario al estilo mexicano y adoptado más tarde por muchos otros conglomerados industriales tanto de provincia como de otros países de Centroamérica .

Tras adquirir la fábrica de papel a un costo relativamente bajo a causa de su abandono, don Alberto realizó, cual Robin Hood , tratos por debajo del agua con algunos políticos y autoridades que pertenecían a su grupo de compadres para brindar a sus trabajadores servicios de salud, educación para sus hijos, clases de deportes con instalaciones, una especie de cooperativa mantenida por actividades agrícolas y, por si fuera poco, la construcción de viviendas populares para su venta simbólica a plazos de muchos años y que se encontraban en los terrenos circunvecinos.

Este modelo sería uno de tantos que inspirarían más tarde la famosa Carta de Atenas , creada en los años 30 por un grupo de arquitectos, urbanistas y empresarios de todo el mundo y que señalaba la ventaja de habitar pequeños núcleos urbanos donde tanto el trabajo como los servicios se encontraran al alcance de la comunidad.

Así transcurrieron varios años de armonía patronal y obrera. La fábrica Loreto marchaba sobre ruedas, con buena fama y ganancias limpias. Sólo las embestidas de las crisis posteriores finalizarían con el idílico ejemplo de este lugar de San Ángel.

Fue así que en 1992 la antigua fábrica de papel se convirtió en Plaza Loreto, centro comercial y cultural. El sitio hoy es visitado en su mayor parte por jóvenes con acné, y adolescentes emuladoras de Taylor Swift . Sin embargo, aún con sus muchos negocios y boutiques, el complejo sigue encerrando la apariencia de una fábrica y guarda en sus muros un fragmento de nuestra historia obrera... tan vasta como difícil, tan valiente como ejemplar.

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