Sería en 1909, un año antes de las Fiestas del Centenario patrocinadas por don Porfirio, cuando en la esquina de las calles Orizaba y Puebla, se colocaría la primera piedra del templo de la Sagrada Familia, uno de los recintos más famosos de la ciudad y que ha acompañado como un amuleto a la colonia Roma, misma que este año, ha cumplido 121 años de existencia.

En ocasiones anteriores hemos hablado de las calles, edificios y anécdotas de este barrio, uno de los más antiguos de nuestra ciudad y que ha sido la "pequeña patria" de muchas generaciones de mexicanos.

Hoy mencionaremos algunos datos y anécdotas, un tanto desconocidas, tanto de la iglesia como de la colonia en general. Muchos atribuyen el surgimiento de la colonia exclusivamente al famoso cirquero, acróbata y más tarde fraccionador Edward Orrin un 24 de enero de 1902, sin embargo, la historia de sus terrenos data de mucho tiempo atrás (incluso de la época prehispánica, si se toma en cuenta la fundación del pueblo de Aztacalco en la antigua Romita.

Sería el empresario Francisco Lascuráin, quien, en un testamento fechado el 11 de abril de 1890, dejaría a sus hijos María y Pedro los terrenos del Potrero de Romita, conocido bajo el mote de La Ciénaga y que éste había comprado a la antigua inmobiliaria Flores Hermanos.

11 años después, muerto su padre, María de los Ángeles y Pedro Lascuráin, venderían sus títulos en una famosa y poco inteligente venta a un grupo de empresarios mexicanos y extranjeros, entre quienes se encontraban el señor Orrin y Cassius Clay Lamm. Aquel trato cambiaría prácticamente el destino de las sociedades inmobiliarias en México.

Como dato curioso, mencionaremos que Pedro Lascuráin, llamado después "el heredero que perdió la Roma", se metió en la política, ocupó un cargo en la Secretaría de Relaciones Exteriores y más tarde fue presidente de México durante 45 simbólicos minutos, tras lo ocurrido a Francisco I. Madero.

Después de solicitar el permiso para fraccionar, y siendo este aprobado un 30 de noviembre del 2002, la compañía de Orrin se inició con un capital de 800 mil dólares. Era casi un acuerdo no escrito pero evidente, convertir a la Roma en un barrio

modelo para esas familias de clase alta, ansiosas por recrear las costumbres europeas, tan del agrado de don Porfis.

Para cuando llegó 1906, más de 15 casas se habían logrado vender a un precio de 18 mil pesos cada una. La empresa de Orrin fue además una de las pioneras en instaurar la modalidad del enganche, además de la emisión de los Bonos Colonia Roma, cuyo valor bursátil era de casi 400 mil pesos de esos años.

Tres años más tarde, se iniciarían las obras de la iglesia de La Sagrada Familia, construcción al más clásico estilo del viejo continente y la preferida para las misas y bodas de la sociedad de esa época.

El recinto es obra del arquitecto Manuel Gorozpe y el ingeniero Miguel Rebolledo. Durante más de 4 años, de 1913 a 1917, se interrumpieron los trabajos de construcción a causa de la revolución. Pero aun en obra negra, la parroquia mostraba su atractivo arquitectónico. Todavía hoy, en su capilla se encuentran guardados los restos de del sacerdote Agustín Pro, muerto durante la Guerra de los Cristeros.

Hoy la Roma tiene más de 12 décadas de existencia y la iglesia 114 años. Sus calles y edificios han sido testigos de nuestra historia urbana, su desarrollo, sus anécdotas, fiestas y conflictos. Es una de las abuelas predilectas de los capitalinos, con un armario colmado de vidas, imágenes y recuerdos.

Twitter: @homerobazan40

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